Autoritarismo
y encuestas, el rostro siniestro de Yeidckol
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Desde el doce de octubre empezaron las asambleas distritales
de Morena para elegir tres mil consejeros al Congreso Nacional. En decenas de
ellas aparecieron las manotas de Polensky, de sus seguidores y de los
caciquillos locales. Muchos de estos “operadores” se dedicaron a estorbar,
impedir o a sabotear las reuniones donde la militancia acudía para nombrar a sus
representantes. Estos malandrines fueron encaramados por los caciques en los
órganos del partido y del gobierno para agrandar su poder. El proyecto político
no les importó ni entonces ni ahora. Los que impulsan estos actos escandalosos
y fuera de las normas son los que temen a la democracia porque, si esta
funcionara, ellos serán echados de los puestos por mediocres y corruptos. Por
eso convocan a un “congreso” que modifique los Estatutos, le abra paso a las
encuestas y se generen las condiciones para que se mantengan en el poder
Los estrategas de estas políticas pensaron que habían hecho
una jugada brillante que golpearía la democracia partidista. En diez meses esa
estrategia está llevando al partido a un estado crítico y a una ausencia
política en todo el país. La presidenta del CEN y sus seguidores no entendieron
nunca su papel de dirigentes. Se dedicaron a mostrar su pobreza intelectual, su
falta de capacidad para conducir el partido, sacaron a flote sus intereses de
clase, no percibieron el significado de la 4T y concluyeron haciendo de Morena un
adefesio electoral que ni huele ni hiede. Este conjunto de hechos está
dividiendo a la militancia y lo peor, está dejando solo al presidente en su
decisión de transformar para bien la vida pública de México. La señora Polensky
solo se ocupa de enhebrar sus redes políticas para seguirse manteniendo en el
poder
Hay personas y grupos que esta situación les genera
felicidad. Cuando hablan de que están apoyando la 4T es solo una manera de
camuflar sus verdaderos propósitos. Las coincidencias que tienen con el viejo régimen
las expresan al través de las conductas del PAN, de la COPARMEX, el INE y el
TEPJF. Todos están en el intento de descarrilar el partido y el programa que
impulsa el presidente. Los “dirigentes” actuales del CEN no sólo se hicieron de
un poder que no merecían, lo obtuvieron en detrimento de quienes querían un partido
para la transformación de México y para el afianzamiento de un nuevo proyecto
de gobierno. Lo lamentable está en que perdieron la oportunidad para construir la
fuerza capaz de darle organización, defensa y persistencia al Nuevo Proyecto de
Nación que votamos más de treinta millones de electores
Hoy el partido Morena está atascado en una penosa plataforma
de dimes y diretes. La presidenta en funciones se ha convertido en la imagen
del desacierto y la desunión. En lugar de atender la vida orgánica, la unidad y
la defensa de los intereses del pueblo, se ha dedicado a decir una serie de tonterías
hoy, para contradecirlas y echarlas por tierra el día de mañana. Los órganos
representativos nombrados para alentar la democracia y fiscalizar el
cumplimiento de las normas internas, simplemente se las ha pasado por el arco
del triunfo poniendo en juego no su autoridad sino su autoritarismo
Rechazamos esta ineficiencia y la pertinaz violación a las
normas que debieran regir en el partido. Exigimos parar las inercias del
agandalle, del arribismo, la antidemocracia y el clientelismo electoral, o pronto
vamos a perder a Morena. Al CEN le ha pasado lo que hoy vive la oposición reaccionaria
y golpista, han perdido el consenso social y para lavar su desprestigio se
siguen montando en la manipulación y en los atropellos a los derechos de los militantes. Se la ha
pasado mirándose el ombligo en lugar de elaborar un discurso en el que se
contemplen la organización y la lucha contra los intentos golpistas de la
derecha fascista. Estamos en la última oportunidad para salvar a Morena de los
gandallas, de los oportunistas y de los emboscados. La movilización, el respeto
a las bases, la democracia y la unidad del partido, deben ser hoy los elementos
que deben ponerse en el centro de cualquier discusión. Si no lo hacemos en esta
coyuntura, se va a profundizar el desencanto y la inactividad de la gente. Hay
que tomar cartas en el asunto, de lo contrario, la transformación de México puede
quedar sepultada por un montón de frases demagógicas o por una retórica que ya
le está calentando los tompiates a los miembros de Morena
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