Que la palabra y el
honor digan NO a los agravios
El domingo 27 de agosto por la noche, el Dr. Armando Martínez
Verdugo y yo regresamos de Monterrey después de habernos encontrado con
académicos y políticos interesados en debatir sobre algunos de los graves
problemas que vivimos en el país. ¡Fue un encuentro muy exitoso! La conferencia
del Dr. Martínez Verdugo y las aportaciones que hicieron distintos compañeros,
alimentaron una serie de reflexiones en torno a la situación política nacional,
sobre la actuación de los partidos y respecto del cuestionado papel de sus
liderazgos. En el aeropuerto y durante el camino de regreso, pude darle cuerpo a
algunas ideas que sobre Josefina Bórquez, Elena Poniatowska convirtió en Jesusa
Palancares en su hermoso libro Las indómitas (*) No trataba de cuestionar nada,
¡NO! Solo quería explicarme la enorme fuerza humana para soportar la pobreza y
la soledad con las que vivió esta valiente mujer. Cada vez que leo a Jesusa
Palancares mis cansados ojos y mi viejo corazón se estremecen ante el espanto
que me producen las miserias humanas cuando se trata de los marginados. ¡Así
bajé del avión!
Con esas notas bajo el brazo me
fui a mi casa. Cansado como venía tomé los diarios que me esperaban y abrí sus
páginas solo para que mi nostalgia literaria se topara con un montón de dimes y
diretes que se resbalan taimadamente en los linderos de la política. Cuando me
fui a Monterrey parecía que en Morena se había resuelto la propuesta de quien
en los próximos meses pudiera ser nuestra candidata a Jefa de Gobierno de la
CDMX. Así lo quería y trabajé en consecuencia. Sin embargo, la sobreestimación
de las cualidades humanas, casi siempre pasan por alto otras lindezas casi
nunca cuestionables. La creencia de que los méritos personales conducen a un escalafón,
se acrecienta cuando las zalamerías de
personas que viven de la adulación y la lambisconería, elevan los niveles de la
soberbia hasta llegar a creer que se es indispensable para resolver todo tipo
de conflictos. Esto llevó a uno de los contendientes a inconformarse con los
resultados porque en su ego creyó que era el elegido de los dioses. Menospreció
la fuerza moral de la mujer que paseó por la ciudad su frescura, sus
conocimientos, su modestia y una ausencia feliz de los apoyos corporativos de
dentro y de fuera, que tanto daño le han hecho a la política y a la democracia.
Lo que se decía era el enojo del susodicho se dio a conocer públicamente. El
lloriqueo y la soberbia continúan
Hoy martes por la noche muchas personas
que antes hablaban de la unidad y de la fuerza que había que lograr para
cambiar el país, están coincidiendo con los gacetilleros a sueldo, con el
graznar de las chachalacas y que ahora forman parte del coro que grita que la selección
fue fraudulenta. ¡Todo porque su candidato no fue el ganador! Yo reiteré antes de
la encuesta, que no me gustan los métodos y las formas en que los dirigentes
están resolviendo las cuestiones fundamentales de la política. He dicho hasta
el cansancio que le están abriendo las puertas a gandayas y chapulines que lo
único que buscan es lograr una canonjía para seguir viviendo de nuestros
impuestos. He dicho y lo sigo sosteniendo que la mayoría de los llamados
enlaces y ahora Coordinadores de organización, son ajenos a los problemas, a la
militancia y que solo sirven para un carajo. Que hay que poner en juego la
inteligencia para empezar a cambiar las formas de cambiar. Esto que está a la
vista de todos, no ha merecido ningún comentario de los dirigentes
Pero una cosa es hacer la crítica
dirigida a corregir el rumbo del partido y otra cosa muy distinta es hacer una
apología del rompimiento, de la fractura y de la traición. Ahora resulta que
aquellos que los aduladores consideraban unos trúhanes de la política, hoy les
encuentran virtudes y les hacen ojitos para llevar a sus filas al paladín de la
democracia. Con una ignorancia supina se olvidan de que esos que andan en su
busca han sido, históricamente, apoyadores acríticos de la derecha rapaz, corrupta, asesina y
antipatriótica. La actitud del que se creía ser y al final no lo fue, sólo está
sirviendo para que la ultraderecha y los
anti AMLO de oficio, estén maquinando la forma de fracturar a Morena. Yo he
apelado a quien dice ser un hombre de palabra y un hombre de honor, que no se
deje seducir por el canto de las chachalacas. Esas aves que paga y alienta la
derecha con rostro foxiano pero que en parte de él, se esconde la enorme cola de
los otros cancerberos del régimen. Deseo sinceramente en que nadie caiga en la
tentación de irse de Morena porque el espacio que reclamaban no dio para todos
los que creían merecerlo. Si hay interés en cambiar el régimen político, si es
sincero el dicho de que juntos estamos y juntos vamos a seguir, estoy seguro
que habrá otras plataformas para que la inteligencia, la capacidad y el deseo
de servir, se conviertan en una nueva fuente de poder y de unidad en torno al
presumido nuevo proyecto de nación
Si esto no se da, porque los
aduladores, los golpeadores y los hueseros resultaran más fuertes que los
principios y las convicciones, entonces el o los que se sientan agraviados
pueden incorporarse al Frente que intenta quebrar el ánimo y el trabajo para
que AMLO llegue a ser Presidente. Si lo hacen, están en su derecho, pero la historia
no los perdonará. Las traiciones dan coronas de laurel de manera temporal, pero
a la vuelta de los tiempos la traición se paga con la muerte política ¡No lo olvide nadie! Ojalá Ricardo Monreal actúe
con tranquilidad y en sus palabras, tome “decisiones con la cabeza fría” Poner
su palabra en manos de la gente hay el riesgo de que lo que se imponga sea la
ceguera o la venganza irracional, traicionando lo que demanda la
responsabilidad política. Yo le pido a
este destacado político que aguante este agravio que dice que sufrió. Su
capacidad y su inteligencia no permitirán que su estatura se vaya haciendo
chiquita al paso de los días. Los que apreciamos y vemos la política de manera
diferente a como la ven los lame botas, queremos que en Monreal sólo quepa el
honor y el respeto a su palabra. ¡Nada más pero nada menos!
(*) Elena Poniatowska. Las indómitas. Editorial Seix Barral. Los
tres mundos
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