¿Un partido medio lleno o un partido
medio vacío?
Por JESÚS SOSA CASTRO
El periódico El País en
su edición del 16 de abril, otros medios y personajes han escrito que Morena ha
crecido de manera exponencial. ¡Esta versión es muy de dudarse! Depende de qué
o como se vea y se valore. Si se quiere decir que la mayoría del pueblo raso
apoya las acciones de gobierno del presidente de la República, este punto de
vista, vale, pues el 80% de los ciudadanos ha expresado su aprobación. Pero si
hablamos de cuántos militantes tiene, su versión es incorrecta. Es verdad que muchos
se han pegado a Morena, solo que éstos no son militantes, son arribistas,
chapulines que andan en busca de huesos, de conservar privilegios o aprovechar
la creciente autoridad de un gobernante para seguir medrando de la política sin
temer a nuevas frustraciones
¿Por qué sostengo que
una cosa es el apoyo popular a las políticas del gobierno y otra cosa es el
crecimiento del partido? La respuesta es bastante simple. El inicial proceso de
su construcción contemplaba la organización interna por centro de trabajo, por
manzana, por colonia, por barrio, por región, por Estado y a nivel nacional.
Cuando esto se dio, el apoyo y el entusiasmo de la militancia fueron la base de
su crecimiento, había participación real en el debate político y en el
cumplimiento de las tareas partidistas. Fueron estas asambleas las instancias
en las que se eligieron democráticamente a los consejeros, había vida orgánica
y actividades políticas que defendían un proyecto distinto de partido
Cuando esto fue desmantelado
por los órganos de dirección para imponer a delegados y estructuras paralelas,
la vida partidista empezó a desparecer y fueron los grupos, las tribus, los
chipocludos, ligados al poder central del partido, los que tomaron en sus manos
las decisiones políticas y organizativas de Morena, lo cual, quiérase o no, fue
lo que acabó con el entusiasmo, el encanto y la decisión de construir una
organización que sirviera a los intereses de los trabajadores y del país. A partir
de estos momentos se abrió paso a la simulación. Una casta de vivales pagados
por el partido recibió la orden de construir los comités por sección electoral,
los cuales tenían la encomienda de promover el voto y cuidarlo en las casillas.
Se había perdido el sentido original de una estructura organizativa y política
con principios, alejada de políticas coyunturales lo que llevó al oportunismo
electoral como la única forma de estar en contacto con la gente
Hoy el partido está
medio lleno, de vivales y medio vacío de militantes. ¿Crece Morena o lo que
crece es el prestigio político del presidente? Yo sostengo que es esto último
lo que está ocurriendo. Basta observar lo que pasa en las tripas y en el
corazón del partido para darse cuenta de que este se fue achicando
proporcionalmente al crecimiento del crédito político de AMLO. Subsiste porque
su fortaleza le viene de fuera. Internamente se están estrangulando sus venas
que llevaban sangre y oxígeno a todo el cuerpo de la Organización. El pus está
salpicando ya en Puebla, Baja California, Tamaulipas, Durango y en la mayoría
de los Estados de la República. ¡Esta es una manera equivocada de entender lo
que el pueblo y las circunstancias querían de Morena! ¡NO!
Hoy las aguas no paran
de enturbiarse. Los pleitos internos entre facciones se multiplican y en este
río revuelto los que llevan mano son los oportunistas que entraron a Morena por
la ventana. Los que están destapándose para gobernadores y dirigentes del
partido. Son de los que huelen y hieden, son, por lo tanto, los que están
entrampando la vida interna de la Organización. Se dice que no importa de donde
vengan. Lo que importa es su honestidad. Este cuento no está soportado en los
hechos. No concebimos que en Puebla la competencia electoral se haya dado entre
un perredista, rabioso crítico de AMLO en otros momentos y un priista ansioso
de poder. Ambos son representantes de la vieja política del oportunismo
Que en Baja California
se esté apoyando a un gringo miembro del partido republicano y que en otros
Estados donde habrá elecciones el 2 de junio, se sigan imponiendo candidatos
que no se merecen ni los ciudadanos ni los morenistas, no puede aceptarse. ¿Hacia
dónde está creciendo el partido? ¿Alcanzaremos este medio lleno con un tipo como
Alejandro Rojas Díaz Durán, declarado enemigo de Venezuela, Cuba y Corea del
Norte o apoyando a Bertha Luján, una buena mujer, pero fácil presa de los
machuchones que quieren seguir pegados al poder económico y político que hoy
tiene el partido y la autoridad de López Obrador? Con cualquiera de estos dos corremos
el riesgo de ir derechito a la tenencia de un partido siempre medio vacío
porque el desencanto se está convirtiendo en la mayor frustración. ¿No sería
mejor voltear a las bases del partido o a lo que queda de ellas para que sean
estas las que apliquen su sabiduría a la que hace referencia el presidente? Como
dijera mi camarada Armando Martínez Verdugo “hay que cambiar las formas de
cambiar” ¡Ojalá haya alguien que, sobré esto, tome la palabra!
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