Contra el proyecto burguès, un proyecto revolucionario
Por JESÚS SOSA CASTRO
El cuadro fundamental de las contradicciones sociales
está en una pendiente muy peligrosa. Hay un estado de descomposición en las
esferas de la política y de la economía, cuyos responsables son el gobierno y
los partidos políticos. Lo que hoy se mueve en esta actividad, no le es favorable
al pueblo trabajador. El descrédito y la banalización de los que son
responsables, están fraguando un repudio acelerado en la mayoría de los
sectores populares. Nada de lo que dicen los gobernantes y los líderes
partidistas, enamora a la gente ni mucho menos la entusiasma para convertirse
en la fuerza constructora de una opción revolucionaria que acabe con la
mediocridad, el hartazgo y con el bandidaje que se han apoderado de la vida
nacional
Para que un cambio real se apersone en la conciencia del
pueblo, se requiere que la izquierda revolucionaria haga un claro deslinde con
toda la política y la cultura del agandaye que han generado la burguesía y sus
comparsas. Se necesita salir del círculo vicioso consistente en pedirle a
nuestro enemigo de clase que deje de oprimirnos y explotarnos, cuando sabemos
que esa es la razón de ser del sistema Nunca como ahora estamos obligados a develar
el manto bajo el cual se esconden las políticas gubernamentales. Para que
nuestro trabajo tenga sentido y no estemos arando en el desierto, es necesario
ir al fondo de los problemas y proveernos de una visión distinta de la política
gestionaría. No se trata de dejar de exigir solución a las demandas sectoriales.
Se trata de no creer que es en el marco de éstas, donde se van a resolver los
problemas fundamentales de la clase obrera y del pueblo trabajador. La verdadera
solución a las demandas por la libertad, la equidad y la justicia, sólo se
logrará derrocando a la clase burguesa y a sus compinches. Construyendo una
fuerza proletaria, informada, combativa y organizada, que dé sustentabilidad a
la lucha, al triunfo y al ejercicio posterior de un gobierno popular
Requerimos, por tanto, cambiar la correlación de
fuerzas entre los antagónicos fundamentales. Para ser claro: se trata de
organizarnos para construir la fuerza proletario-popular que en un proceso de
resistencias y revueltas sociales, le dé la experiencia y la capacidad para
lanzarse al ataque directo contra la fortaleza político estatal del poder de la
burguesía y derrocarla. La historia de nuestras luchas tiene registradas una
serie de acciones que siendo importantes, no alcanzan a visualizar el rostro de
nuestro verdadero enemigo de clase. Con mucha habilidad y conocimiento de la
política, la burguesía nos ha hecho clientes cautivos de nuestras propias demandas
y nosotros, el pueblo trabajador, hemos caído en su trampa aceptando que el círculo
infernal en el que se contienen las peticiones sectoriales, es el mejor cuadro
con el que nos entretienen la burguesìa y sus gobiernos. Nuestro enemigo de
clase jamás estará ni dispuesto ni con capacidad para atender positivamente las
demandas libertarias, profundas, que ya enarbolan las fuerzas revolucionarias
Ir por un cambio verdadero implica lograr que los
trabajadores y el pueblo en resistencia ubiquen con una perspectiva de clase a
su enemigo histórico, causante de todos los males fundamentales al cual hay que
derrocar. Necesitamos que desde las resistencias en las que participamos se
forjen los sentimientos de seguridad y confianza en la capacidad que tenemos para
derrotar al régimen político-estatal como una posibilidad efectiva de satisfacer
de manera irreversible nuestras demandas fundamentales. Para alcanzar estos objetivos
se requiere empezar ya a fraguar estructuras organizativas eficaces como
condición indispensable para quitarle a la burguesía la conducción política,
económica y cultural de la sociedad mexicana
En este momento de confrontación polìtica, cuando parce
que hay condiciones para sacar al paìs del pozo en que lo ha metido la
burguesía dominante, se impone la necesidad de articular a todas las
resistencias de mayor combatividad y permanencia. Especialmente hay que
coordinarse con aquellas que han cursado una experiencia al través de distintas
escaramuzas populares, frecuentes refriegas y enfrentamientos de distinto
calado con las fuerzas del régimen. El enlazamiento de todas estas fuerzas es
lo que puede acrisolarse en un verdadero levantamiento popular civil y pacífico
Otra idea es lo de la dirección revolucionaria. Es
verdad que hay millones de mexicanos que aspiran a un cambio en el país. También es cierto que hoy existen
las condiciones objetivas y subjetivas para acabar con el régimen priista que
ya se acerca a los noventa años de estar montado en el poder. Lo único que no
existe a la fecha, es una dirección revolucionaria que construya por arriba y
por abajo, pero desde abajo, la fuerza capaz de enfrentar los retos que antes, durante
y después del 2018, ganando o perdiendo, esté en condiciones de darle
continuidad a este esfuerzo histórico de millones de mujeres y hombres que ya
juegan un papel importante en la lucha por cambiar las condiciones del país
Reconozco lo mucho que se está haciendo en el terreno
electoral pero no marcha con la misma atingencia ni en el mismo carril, la
urgente y necesaria construcciòn de una dirección política revolucionaria,
cohesionada, plural, eficiente y obligada a no desatender el trabajo y la
aorganizaciòn del partido que hará posible la transformación real del México
nuestro
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