No nacieron
tontos, sólo han sido adoctrinados
Por
JESÚS SOSA CASTRO
Cuando en 1981 el Partido Comunista Mexicano se
fusiona con otras organizaciones de izquierda, yo era el director de
Tipografía, Diseño e Impresión S. A., empresa del PCM encargada de hacer su
propaganda y de imprimir revistas, libros y materiales de diversos contenidos. Debido
a sus difíciles problemas económicos porque su cliente principal y dueño de la
empresa, no tenía dinero para pagar los trabajos que ordenaba, la nueva
dirección en la que ya estaban Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo,
Ifigenia Martínez y otros compañeros, arbitrariamente me removió de TIDISA e
impuso a una persona de su “confianza” es decir, alguien que venía del PRI
Para defenderme del despido injustificado, dos abogados,
amigos míos me defendieron ante la Junta de Conciliación y Arbitraje. Le ganaron
el pleito a la dirección del ya entonces otro partido. Estas acotaciones personales
vienen a cuento porque después de muchos años me he encontrado con ellos. Gustosamente
hemos reanudado nuestra amistad, aunque aquí entre nos, me resultaron más
derechosos que los patrocinadores de la botarga. No les hice ningún reclamo,
cada quien tiene derecho a pensar y a decidir su rumbo político en razón de su
conciencia o de sus intereses
Lo que me sorprendió y se los he hecho saber en pláticas
diversas, es el cambio político que yo creí consolidado en las filas de la izquierda.
Pues hasta donde yo sabía, eran unos defensores de las causas justas, del
pobrerío, de ese sector social del que le gustaba hablar el inefable Vicente
Fox. Pero en más de treinta años, los tiempos, las circunstancias, los intereses
y la cultura política, les cambiaron el pensamiento y las acciones a estos y a un
montón de derechosos resentidos, por más que sus discursos los adornen con
frases y dichos que nadie les creen. Nuestros reencuentros han sido
respetuosos, a veces ríspidos. Lo trascendente ha consistido en exponer claramente
nuestras posiciones con relación a los problemas del país y de las candidaturas
a la presidencia de la república
Los planteamientos y posiciones de mis amigos son para
mí, decepcionantes. Se acercan mucho a lo que Sigmund Bauman, filósofo polaco describe
en varios de sus textos sobre el comportamiento político de cierto tipo de personas
y grupos. Dice, con razón, que hay quienes defienden la opresión, se humillan ante
los poderosos sin entender lo que eso significa. Sus referentes son el odio a
la democracia, a la participación de los humillados y excluidos. Su
aculturación los ha llevado al servilismo y a defender los privilegios que les proporcionan
las influencias y el poder. Tiemblan ante los avances sociales, ante las movilizaciones
del pueblo, ante la democracia y el logro de la paz. Siempre promueven el
descontento, la violencia social, no tienen proyecto político, ni organización.
Por eso nunca podrán gobernar, no tienen capacidad para sonreír ante los
avances sociales, políticos y culturales de un pueblo en creciente oposición y rebeldía
contra sus explotadores
Lamentable que mis amigos y muchos como ellos, conciban
los avances sociales como el producto de una transacción entre la cesión de
libertades y la comodidad de privilegios mal habidos. Han perdido la dignidad,
el respeto, la tolerancia y el amor por los demás seres humanos. Los portadores
de estas actitudes son hoy severamente acotados por la mayoría del pueblo. Han
entrado en abierta contradicción con las conductas vigilantes, transparentes y
democráticas de la mayoría de la gente. Su fuerte es el odio, el rencor y el
clasismo, por eso se retuercen como tlaconetes de rancho. Son esos que Sigmund
Bauman definió como los “eternos ignorantes, los que no han aprendido a pensar,
los que defienden a los corruptos, a las corporaciones codiciosas. Son los distraídos,
los educados por televisa, TV Azteca y por la mayoría de los medios de
comunicación. Por eso los ricos no tenían nada que temer. No nacieron tontos,
sólo han sido adoctrinados”
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