Las protestas en Morena sólo
obnubilan el pensamiento: AMLO
Por JESÚS SOSA CASTRO
No sé si me saben algo
o me están hablando de memoria. Pero a partir de mi creciente participación en
varios talleres de formación política, he percibido que está creciendo una
corriente en el seno de Morena que intenta apaciguar las críticas que crecen y
crecen. La idea de que éstas deben dejarse a un lado, de que hay que olvidarse
de ellas, dicen, es porque lo importante y lo que vale la pena es asegurar el
triunfo de López Obrador a la Presidencia de la República. Al principio supuse
que se trataba de una opinión que hacía impensadamente un grupo de compañeros
con cierta dosis de inocencia política. Pero en los días previos a la
realización del 4º Congreso Nacional Extraordinario la idea de “no hacer olas”
se está convirtiendo casi en una consigna general
¡Estas cosas me dejaron
patidifuso! Pues en mi caso y sin desdoro de mi conducta política harto
repetida de que no dejaré de apoyar a Morena, he sido excluido y censurado por mis
posicionamientos, todos referidos a criticar varias decisiones del aparachi.
¡Desde luego que no soy ingenuo! Sé que a la nomenclatura superior no le gusta
que alguien critique conductas que afectan la democracia interna del partido,
aunque éstas en nada contribuyan al crecimiento y desarrollo de la Organización.
Política y organizativamente le están saliendo caros muchos de los aprendices
que ha comisionado en los Estados y que, a contrapelo de lo que desean los
militantes, éstos se la pasan trastocando la democracia partidista
Al lado de estos
hechos, ya de por sí cuestionables, ahora se están sacando de la manga la idea
de que lo que importa es el triunfo de AMLO en el 2018 y lo demás, lo que tiene
que ver con la organización del partido, con el ejercicio de la crítica y la
autocrítica, con la democracia y las demás linduras que se predican hacia fuera,
“no tienen la menor importancia” Desde
luego que nadie con dos dedos de frente, espera o quiere una derrota en el 2018.
Pero quien sostenga que ganando la Presidencia ya ganamos el poder, está
completamente equivocado. ¿Qué encierra, entonces, esta tendencia apaciguadora?
¿Se quiere parar la crítica a las formas antidemocráticas de seleccionar a los
candidatos o se menosprecia el papel que debe tener el partido para impulsar, vigilar y sostener el triunfo
presidencial? Cualquiera de estas dos tendencias que subyacen en lo que se dice
es incorrecta y si son las dos las que se quieren imponer, está mucho peor
En la edad temprana de
Morena surgieron ideas similares. Voceros oficiosos le daban vuelo a la tesis
de que los errores y desviaciones que mostraban su rostro se debían a la
inmadurez del partido. Que lo importante era ganar el poder y a partir de él
vendría la corrección de tales despropósitos. Estas geniales posiciones se han
hecho grandes, se han profundizado y existe la amenaza de que puedan
convertirse en una manera de ser aún después de acceder al gobierno. Más aún si
los que hoy los han “subido a un ladrillo y andan todos mareados” ¿qué no
sucederá cuando estos mismos se adjudiquen el triunfo electoral y pasen a
formar parte de otra nomenclatura con todos los recursos que proporciona estar
en la cúspide de la gobernanza? ¡No los vamos aguantar!
Desde esta óptica es
por demás incorrecto que se nos critique a los críticos. Aunque a decir verdad,
hay muchos de los inconformes que hasta antes de no ser aceptados como
coordinadores de organización o casi candidatos a algo, no decían nada, dejaban
correr estos atropellos con la esperanza de que su mansedumbre tuviera al
final, una recompensa. Cuando quedaron fuera, dieron rienda suelta a su crítica
empatando su oportunismo con una actitud excluyente de un buen número de
enlaces estatales buenos para nada. La crítica si tiene razón de ser debe
hacerse en el momento y en las circunstancias que sean, con el objeto de
señalar y corregir los entuertos
Informo que a pesar de mis
críticas a varias decisiones antidemocráticas y arbitrarias asistí como invitado
al 4º Congreso Nacional extraordinario. ¡No esperaba que hubiera sorpresas! Por
lo que he visto y caminado al lado de Morena, estaba seguro que a este Congreso
no se iría a discutir, a corregir, a hacer autocrítica. Los congresistas irían
a levantar el dedo como finalmente sucedió. La discusión, dijeron, se dará en
las bases. Aunque al final nadie pele las propuestas o los cambios a los
documentos del nuevo proyecto de nación. Un hecho, sin embargo, volvió a
ensombrecer la máxima tribuna nacional de Morena. “No hay que hacerle caso a
las protestas y ambiciones personales, aunque sean legítimas, de los pequeños
grupos que se manifiestan al interior de Morena, sólo son distractores que
obnubilan el pensamiento y desvían la lucha del objetivo central: Ganar la
Presidencia de la República” ¡Carajo, uno no acaba de aprender. Ingenuamente seguimos
creyendo en los milagros!
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