Mi última batalla
Por JESÚS SOSA CASTRO
Confieso que el triunfo
de Morena con su candidato a la Presidencia de la República me ha llenado de
contento. Desde que en 1964 ingresé al Partido Comunista Mexicano, mi principal
batalla la he librado en la lucha por hacer de México un almácigo de sueños y
de esperanzas. Junto a decenas de miles de comunistas quisimos hacer un país menos
desigual, más democrático y apegado a los intereses del pueblo. En este empeño
puse todas mis energías y no me arrepiento de ello. Resultado de todo este
andar, guardo un montón de historias sobre aquellos camaradas que, sigilosos,
reivindicábamos el derecho de hacer una pinta en los centros obreros o repartir
volantes a las salidas de las fábricas donde los patrones o los cuerpos represivos
a veces se cebaban contra los activistas del partido
De esa época ya
quedamos pocos con vida. Muchos murieron sin haber visto una parte de esos
sueños por los que lucharon desde siempre. Otros se replegaron para vivir en la
tranquilidad familiar, los menos, seguimos dale que dale abriendo una brecha para
empujar ideales, ideas y propuestas que eventualmente puedan servir a la recuperación
de todo lo que exige el país para hacerlo un paradigma en el que crezcan lo
mejor de nuestros sentimientos, la solidaridad y las virtudes del hombre
Alimentando estos
sueños pasé los mejores años de mi vida. Nunca milité en ningún partido de la
derecha ni me preocupé por tener puestos que me llenaran de dinero o de
vergüenza. Con honor he recorrido los partidos de “izquierda” sin que en alguno
me atajaran intereses bastardos. Mi orgullo personal fue haber ocupado la
responsabilidad del trabajo Obrero al lado de Valentín Campa Salazar y de
Eduardo Montes Manzano. Haber sido responsable de las relaciones políticas con
los Partidos Comunistas de América Latina, estar al frente de las Finanzas en
el PSUM y haber sido miembro del Comité Central en ambos partidos
Tuvieron que pasar cincuenta
y cuatro años para que algunos de esa generación hubiéramos tenido la
oportunidad de ver el fenómeno político logrado por AMLO y por Morena. Ver el
triunfo contundente del pueblo en una primera etapa de su lucha por el cambio,
no lo ha logrado ningún mortal en ninguna parte del mundo. A pesar de que a
millones nos consta el trabajo que se hizo en todos los rincones del país, de
saber y conocer la introyección de las ideas y propuestas de Andrés Manuel en
la conciencia de la gente, a pesar, de haber oído pronósticos y estudios
demoscópicos sobre nuestro triunfo; campeaba en el ambiente la idea de que otra
vez nos arrebatarían la victoria
Pero hay que revisar
nuestros juicios. Lo que hoy celebramos no sólo es un acto heroico del pueblo, de
su despertar, de su hartazgo, irritación y encabronamiento. También contó y mucho,
el tesón de su líder, de su trabajo incansable, de su seguridad y confianza en la
gente, en el conocimiento profundo que tiene de la historia, de sus
revoluciones y guerras, de los valores arraigados en el México profundo, en la
temperatura social que todos los días tomaba en su contacto con ella, en el
convencimiento de que los mexicanos saben defender sus derechos cuando así lo
deciden y en el trabajo de miles y miles de activistas que recorrieron con él
organizándola en los pueblos, regiones y Estados en donde apenas hace unos
meses atrás eran territorios omisos a la lucha o de plano espacios de la
derecha recalcitrante y rapaz
¡El triunfo del pueblo
es el triunfo de AMLO! En esa calidad me siento partícipe y responsable de mi
trabajo, de los aciertos, de mis errores y de mis críticas. Nunca he dejado de
ejercer este derecho porque nunca he temido que me quiten nada que no haya
conquistado por mi actividad, mis ideales y mis derechos. La experiencia que
tengo de mi actividad en Morena habla de que entre más preparado estés, mejor
conozcas los problemas y más te apoye la gente; la nomenclatura no te dejará
pasar. La crítica no les gusta a los trepadores ni a los que han llegado de la
mano del más chipocludo
Aun así y a la mejor
justo por eso, he disfrutado del triunfo del pueblo el 1º de julio. Lo he
gozado porque siempre trabajé para lograrlo. Porque mis camaradas y amigos
muertos por los mismos ideales que los míos, hubieran sido felices al ver esta
primera victoria. En su honor me felicito por haberlo logrado al lado de
millones y millones de mexicanos. Para mi esta ha sido la última batalla que
libro. Los años se me han venido como un aluvión y ya poco me queda por hacer.
Solo espero oír que los tambores de guerra que hoy vivimos, se vayan apagando
al mismo tiempo que se van acabando los alientos de mi existencia. Si esto
ocurre me sentiré más que satisfecho
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