Carmen,
más que solo una mujer
(Perdón por compartir con mis lectores algo
tan mío, tan personal)
Por
JESÚS SOSA CASTRO
He
pensado mucho cómo empezar esta carta. Más de 30 años de vivir con ella, tiene
una significación trascendental. Más aún cuando lo que hemos vivido juntos
abarca un horizonte tan amplio, tan complejo y tan lleno de hechos, que sumados
a nuestra vida y a nuestra historia, componen un ato de amores, tan nuestros y
tan profundos que con el tiempo se han sellado en un conjunto de experiencias, conocimientos
y enojos, que en una carta resulta por demás difícil de explicar. Quiero
intentar abarcar de todo esto, lo más importante
Conocí
a mi esposa en uno de esos encuentros fortuitos que la vida profesional le pone
a uno en el camino. Una mujer bella, con esos ojos que hablaban y sembraban
amor y deseo. Su juventud y su especial manera de tejer relaciones, hizo que su
personalidad se adhiriera a mi piel y me aflojara el ritmo cardiaco de mi
corazón. Me tocó para toda la vida y empezamos a vernos con frecuencia
No
pasó mucho tiempo para elevar a otro nivel nuestra hermosa relación. En un
pueblo de Morelos nos casamos y dimos
comienzo a una vida en la que el amor, sus altibajos, la política, la cultura,
los viajes, la familia y nuestro hijo, adquirieron la grandeza y la hermosura
que la vida puede proporcionar a los seres humanos
De
entonces a la fecha hemos convertido nuestra vida en un abrevadero de cosas hermosas. La estatura
moral y ética de mi compañera ha crecido como crece un almácigo recién plantado
en tierra fertilizada. Se ha convertido en el centro y el eje al través de los
cuales giran mi vida, la de nuestro hijo y el orden de la casa. Su ausencia
temporal enfría nuestro espacio, en tanto que la pegajosa sensación de soledad
que en mí se produce, se acrecienta. Su presencia nos es a nosotros como el sol
a las plantas. Ella lo es todo en la casa, en los viajes, en las polémicas, en
la cultura, en las relaciones sociales
Es
una persona con muchos atributos. ¡No es solo una mujer! En su personalidad se
albergan la fuerza de su carácter, su inteligencia, la sabiduría y una
contundente forma de explicarse la vida. Siempre trae en su haber un tercio de
libros que la proveen de una cultura envidiable. En los espacios donde se habla
de política o de cosas que subvierten lo común, Carmen Rincón siempre tiene
algo que poner sobre la mesa. Es una mujer polémica, que no siempre habla con
razón pero sus argumentos tienen la enjundia parecida a la verdad y al conocimiento
de causa. No se achica en las discusiones que frecuentemente se ponen en
distintos espacios. Con cierta frecuencia ella y yo tenemos serias
discrepancias sobre política y por cosas de la vida. Los argumentos ponen a
cada quien en su lugar
Sin
embargo, por encima de todas estas cosas mundanas, yo pongo por delante mi amor
y mi respeto por esta hermosa mujer fuera de lo común. Conmigo ha soldado una
relación que me enorgullece de haberla vivido a su lado. Disfruté de su
juventud, de una irrespetuosa manera de atender los amores de una persona con
veinte años de diferencia, pero sus cualidades y su amor llenaron de ternura y alumbraron mi camino que se
ahogaba en una creciente oscuridad
María
del Carmen, es mi pasión, mi fuerza, mi vida. Mis momentos de desapego a lo que
febrilmente llama mis tareas, son en este mundo de vivencias fantásticas,
llenas de cosas importantes y de nuestros amores permanentes; una especie de
pecata minuta. Por encima de toda esta montaña de cosas en las que hay amor,
pasión, frustraciones y tareas por cumplir, el amor y el cariño a mi esposa
está cubriendo todos los intersticios que los malos ratos pudieron abrir en el
curso de nuestra vida. Si el tiempo y nuestros sentimientos nos siguen
acompañando, esta nota sembrará en nosotros lo que nos ha hecho falta en este
largo camino que hemos recorrido juntos. Por ahora, mis letras, mi amor y mi
vida, todos en un mismo recipiente, resguardarán el amor que siento por Carmen
que es para mí más que solo una mujer
Ciudad
de México, 21 de octubre del 2017
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