El Estado arrollado por una crisis social
y atracado por una banda de malhechores
Por JESÚS SOSA CASTRO
Desde hace tiempo habíamos hecho planes mi esposa y yo para
irnos unos días de descanso a Oaxtepec, Morelos. En ese lugar hemos dejado una
parte muy importante de nuestro trabajo y de nuestra historia familiar. Al pie
de un encino que le hemos ido cortando las alas para que no crezca tanto, hemos pasado horas comentando libros y
viviendo a placer lo que nos ha dado y quitado la vida a lo largo de los años.
En ese árbol y por muchas veces, nos hemos sentado decenas de camaradas
discutiendo qué podemos hacer para que este país no se lo coman los buitres del
sistema. Bajo su sombra, también ha estado sentado mi padre cavilando sobre su vida
campesina, sobre su vejez y muy probablemente sobre la presunción de que su
muerte se acercaba. Lo vi llorar como un niño y sólo pude abrazarlo fuertemente
sin estar en condiciones de decirle ninguna otra palabra
De entonces a la fecha
ha pasado mucho tiempo. La vida me ha llenado de grandes enseñanzas y de no
pocos quebrantos, la mayoría de estos, ajenos a mi autodeterminación. Uno de
estos hechos fue el terremoto del 19 de septiembre del año en curso. Afectó mi
vida, mis proyectos y quebró la tranquilidad de una ciudad que avanzaba en la
ruta para alcanzar nuevas conquistas: todas en la idea de hacerla una ciudad incluyente,
democrática y libertaria. Pero de pronto este proyecto fue trastocado por un
terremoto y todo ese cuerpo de leyes y derechos fue puesto a prueba por miles y
miles de jóvenes que, a contra pelo de lo que afirman los aduladores, repudian las
políticas públicas de los gobiernos y de los partidos. Su conducta contiene la esperanza de que este país,
por fin, eche del poder a esa banda de malhechores que hoy desgobiernan la
nación
Casi 15 días después,
la ciudad y su gente somos otra cosa. Hay tristeza, desolación, muerte y
encabronamiento contra el sistema y sus gobernantes. Javier Gallego, un
periodista madrileño en su programa de Radio Carne cruda -clausurado por
razones políticas- hizo en su tiempo una parodia que bien se puede aplicar a lo
que pasa en nuestro país. “El Estado,
decía, se encuentra en estado de coma, necesita de quirófano para operar a
corazón abierto. Sobre la mesa de operaciones tiene un paciente con roturas
múltiples, traumatismos generalizados, y
colapso general. Ha sido arrollado por una crisis social y atracado por una
banda de gánsteres….” (*)
Este parece ser el
retrato del México de hoy. El fenómeno natural puso al descubierto todo el pus que
sale de sus entrañas. Vimos que no solo hay gobernantes incompetentes,
ignorantes y ladrones. Hemos sido testigos de cómo el Estado desde hace tres
años ha desaparecido a 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y de cómo se
han cometido crímenes de lesa humanidad en contra de pobladores de distintos
lugares del país. A este ejercicio gubernamental está respondiendo nuestra
juventud, que del 19 de septiembre a la fecha ha demostrado que su capacidad es
oportuna y más eficiente que todo el aparato represivo y burocrático del
gobierno federal y de la ciudad, el cual no pudo ser movilizado en apoyo de los
damnificados
¡Después de todo esto nuestro
viaje se pospuso! Ya llegará el día en que podamos irnos unos días a este bello
lugar para sentarnos al pie de ese encino nuestro que ha sido testigo fiel de nuestras
pasiones y nuestros desencantos. Me gusta su sombra a pesar de sus alas
cortadas. Cada vez que me acerco a ese lugar vuelvo la mirada y mis pensamientos
a lo que tiempos no muy lejanos le daban sentido a mi vida. Hoy todavía mis
pies y mis ojos son quienes marchan y ven
la urgencia de una justicia que nuestro pueblo reclama con urgencia. La
pobreza, el abandono, el sufrimiento y la marginación en que el gobierno
mantiene a nuestro pueblo, pronto dejarán de ser lo que son para hacer posible
la transformación social que el pueblo viene empujando con toda la fuerza. Al
decir de la Senadora Layda Sansores San Román en el Senado, “nuestra juventud
de hoy es mucha juventud para tan poco gobierno”
Pronto haremos planes
para volver a disfrutar de las lecturas y las experiencias que en décadas hemos
venido acumulando. Bajo la sombra de ese encino y con las cercanas flores del
jardín, todos mis amigos volveremos a darle contenido a eso que le ha dado
tanta fuerza a nuestras relaciones políticas. La militancia en la izquierda
revolucionaria sigue de pie. Esta nueva etapa hará posible una nueva reunión y
un aporte más a nuestras luchas que por décadas, hemos convertido en nuestras historias
personales. Ese encuentro se hará y se hará pronto. A menos que ocurra otro temblor
natural u otro terremoto político que vuelva a sacudir a este país ¡Ya lo
veremos!
(*) Cita contenida en
el libro Disputar la democracia, política para tiempos de crisis de Pablo
Iglesias, Editorial Akal, págs. 38-49
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