domingo, 6 de noviembre de 2022

 

Cerremos el paso al adoctrinamiento y a la manipulación

Por JESÚS SOSA CASTRO

Quizá la empresa más difícil de acometer, sea la de hacer posible que en la gente se logre cimentar la creciente necesidad de hacer crecer nuestra conciencia política. La complejidad que vive el mundo está imponiendo distractores para estorbarnos los momentos de lucidez y poder desentrañar el funcionamiento de nuestra sociedad. No estaría mal preguntarnos ¿por qué el mundo de la libertad y el territorio del bien, nos cuestan tanto trabajo entenderlos? ¿Será que somos víctimas de la enajenación del trabajo, del desempleo, la pobreza y la manipulación? ¿Acaso no nos damos cuenta que vivimos angustiados por el futuro, por las adicciones que están matando a nuestra juventud o porque somos anestesiados por la televisión, por las iglesias y por la mayoría de los medios de comunicación?

Nadie parece darse cuenta que la inmensa mayoría del pueblo sufrimos un adoctrinamiento constante, invisible y clandestino por quienes dicen trabajar para informarnos de los hechos que nos cruzan todos los días. Al final, terminamos sometidos a un proceso de manipulación por los contenidos cada vez más llenos de infodemia y de pueriles entretenimientos repletos de basura. En la actualidad los medios en México y el mundo son el bastión principal del poder plutocrático ejercido por empresas internacionales, cuyo objetivo no es defender las causas del pueblo sino los intereses y los fondos buitres de los grandes capitostes del capital

Hasta antes del 2018 en México, eran reducidos los sectores de la sociedad que retrataron minuciosamente la poca resistencia que se hacía contra el poder. La abyecta docilidad con que nos conducíamos la mayoría de la gente a los dictados de la publicidad y la propaganda, terminaba moldeando y sometiendo a las masas amorfas y pasivas. Al llegar AMLO al gobierno, lo primero que nos hizo entender fue la máxima orwelliana consistente en que “las revoluciones por sí mismas no corrigen las injusticias ni la desigualdad. Es necesaria la participación consciente del pueblo para hacerse responsable de evitar convertirnos en masas fácilmente manipulables por los intereses de la oligarquía” (*)

Sin embargo, sostengo que aparte de que en el mundo existe una conspiración oscura, secreta y maligna para someternos, ese mundo y sus “señores” son demasiado estúpidos para fabricar e imponernos en definitiva una logística de tal envergadura. Lo que sí existe contra nosotros, el pueblo, es la inercia de nuestra propia pereza mental, de nuestra indolencia, de nuestra incultura y de no estudiar los problemas que afectan nuestra vida. En la realidad, no nos importa lo que le pasa al vecino, porque la omisión y el individualismo son sinónimos del “bien común” Nuestros adversarios de clase se aprovechan de nuestra inconsciencia, de nuestra pereza mental y política y de la conducta mendaz, arbitraria y sesgada de los medios de comunicación

En el México actual, la derecha ha echado a andar a sus chayoteros de la mayoría de los medios convencionales con la vana intención de tiznar la política y la obra de López Obrador. Desde que participó en la Resistencia Civil contra el fraude en Tabasco en 1994 a la fecha, se han escrito millones de líneas Agatha en su contra. Esta guerra no le fue impuesta solo por ser opositor. O por sus acciones cuando fue jefe de Gobierno. Tampoco es por su discurso que expresa y recoge los problemas y los sentimientos de la gente. Es contra el Nuevo Proyecto de Nación, su aplicación y sus resultados. Estos grandes rubros, por su naturaleza, por lo que significan y por lo que representan para los mexicanos, son la razón del cuestionamiento que hacen estos grupos de poder

Pero los retos que tenemos como pueblo, consisten en hacer profundas las transformaciones de la 4t. La gente está obligada a entender que es corresponsable en la construcción de nuestra democracia, de una convivencia social compatible con una vida distinta y con la naturaleza. No es sólo el gobierno ni sólo las elites políticas las que van a resolver los problemas. Tampoco serán los partidos cada vez más alejados de sus militancias. El pueblo está viviendo el mundo de las ideas, de la reflexión y de las transformaciones. Víctor Hugo nos enseñó que nada tiene tanta fuerza que una idea cuando le ha llegado su hora. ¡Entonces, sembremos ideas, luchemos por ellas para que cambie nuestro mundo, para que florezcan el debate, la reflexión y se acabe con la estupidez de los oligarcas y sus patiños

(*) Rebelión en la granja. George Orwell. Editorial Lectorum 

 

 

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