Un viaje
de terror (1)
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Poco después de la represión del 68, a resultas de la guerra
fría en el mundo y la persecución permanente contra los opositores en México,
el Comité Central del Partido Comunista Mexicano me sacó temporalmente del país.
Los riesgos de caer preso o asesinado por andar metido en el movimiento de masas,
particularmente en el Magisterio nacional, llevaron al CC a mandarme a estudiar
dos años a la URSS. Era costumbre que, al regreso, el que había ido a estudiar,
se convertía en un profesional en la lucha y defensa del movimiento obrero. Nunca
me había subido a un avión, no hablo otro idioma más que el español, mis raíces
provincianas y la falta de experiencia para viajar a otras partes del mundo, me
introdujeron, desde el principio, una especie de miedo escalofriante
La ruta del vuelo era México, Madrid, Berlín, Moscú. Las
indicaciones recibidas por la dirección del PCM fueron las de actuar con mucha
discreción, pues los servicios de inteligencia de los Estados Unidos estaban
presentes en todos los aeropuertos para cazar a los comunistas. Todo iba bien
hasta Madrid. La escala Madrid Berlín sufrió cambios debido al mal tiempo. Lo
que obligó a los pilotos a aterrizar en la parte occidental de Alemania. Allí nos
hicieron bajar del avión y pasar por un registro policíaco en el que sufrí el
mayor estado de terror. Me preguntaban cosas que evidenciaban represión
Después del interrogatorio, los policías me condujeron a la
línea divisoria de lo que en ese entonces se llamaba el muro de Berlín. Con mi
maleta a cuestas y sin un rumbo fijo, caminé hacia un puesto de policías en la
parte Oriental. La presencia de un extranjero provocó desconfianza y dudas sobre
lo extraño que estaba pasando. Se hicieron consultas telefónicas y al final de
unas horas, llegó una persona que hablaba el español. Me preguntaron mi nombre,
porqué estaba allí, a donde me dirigía y las causas por las que había aterrizado
en la parte occidental de Alemania con los riesgos que eso implicaba
Soy comunista mexicano, les dije. Voy a estudiar a la escuela
de cuadros del PCUS. Por problemas de tránsito aéreo el avión aterrizó en otro
lugar. Enterados de mi situación me llevaron a un hotel. Me trataron bien. Al
día siguiente me llevaron al aeropuerto y en un avión de Aeroflot me embarcaron
rumbo a Moscú. Ya en ese país, el trato fue entre camaradas. Me llevaron a una casa
de campo para hacerme un chequeo médico. Días después me operaron de las
amígdalas. En el bosque frío y con la nieve deslumbrante mi recuperación la disfruté
con los mejores helados que jamás había tomado en mi vida
Ya recuperado llegué a la escuela. Me entregaron mis documentos para moverme en el país. Las clases nos las daban en español. El idioma ruso fue un problema para mí. Los primeros días los alimentos los pedía al través de señas. A los pocos meses ya me daba a entender y me movía solito por la ciudad y por los lagos y ríos que dan vida a Moscú
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