En la política, autoritarismo y
autoridad
Por JESÚS SOSA CASTRO
Los opositores a las
políticas del presidente se desgarran la garganta esparciendo la idea de que es
un dictador, que está llevando el país a la quiebra, que viola recurrentemente
la Constitución, que no respeta la independencia de los poderes, que es un
autoritario. ¿Realmente la verborrea chafa de estos guías del rumor tenebroso tienen
elementos para afirmarlo? ¿Hay signos y hechos que lleven a estas irresponsables
declaraciones? ¡NO! Lo que pasa es que estos señores están jugando con la
mentira, se empeñan en dejar constancia de su pobreza intelectual, no les
importa navegar en aguas turbulentas, no tienen ninguna propuesta alternativa
de gobierno a la que está implementando el jefe del ejeutivo federal. ¡No se
dan cuenta que su lenguaje truculento los está llevando a la quiebra ética y
moral y de paso a un desgaste evidente que los pone en el límite de su
desaparición!
Hace tiempo la escritora
y maestra universitaria sirio-mexicana, Ikram Antaki escribió un libro, de 26
que había producido hasta 1976, llamado El Manual del ciudadano contemporáneo (*)
Después de haberlo leído muchos años atrás, lo volví a bajar de mi biblioteca
personal para buscar en él algunas de las cuestiones que sobre el autoritarismo
había compartido con sus alumnos de la UNAM. La relectura la hice con otros ojos. Pues
muchas de sus ideas sobre este tema, habían pasado desapercibidas cuando este
texto estuvo por primera vez en mis manos. Ikram Antaki escribió: “La autoridad
puede hacer crecer a quienes la siguen, no es un asunto intelectual, la
autoridad consiste en la capacidad de obtener de otros algunos comportamientos
por simple convencimiento. Es una disposición personal que permite hacerse
obedecer sin recurrir a la fuerza” El usufructuario de la autoridad tiene que
ganársela”
Veamos qué dicen y
escriben los actores que hoy se confrontan en la vida política del país. Por un
lado, la autollamada oposición no crece ni es creíble porque no goza de ninguna
autoridad, no mostró capacidad alguna en su gestión de gobierno, resultó incompetente
y corrupta cuando estuvo al frente del Estado, no hizo nada para modificar las
políticas de un régimen autoritario. Su principal apoyo dependía de la policía
y el ejército, de su obediencia a las políticas del FMI y del imperio
norteamericano. Nunca atendió las demandas del pueblo, perdió por completo el
consenso social y se convirtió en una lamentable pesadilla para la población
El otro actor en estos debates
políticos es el actual presidente de la República. Como luchador social, como
opositor a los anteriores regímenes y ahora como jefe del ejecutivo federal, ha
estado en permanente consonancia con la aplicación del derecho aun cuando esté
en contra de algunas de las leyes. En los más de treinta años que ha
participado al lado del pueblo en las luchas sociales, siempre ha puesto por
delante la consulta popular. La autoridad política de la que goza es justo el
resultado de un comportamiento político alejado del autoritarismo y de la
aplicación de les leyes
Si alguien ha recurrido
a la gente en demanda de un apoyo consciente, informado y dispuesto para
atender sus demandas ha sido el presidente. En un ejercicio común, han sido éste
y su pueblo quienes vienen empujando un proyecto democrático para sacar
adelante a la población más necesitada del país. Esta es la razón por la que
ninguna de las rabietas y acusaciones temerarias de la oposición encuentra eco
en la mayoría del pueblo. La gente, por fin, ha sabido distinguir lo que
significa la autoridad de un gobernante empeñado en representar los intereses
del pueblo y lo que históricamente ha contenido el autoritarismo que se ha
padecido en los tiempos del PRI y del PAN
Ikram Antaki escribió
que “la autoridad llega a desaparecer cuando falta la fuerza de la razón. Si esto
ocurre, lo que entra en funciones es la influencia de la pandilla, el
autoritarismo y la imposición. Las sociedades modernas consideran que obedecer a
ciegas es una vergüenza” Es aquí donde la “oposición” se topa con lo que
considera un nudo gordiano. Habla de que hay que respetar la Constitución, las
instituciones, el orden establecido, pero cuando lo que se abre paso es el peso
de la autoridad, no el autoritarismo, entonces los ahora derrotados en la
política, se la pasan llorando y calumniando
Pericles sostuvo en su
tiempo que la autoridad es fundamental para atender las protestas del pueblo. “Para
ejercer sus derechos, los gobernantes deben ejercer poco poder y mucha
autoridad. Para hacerse obedecer, hay que evitar lo que hacen muchos poderosos.
Hay que descansar en la legitimidad, esto es, en la aceptación. La legalidad no
basta, los gobernados deben percibir, siempre, el peso de la autoridad no del
autoritarismo”
(*) Ikram Antaki, El
Manuel del ciudadano contemporáneo, páginas 65-140 Editorial Ariel
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