martes, 23 de julio de 2024

Un viaje de terror (1)

Por JESÚS SOSA CASTRO

Poco después de la represión del 68, a resultas de la guerra fría en el mundo y la persecución permanente contra los opositores en México, el Comité Central del Partido Comunista Mexicano me sacó temporalmente del país. Los riesgos de caer preso o asesinado por andar metido en el movimiento de masas, particularmente en el Magisterio nacional, llevaron al CC a mandarme a estudiar dos años a la URSS. Era costumbre que, al regreso, el que había ido a estudiar, se convertía en un profesional en la lucha y defensa del movimiento obrero. Nunca me había subido a un avión, no hablo otro idioma más que el español, mis raíces provincianas y la falta de experiencia para viajar a otras partes del mundo, me introdujeron, desde el principio, una especie de miedo escalofriante

La ruta del vuelo era México, Madrid, Berlín, Moscú. Las indicaciones recibidas por la dirección del PCM fueron las de actuar con mucha discreción, pues los servicios de inteligencia de los Estados Unidos estaban presentes en todos los aeropuertos para cazar a los comunistas. Todo iba bien hasta Madrid. La escala Madrid Berlín sufrió cambios debido al mal tiempo. Lo que obligó a los pilotos a aterrizar en la parte occidental de Alemania. Allí nos hicieron bajar del avión y pasar por un registro policíaco en el que sufrí el mayor estado de terror. Me preguntaban cosas que evidenciaban represión

Después del interrogatorio, los policías me condujeron a la línea divisoria de lo que en ese entonces se llamaba el muro de Berlín. Con mi maleta a cuestas y sin un rumbo fijo, caminé hacia un puesto de policías en la parte Oriental. La presencia de un extranjero provocó desconfianza y dudas sobre lo extraño que estaba pasando. Se hicieron consultas telefónicas y al final de unas horas, llegó una persona que hablaba el español. Me preguntaron mi nombre, porqué estaba allí, a donde me dirigía y las causas por las que había aterrizado en la parte occidental de Alemania con los riesgos que eso implicaba

Soy comunista mexicano, les dije. Voy a estudiar a la escuela de cuadros del PCUS. Por problemas de tránsito aéreo el avión aterrizó en otro lugar. Enterados de mi situación me llevaron a un hotel. Me trataron bien. Al día siguiente me llevaron al aeropuerto y en un avión de Aeroflot me embarcaron rumbo a Moscú. Ya en ese país, el trato fue entre camaradas. Me llevaron a una casa de campo para hacerme un chequeo médico. Días después me operaron de las amígdalas. En el bosque frío y con la nieve deslumbrante mi recuperación la disfruté con los mejores helados que jamás había tomado en mi vida

Ya recuperado llegué a la escuela. Me entregaron mis documentos para moverme en el país. Las clases nos las daban en español. El idioma ruso fue un problema para mí. Los primeros días los alimentos los pedía al través de señas. A los pocos meses ya me daba a entender y me movía solito por la ciudad y por los lagos y ríos que dan vida a Moscú   

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