martes, 11 de diciembre de 2018


Las decisiones secuestradas

Por JESÚS SOSA CASTRO

El proyecto para cambiar las prácticas políticas en México se encuentra en serio peligro. Los mafiosos están saliendo de sus madrigueras para impedir la pérdida de sus viejos privilegios. Desde el principio, el actual gobierno dijo ser respetuoso de la separación de poderes.  Pero una cosa es Juan Domínguez y otra cosa es no me chingues. Ningún poder de los tres existentes, tiene la potestad para ir más allá de los intereses del único poder que está por encima de todos los demás, es el poder del pueblo, el cual está expresado en la Constitución General de la República
Sin embargo, al cabo de seis meses en que una parte importantísima de amplios sectores del pueblo se expresó en las urnas, el poder Judicial, el más remiso en la aplicación de la justicia, el más deshonesto y el más corrupto, empezó a mostrar su indisposición para aplicar la ley de acuerdo con lo que mandatan los artículos 39 y 127 constitucionales. Por lo visto a esta caterva de funcionarios y políticos, les cuesta mucho trabajo entender el significado de la soberanía popular, sus alcances y sus límites. Les gusta más aplicar la interpretación que delega esa soberanía popular en los Poderes de la Unión, los partidos políticos y en un sistema electoral sumamente costoso y deficiente. Esa soberanía nacional que es esencial y que de origen radica en nosotros, hoy se haya encargada a Instituciones y servidores públicos que hace mucho han dejado de representarnos
Si entendemos bien lo que establece la constitución en su Artículo 39, el poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El poder nació en nosotros y se ejerce para nuestro beneficio, el de todos. Si así es, entonces ¿qué tuvo que pasar para que el poder público se nos arrebatara y se convirtiera en un arma para mantener un esquema de riqueza y privilegios concentrados en una minoría? Hoy lo que vemos los mexicanos es una enorme desigualdad, una pobreza incontenible, una impunidad lacayuna y una inseguridad alarmante
El encabronamiento de la gente que votó por un proyecto distinto al de los partidos sistémicos tiene mucha razón de ser ¿Cómo creer que el poder público se instituye en beneficio del pueblo cuando miles de millones de pesos se desvían de programas y servicios públicos para enriquecer a funcionarios buenos para nada, apoyadores del sistema, centaveros y hasta integrantes del crimen organizado? ¿Cómo creer que el poder nace en nosotros y se instituye en nuestro beneficio si la opulencia con la que viven los gobernantes, los miembros de la SCJN, los funcionarios de los organismos autónomos y la mayoría de los políticos, contrasta con la lacerante miseria de los gobernados? ¿Cómo creer que el poder se ha ejercido en nuestro beneficio cuando la justicia no se administra o se administra discrecionalmente, mientras se excluye de responsabilidad a los que detentan el poder?
¿Cómo no irritar a la gente cuando la SCJN, el TEPJF, el INE y los corruptos PRI, PAN, PRD y MC se han convertido en la cloaca en la que los mafiosos, vivales, funcionarios y políticos, depositan su odio y su rechazo a las políticas sociales de López Obrador? ¿Cómo no reaccionar cuando en la fracción II del artículo 127 Constitucional se dice de manera categórica que ningún servidor público podrá recibir remuneración mayor a la establecida para el presidente de la República mientras los de la Suprema Corta se hinchan con el dinero de los contribuyentes?
¿Por qué las élites políticas reaccionan con evidente virulencia en contra del gobierno de AMLO? ¡Simple! Están perdiendo sus privilegios, se les ha quitado la máscara que los hacía pasar como funcionarios decentes para poner al descubierto su rostro de ladrones, leguleyos y corruptos. Tan es así que la “oposición” que integran el PRIAN y sus achichincles, pidió a la SCJN que le redactara la iniciativa de ley que después operaron para congelar la que regula los Salarios de los Funcionarios Públicos. Los de la SCJN cambalachearon la congelación de la ley referida a cambio de mantener sus salarios. El PRIAN recibió por el servicio prestado a la SCJN para que conservara sus privilegios, la entrega de la gubernatura de Puebla que no había ganado en las urnas 
Es un hecho que los integrantes de las instituciones y partidos políticos señalados no cambiarán de actitud. Les ha dolido demasiado su derrota y ahora están operando para vengarse.  ¡Espero que no se equivoquen! Porque si el gobierno, el partido o el parlamento no convocan al pueblo para que defienda sus conquistas, el pueblo lo hará por su cuenta y las calles y plazas públicas serán cubiertas por la gente que busca rescatar la libertad, la honestidad y la justicia. El 39 contiene su propia vida, la mía, la tuya, la de los 43 de Ayotzinapa, la de miles de mexicanos desaparecidos, torturados, asesinados. ¡El pueblo no olvida, en cambio, el pueblo pone y el pueblo quita!





