Avanzamos, pero falta mucho para alcanzar el cielo
Por JESÚS SOSA CASTRO
En su discurso ante la Convención Nacional del 7 de
febrero de 1794, Maximilien Robespierre dijo que “la democracia es un Estado en
el que el pueblo soberano, guiado por leyes que son obra suya, puede obrar por
sí mismo. Si esto no fuera posible, hay que arrebatarle el poder a quienes lo
acaparan, para repartirlo entre el pueblo que es el llamado a ejercerlo para sí”
(1) Doscientos treinta años después, la lucha por la democracia sigue siendo
una demanda inaplazable. Cualquier partido político de izquierda en la época
actual, debe estarse planteando la necesidad de socializar el poder, sin lo
cual, no puede hablarse de democracia
En México algo de esto se está haciendo. Se habla por
los partidos de la coalición Juntos Hacemos Historia que en México, pueblo y
gobierno seguimos construyendo el 2º piso de la 4t. Este discurso produce en
muchos sectores del pueblo enormes trozos de satisfacción. Nos seduce observar
que éstos, ya forman filas de esas fuerzas rebeldes que quieren ser parte
activa de la transformación. En mi intento de entender mejor estas cosas, decidí
irme por la fácil, como bien lo escribió Haruki Murakami. Mi intención es explicarme
las causas de cuando los sentimientos y las luchas de estos actores, llegan a
lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo. Y en ese ir y venir de mis
pensamientos, siento que nada tiene de raro, darle sentido a una alegría que nos
merecemos, porque en el México nuestro, ha nacido una generación de mujeres y
hombres al través de un parto sin dolor. Ese México lo tenían encarcelado, pero
ya anda en busca de alcanzar el cielo del que habla Eduardo Galeano
Sería un contrasentido que, habiendo logrado estos
avances, siguiéramos siendo víctimas de la vieja cultura de la desinformación, de
no atender la obligada formación cultural, que no se le dé el debido valor a la
formación de cuadros, que no se acabe con el oportunismo, la mediocridad y el
chapulineo. Lo que me apena es el triste papel que hacemos muchos de aquellos
que formamos filas en el PC. En sus páginas sólo hay nostalgia, chacoteo, frivolidad.
No estamos aportando ni trabajo ni los elementos políticos e ideológicos que
exigen el debate y los nuevos tiempos. La importancia de estos hechos se suma a
la necesaria defensa de las demandas sociales de los sectores vulnerables. Los
dirigentes no oyen ni consultan a sus bases, sólo las utilizan para fines
electorales. Si esto sigue como hasta ahora no estaríamos construyendo
democracia. Es verdad que mucho ayudan las encuestas, pero la inconformidad de muchos
que se la rifan en el trabajo y en la organización de la gente, está haciéndose
pública en varios lugares del país. Si a todo esto no se le atiende y resuelve
de manera correcta, los esfuerzos por lograr la verdadera transformación se
quedarán varados a la mitad del camino. ¡Ojo con esto!
(1). - Disputar la
democracia, Política para tiempos de crisis. Pablo Iglesias Editorial Akal
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