miércoles, 22 de noviembre de 2017

Las protestas en Morena sólo obnubilan el pensamiento: AMLO

Por JESÚS SOSA CASTRO

No sé si me saben algo o me están hablando de memoria. Pero a partir de mi creciente participación en varios talleres de formación política, he percibido que está creciendo una corriente en el seno de Morena que intenta apaciguar las críticas que crecen y crecen. La idea de que éstas deben dejarse a un lado, de que hay que olvidarse de ellas, dicen, es porque lo importante y lo que vale la pena es asegurar el triunfo de López Obrador a la Presidencia de la República. Al principio supuse que se trataba de una opinión que hacía impensadamente un grupo de compañeros con cierta dosis de inocencia política. Pero en los días previos a la realización del 4º Congreso Nacional Extraordinario la idea de “no hacer olas” se está convirtiendo casi en una consigna general
¡Estas cosas me dejaron patidifuso! Pues en mi caso y sin desdoro de mi conducta política harto repetida de que no dejaré de apoyar a Morena, he sido excluido y censurado por mis posicionamientos, todos referidos a criticar varias decisiones del aparachi. ¡Desde luego que no soy ingenuo! Sé que a la nomenclatura superior no le gusta que alguien critique conductas que afectan la democracia interna del partido, aunque éstas en nada contribuyan al crecimiento y desarrollo de la Organización. Política y organizativamente le están saliendo caros muchos de los aprendices que ha comisionado en los Estados y que, a contrapelo de lo que desean los militantes, éstos se la pasan trastocando la democracia partidista
Al lado de estos hechos, ya de por sí cuestionables, ahora se están sacando de la manga la idea de que lo que importa es el triunfo de AMLO en el 2018 y lo demás, lo que tiene que ver con la organización del partido, con el ejercicio de la crítica y la autocrítica, con la democracia y las demás linduras que se predican hacia fuera, “no tienen la menor importancia”  Desde luego que nadie con dos dedos de frente, espera o quiere una derrota en el 2018. Pero quien sostenga que ganando la Presidencia ya ganamos el poder, está completamente equivocado. ¿Qué encierra, entonces, esta tendencia apaciguadora? ¿Se quiere parar la crítica a las formas antidemocráticas de seleccionar a los candidatos o se menosprecia el papel que debe tener el partido  para impulsar, vigilar y sostener el triunfo presidencial? Cualquiera de estas dos tendencias que subyacen en lo que se dice es incorrecta y si son las dos las que se quieren imponer, está mucho peor
En la edad temprana de Morena surgieron ideas similares. Voceros oficiosos le daban vuelo a la tesis de que los errores y desviaciones que mostraban su rostro se debían a la inmadurez del partido. Que lo importante era ganar el poder y a partir de él vendría la corrección de tales despropósitos. Estas geniales posiciones se han hecho grandes, se han profundizado y existe la amenaza de que puedan convertirse en una manera de ser aún después de acceder al gobierno. Más aún si los que hoy los han “subido a un ladrillo y andan todos mareados” ¿qué no sucederá cuando estos mismos se adjudiquen el triunfo electoral y pasen a formar parte de otra nomenclatura con todos los recursos que proporciona estar en la cúspide de la gobernanza? ¡No los vamos aguantar!
Desde esta óptica es por demás incorrecto que se nos critique a los críticos. Aunque a decir verdad, hay muchos de los inconformes que hasta antes de no ser aceptados como coordinadores de organización o casi candidatos a algo, no decían nada, dejaban correr estos atropellos con la esperanza de que su mansedumbre tuviera al final, una recompensa. Cuando quedaron fuera, dieron rienda suelta a su crítica empatando su oportunismo con una actitud excluyente de un buen número de enlaces estatales buenos para nada. La crítica si tiene razón de ser debe hacerse en el momento y en las circunstancias que sean, con el objeto de señalar y corregir los entuertos
Informo que a pesar de mis críticas a varias decisiones antidemocráticas y arbitrarias asistí como invitado al 4º Congreso Nacional extraordinario. ¡No esperaba que hubiera sorpresas! Por lo que he visto y caminado al lado de Morena, estaba seguro que a este Congreso no se iría a discutir, a corregir, a hacer autocrítica. Los congresistas irían a levantar el dedo como finalmente sucedió. La discusión, dijeron, se dará en las bases. Aunque al final nadie pele las propuestas o los cambios a los documentos del nuevo proyecto de nación. Un hecho, sin embargo, volvió a ensombrecer la máxima tribuna nacional de Morena. “No hay que hacerle caso a las protestas y ambiciones personales, aunque sean legítimas, de los pequeños grupos que se manifiestan al interior de Morena, sólo son distractores que obnubilan el pensamiento y desvían la lucha del objetivo central: Ganar la Presidencia de la República” ¡Carajo, uno no acaba de aprender. Ingenuamente seguimos creyendo en los milagros! 


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