miércoles, 5 de diciembre de 2018


Jugar sin miedo en un país otrora acobardado

Por JESÚS SOSA CASTRO

No exagero si describo algo de lo que pasó el 1º y el 2 de diciembre y lo califico como un hecho extraordinario. Con seriedad y sin falsas solemnidades afirmo que el mar de gente que acompañó a AMLO el día de su investidura como presidente constitucional de nuestro país es algo tan importante que la izquierda ni nadie pueden simplistamente considerar como un hecho más en la vida política de México. La presencia de miles y miles de personas, representativas de todos los sectores sociales, son una fuerza que gana espacio para expresar sus ideas, sus sentimientos y visiones para transformar el mundo en el que vive. Tomo como referente este hecho para dar mi opinión sobre lo que yo viví en este maremágnum político y social
Estuve siguiendo con sumo cuidado lo que ocurrió en el Congreso de la Unión y en el Zócalo de nuestra ciudad capital el día 1º de diciembre. Muchas de las personas con las que platiqué afirman que de los cientos de miles de asistentes al zócalo y calles aledañas eran mujeres y jóvenes. Decir esto ya es en sí algo muy importante que conviene analizar. Pero el hecho principal, a mi juicio, está en que de manera creciente y a pesar de las recurrentes campañas de miedo y de confusión calculada, los miles y miles de mujeres, jóvenes, niños y adultos, estaban participando por sí mismos en uno de los acontecimientos históricos más grandes de las últimas décadas. El rostro de estos seres humanos expresaba una alegría que les salía del corazón y se afirmaban como partícipes de un proyecto de gobierno que a la mejor aún no entienden a cabalidad
Pero este enorme torrente de mujeres y hombres saltó la barrera que les ha impuesto por años la cultura de la abyección. Dejaron de ser víctimas y presas de la pasividad, para jugar un papel preponderante en la lucha entre los que queremos un país de libertades y de justicia y aquellos que en sus cotos de poder o en la sombra de la política le siguen prendiendo incienso a los conservadores, a los Maximiliano, a los Miramón y a los Mejía. Hoy para derrocar a estos representantes del oscurantismo, las mujeres y los hombres somos  esa fuerza que se necesita, la que exige la construcción inmediata de un partido que sea capaz de garantizar el éxito de las propuestas de gobierno en las que están contenidos los sentimientos y necesidades del pueblo
Gioconda Belli ya lo apuntaba de manera perspicaz. Los ciudadanos empezamos a jugar “sin miedo en un país acobardado en el que la valentía y el arrojo eran contagiosos como el catarro. Bastó destapar la olla que llevaba años cociéndose en su propio barro para que la esperanza dejara sentir su olor a hierbabuena” y justo, esto sucedió el 1º de julio y el 1º de diciembre. El movimiento que generó las expectativas que hicieron suyas treinta millones de mexicanos mostró un valor políticamente incalculable. La afirmación de esta esperanza que el domingo dos de diciembre hizo presencia en el zócalo capitalino no solo cimbró la conciencia política de amplios sectores de la opinión pública, sino que se apersonó un sunami que urge encausar, darle la dirección que necesita para así evitar que nos lleve a un nuevo desastre
La aparición de este fenómeno multitudinario está exigiendo de la izquierda revolucionaria un examen profundo y responsable. Se trata de ver hasta qué punto esta izquierda está capacitada para aportar ideas y propuestas para consolidar este enorme movimiento popular. Necesitamos entender que si éste no se le encausa de manera debida, si no construye su propia dirección política que responda a los requerimientos del país, si no se aprecian  los intereses y sentimientos de la gente, si no se le rodea del apoyo necesario y de la experiencia política de quien la tenga, entonces, el fracaso de este movimiento que dio la cara en los últimos meses, puede convertirse en una derrota más para la izquierda y para el resto de la sociedad
Yo tengo varias décadas apostándole a la construcción de un partido revolucionario, de clase, que luche, confronte y derrote a una burguesía en cuyas entrañas se contiene lo más reaccionario y conservador que registra la historia. Pero mi esfuerzo, mi trabajo y mi lucha, finalmente, se toparon con algo que no esperaba ver. Al paso de los días y adherido a ese proyecto me encontré con mi gente, con mi pueblo que ansiaba con todo el corazón que algo pasara para acabar con quien por más de ochenta años habló en nombre de una revolución que desde su origen le fue arrebatada a los mexicanos por aquellos que pronto se olvidaron de ellos
Esa gente que salió el 1º de julio, la que salió a librar el más importante combate en contra de esta mafia rapaz, esa gente, es mi gente. Por eso estoy con ella. Cuestionando sus debilidades, pero sufriendo a su lado los avatares que impone el esfuerzo por derrocar a esta burguesía que siempre se había creído indestructible