domingo, 30 de julio de 2023
El sueño de mi país, es un sueño todavía Por JESÚS SOSA CASTRO Según algunos estudiosos del tema y no pocos opinólogos, aseguran que estamos viviendo la era digital. Lo cual, a mi juicio, es verdad. Pero la historiografía y la filología han demostrado desde siempre, que ha sido en los textos escritos en papel, donde el lector se apropia de mejor manera de todo cuanto ha sido pensado y escrito por la humanidad. Carlos Ruiz Zafón, autor de más de una decena de libros, ha descrito los procedimientos de innumerables poseedores de bibliotecas que han hecho de ellas un escaparate donde duerme un montón de textos que, en lugar de responder al saber, los poseedores de los mismos se olvidan de la historia y de la literatura universal También hay que registrar que hay muchos que presumen su cultura, teniendo en su haber estantes llenos de libros que nunca han leído. Son esa parte de los que simulan y se adornan haciéndose pasar como intelectuales, como los dueños de la sabiduría y del bien hablar, así sea solo con sus amigos o con sus vecinos. Pero en estos tiempos de tanto debate y confrontación ideológica, los libros y su lectura no pueden ni deben ser abandonados por quienes hacen política o por los que abrevan el conocimiento y los testimonios de lo que el hombre ha dejado en los anales de la historia mundial Testimonios de estos tipos de ignorancias existen en México. Hay una larga relación de analfabetos culturales y políticos. Lo vemos a diario con lo que hacen muchos de los aspirantes a encargos de elección popular. En su haber no hay conocimiento del país, de los sentimientos y necesidades del pueblo. Juegan con el folclor, la ignorancia y las botargas. Desacreditan y vulgarizan al indigenismo y banalizan sus culturas, tradiciones y sus necesidades sociales. Inflan su imagen personal con propaganda falaz, porque su cerebro no contiene nada importante para ponerlo en los ojos y en la mente de quienes quieren hartarse de conocimientos y de información Por todo esto, da pena ajena ver a Xóchilt Gálvez, presunta candidata de la oposición a la presidencia de la República hacer de su imagen un instrumento sexual que mordisquea el miembro varonil, supuestamente de alguien de los potentados que la apoyan. Es tanta la incultura y su falta de formación ideológica de todos ellos, que lo que ha resaltado de su figura ante los sectores de la derecha, es su proclive actitud por la banalidad y el fandango. Su falta de decoro y de vergüenza provoca hilaridad por lo que representa como una mujer que aspira a gobernar al país Esta señora y los de su círculo de ladrones y resentidos sociales no saben que desde el siglo XVIII el escritor y político inglés Joseph Addison, señalaba que la lectura es a la mente como el ejercicio al cuerpo. Que en un buen libro se desarrolla un diálogo incesante en el que el político habla y los resultados contestan. Que el leer es una herramienta fundamental para la formación de ciudadanos críticos y participativos. Que los aspirantes a funcionarios públicos son los más obligados a contar con una amplia cultura política para no hacer el triste papel de payasos y botargas alimentando la subcultura en quienes gustan del teatro vulgar Carlos Ruiz Zafón en su hermoso libro La Sombra del Viento nos hizo sentir el frío cuando se entra al Cementerio de los libros olvidados. Señalaba que cuando eso ocurre, vivimos ajenos al encanto de poseer un material entre las manos y abrevar de él la esencia del ensayo, de la novela, de la poesía o de la historia que, como patrimonio, nos ha dejado la humanidad. Los libros rescatan las cosas bellas que los escritores imaginan y describen con su talento. El filósofo alemán Ernst Cassirer agregaba que al “lado del lenguaje conceptual, hay un lenguaje del sentimiento, al lado del lenguaje lógico o científico, está el lenguaje de la imaginación y de la política” (1) Por eso cuando uno lee un libro, se recrean nuestras fantasías adormiladas, hacemos abstracción de nosotros mismos y entramos en el cuerpo y el alma del mundo del escritor. Eduardo García Barros, poeta y musicólogo mexicano, recogió las virtudes de la lectura y el amor por los libros en un poema al pensamiento y a los sueños por hacer nuestra la cultura. “Soñé que soñando estaba, un sueño que yo soñé, y en el sueño desperté, que soñando no soñaba. Aunque al soñar sollozaba, porque soñando quería, que aquel sueño que tenía, fuera ensoñación feliz, el sueño de mi país, es un sueño todavía” (2) Por su parte, el gran Gabriel García Márquez escribió. ¿Si los libros no sirven para apresurarnos la sangre, para abrirnos las ventanas sobre lo misterioso, para ayudarnos a descubrir el mundo, para acompañar a nuestras acciones revolucionarias en lo individual y en lo colectivo, entonces, para qué sirven la lectura y la política? (3) (1) Amanecer en el Zócalo. - Elena Poniatowska (2) Vivir para Contarla. - Gabriel García Márquez (3) José Martí, Poeta y político cubano
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