Las añosas causas del desencanto
Por JESÚS SOSA CASTRO
Ordenando algunos de
mis viejos libros, encontré uno que al abrirlo, había anotaciones al margen que
yo hice poco más o menos hace siete años. Con un lápiz de color tenía
subrayada una frase que hoy intentaré desarrollar al lado
de mis lectores. Dicha máxima y según yo, dibuja con mucha precisión lo que cotidianamente
pasa en los círculos donde los políticos son la comidilla para bien o para mal.
El que escribió esta sentencia es un ideólogo de la derecha, ha hecho estudios
interesantes sobre los políticos, sobre la cultura de la adulación y de paso,
con mucha elegancia, les ha infringido dos que tres raspones a los actores
principales de la llamada izquierda electoral. En julio del 2005, justo un año
antes de que Andrés Manuel López Obrador se lanzara a la Presidencia de la
República por primera vez, la Editorial del Fondo de Cultura Económica, (FCE) publicó
el libro “La idiotez de lo perfecto, miradas a la política” (*) Doce años después creo que a pesar de su formación
y sus tendencias por demás derechosas del autor, la lectura y el análisis de su
libro debieran pasar por las miradas de la gente de izquierda
El apotegma que pongo en los ojos de mis amigos y lectores
dice: “El hombre está necesitado de causas que lo levanten del suelo, que lo
saturen de emoción, que otorguen gravedad a su existencia…. solo en la confrontación
con el enemigo, la vida aparece en toda su grandeza, en toda su seriedad” Cuando
la leí en ese libro no le puse mucha atención. Hoy, dadas las circunstancias en
las que se encuentran los partidos, la frase apunta directamente al corazón de
quienes queremos hacer algo para transformar el país. ¡Hablo de transformarlo! No
de fortalecer la caduca y rapaz estructura del Estado. Hasta ahora, los
llamados partidos de izquierda, sólo han fortalecido las normas y la
institucionalidad que estamos combatiendo. No entienden que ningún gobierno que
se sujete a estas normas, los resultados de su gestión serán siempre contrarias
a los intereses del pueblo
¿Hacemos bien que en estas circunstancias les demandemos a
los integrantes de la Patria que luchen por causas justas para que se levanten
del suelo? Es obvio. Aunque hay que decir que esta es una tarea gigantesca. Sin
embargo, a pesar de que durante más de ochenta años nos han impuesto la cultura
del apendejamiento y la castración de nuestras ideas, ha llegado el momento de
empezar a construir la fuerza y la dirección que hagan posible que este pueblo
heroico se pueda liberar de sus opresores. ¡Que esto implica muchos problemas,
es verdad! Pero hay que remontarlos. Y todo lo tenemos que hacer la sociedad
civil porque los partidos no son capaces de cautivarnos, de organizar y
encabezar estas luchas. Nada de lo que hacen nos satura de emoción. Todo lo
emprenden al margen de sus militantes. Entre más se alejan de sus bases, más se
acercan al entramado y a los favores económicos que les proporciona el poder. En esa carrera
de oportunismos se van conformando las élites partidistas, se va configurando
la indiferencia de las bases, surge el desencanto y crece la inconformidad
¡Estos hechos son aterradores! Mucho de lo que hoy confronta
a las clases sociales, dentro y fuera del parlamento o en la vida pública, es
el debate político, el debate ideológico. En la asamblea Legislativa y en la
cámara de diputados donde el voto ciudadano llevó a varios diputados de la
izquierda, el balance en el terreno de las ideas es tristemente deplorable. No
hay huella de que el pensamiento y la lucidez de estos representantes
populares, fueran dignos de reconocimiento. Nuestros representantes
populares no fueron la diferencia con respecto
de los otros diputados del sistema. El flanco débil de esta primera legislatura
de la izquierda no oficial, se expresó en que no pudo o en que no quiso poner en
marcha el motor y la pasión de la que en su obra habla el turinés Norberto Bobbio
Este pensador puso
sobre la mesa la filosofía del derecho y de la política. En sus distintos
auditorios colocó con brillantez y elocuencia la idea de que “antes de hablar, antes de decidir es necesario
pensar y para pensar hay que tomarse el trabajo de oír y de aprender” Mucho
ganarían los dirigentes, los cuadros y los intelectuales de izquierda si se
acercaran más al estudio y menos a los dedos de los tata mandones. Hoy la
política ya no se puede hacer improvisando dirigentes y poniéndolos a leer sólo
cartillas que parecen el silabario de San miguel de vieja memoria. La política
de hoy también se hace llenando la palabra de contenido, de argumentos, de
conocimiento. Se hace política siendo fieles a las causas del pueblo, luchando
a su lado, construyendo fuerza y dirección revolucionarias. Sin estos elementos
no habrá nada que nos levante del suelo, que nos sature de emoción o que le otorgue
gravedad a nuestra existencia
(*) Las notas entrecomilladas
son citas del libro La idiotez de lo perfecto, miradas a la política, de Jesús
Silva Hersog Márquez, Fondo de Cultura Económica
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