Recuperando
nuestra condición espiritual
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Hoy hablaré de nosotros, de los que hemos remontado los viejos
comportamientos del individualismo y empezamos a reconocernos como integrantes
de una comunidad que reivindica su condición espiritual. De esa que quiere
hacer de la amistad y el amor al prójimo los elementos indispensables para
vivir y para enriquecer la armonía entre los seres humanos. Por siglos, se
generó una cultura que nos aisló unos de otros haciendo que la riqueza social
que aportan las grandes civilizaciones se fuera haciendo patrimonio de los
dueños del poder político y del capital
Los grandes centros urbanos nos disminuyeron de una parte
importante de nuestros sentimientos, de esa ética que debiera alimentar a toda
nuestra sociedad. Lo más grave, consistió en que el sistema social que vivimos nos
educó en un individualismo que ha acabado con las costumbres y las tradiciones
del México profundo. Se acabó con la solidaridad, con el apoyo mutuo, con la
buena vecindad y con el respeto que otrora, habían sido los pilares de la
cultura nacional. Hoy estamos rescatando esa sabiduría que aún sobrevive en
algunas entidades del Sureste de nuestro país, y que sólo etnólogos y
antropólogos como Fernando Benítez y Guillermo Bonfil Batalla, fueron capaces
de diseminarla por las generosas tierras de México
Estos investigadores siempre hablaron de comunidad.
Entendieron que ésta era la célula madre de la sociedad moderna. Pusieron de
relieve la parte esencial que lleva en sus venas la savia que nutre a los
distintos grupos sociales y que, al través del lenguaje, de sus tradiciones, de
sus usos y costumbres, y de su hacer común, no solo sobrevivirían al tiempo,
sino que aportarían a este universo, un desarrollo económico y social del que muchos
nos sentiríamos orgullosos. Pero lo que ayer era la comunidad ahora el sistema nos
está llevando al aislamiento, a la división social y al artificioso concepto de
que lo que importa es el individuo y no la comunidad. Quieren imponernos la idea
de que somos ajenos a nosotros mismos. Que no tenemos la capacidad para construir
los puentes que sirvan para enriquecer nuestra convivencia y fortalecer nuestra
humanidad
Hoy, estamos en la
búsqueda de una nueva relación no solo entre familiares y amigos, sino con los
vecinos y con nuestra sociedad. Vemos que juntos somos más fuertes, aprendemos
más, resistimos mejor los ventarrones de la vida y recuperamos con mayor
presteza el sentido original del vivir comunitario. Le damos vida a lo que ya
estaba descompuesto. Somos una sociedad que desarrolla y trabaja con ideas, que
estudia los problemas, opinamos con conocimiento de causa y disponemos nuestros
ideales y nuestra fuerza para transformar la vida nacional. Con Alan Pauls,
autor del Factor Borges, aspiramos a “construir un universo que sea el punto
estratégico a partir del cual, todos los seres humanos podamos acceder a un
repertorio infinito de mundos posibles” (*) Esa es nuestra aspiración y hoy ya estamos
trabajando para lograrlo
(*) Borges y la Loca Erudición, Alan Pauls, Taller literario
El Sur
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