Cerremos el paso al adoctrinamiento y
a la manipulación
Por JESÚS SOSA CASTRO
Quizá la empresa más
difícil de acometer, sea la de hacer posible que en la gente se logre cimentar
la creciente necesidad de hacer crecer nuestra conciencia política. La
complejidad que vive el mundo está imponiendo distractores para estorbarnos los
momentos de lucidez y poder desentrañar el funcionamiento de nuestra sociedad.
No estaría mal preguntarnos ¿por qué el mundo de la libertad y el territorio
del bien, nos cuestan tanto trabajo entenderlos? ¿Será que somos víctimas de la
enajenación del trabajo, del desempleo, la pobreza y la manipulación? ¿Acaso no
nos damos cuenta que vivimos angustiados por el futuro, por las adicciones que
están matando a nuestra juventud o porque somos anestesiados por la televisión,
por las iglesias y por la mayoría de los medios de comunicación?
Nadie parece darse
cuenta que la inmensa mayoría del pueblo sufrimos un adoctrinamiento constante,
invisible y clandestino por quienes dicen trabajar para informarnos de los hechos
que nos cruzan todos los días. Al final, terminamos sometidos a un proceso de
manipulación por los contenidos cada vez más llenos de infodemia y de pueriles
entretenimientos repletos de basura. En la actualidad los medios en México y el
mundo son el bastión principal del poder plutocrático ejercido por empresas
internacionales, cuyo objetivo no es defender las causas del pueblo sino los
intereses y los fondos buitres de los grandes capitostes del capital
Hasta antes del 2018 en
México, eran reducidos los sectores de la sociedad que retrataron
minuciosamente la poca resistencia que se hacía contra el poder. La abyecta
docilidad con que nos conducíamos la mayoría de la gente a los dictados de la
publicidad y la propaganda, terminaba moldeando y sometiendo a las masas
amorfas y pasivas. Al llegar AMLO al gobierno, lo primero que nos hizo entender
fue la máxima orwelliana consistente en que “las revoluciones por sí mismas no
corrigen las injusticias ni la desigualdad. Es necesaria la participación
consciente del pueblo para hacerse responsable de evitar convertirnos en masas
fácilmente manipulables por los intereses de la oligarquía” (*)
Sin embargo, sostengo
que aparte de que en el mundo existe una conspiración oscura, secreta y maligna
para someternos, ese mundo y sus “señores” son demasiado estúpidos para
fabricar e imponernos en definitiva una logística de tal envergadura. Lo que sí
existe contra nosotros, el pueblo, es la inercia de nuestra propia pereza
mental, de nuestra indolencia, de nuestra incultura y de no estudiar los
problemas que afectan nuestra vida. En la realidad, no nos importa lo que le
pasa al vecino, porque la omisión y el individualismo son sinónimos del “bien
común” Nuestros adversarios de clase se aprovechan de nuestra inconsciencia, de
nuestra pereza mental y política y de la conducta mendaz, arbitraria y sesgada
de los medios de comunicación
En el México actual, la derecha ha echado a andar a sus
chayoteros de la mayoría de los medios convencionales con la vana intención de
tiznar la política y la obra de López Obrador. Desde que participó en la
Resistencia Civil contra el fraude en Tabasco en 1994 a la fecha, se han
escrito millones de líneas Agatha en su contra. Esta guerra no le fue impuesta solo
por ser opositor. O por sus acciones cuando fue jefe de Gobierno. Tampoco es por
su discurso que expresa y recoge los problemas y los sentimientos de la gente.
Es contra el Nuevo Proyecto de Nación, su aplicación y sus resultados. Estos grandes
rubros, por su naturaleza, por lo que significan y por lo que representan para
los mexicanos, son la razón del cuestionamiento que
hacen estos grupos de poder
Pero los retos que
tenemos como pueblo, consisten en hacer profundas las transformaciones de la
4t. La gente está obligada a entender que es corresponsable en la construcción
de nuestra democracia, de una convivencia social compatible con una vida distinta
y con la naturaleza. No es sólo el gobierno ni sólo las elites políticas las
que van a resolver los problemas. Tampoco serán los partidos cada vez más alejados
de sus militancias. El pueblo está viviendo el mundo de las ideas, de la
reflexión y de las transformaciones. Víctor Hugo nos enseñó que nada tiene
tanta fuerza que una idea cuando le ha llegado su hora. ¡Entonces, sembremos
ideas, luchemos por ellas para que cambie nuestro mundo, para que florezcan el
debate, la reflexión y se acabe con la estupidez de los oligarcas y sus patiños
(*) Rebelión en la
granja. George Orwell. Editorial Lectorum
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