miércoles, 24 de junio de 2020


De cómo un niño lo hizo volar un colibrí

Dedicado a mi padre

Por JESÚS SOSA CASTRO

Después de varios meses de encierro volví a mi guarida de descanso en un lugar de Morelos. Cuando vivía mi padre y nos visitaba, solíamos caminar por las tardes acompañados de mi perro Yari por los jardines y calles empedradas de este tranquilo lugar. Casi no hablábamos, pero en ambos, algo silencioso iba con nosotros y por momentos sentíamos que eso, estaba a punto de estallar.  Mi padre había acumulado hechos y experiencias que de cuando en cuando me los compartía. Hablaba de la pobreza que vivió, del mal trato que recibía de sus padres, de su conducta solidaria con otros agraviados por el autoritarismo de los tatas mandones. La mayoría de éstos eran explotadores de su propia prole, de las esposas o de sus hijos políticos. Así era el patriarcado. Esas caminatas eran para mí una especie de recuperación de los años que me separaron de él. Nuestra junta quería expresar el sólido cariño que en nosotros habían dejado los años
Después de un buen caminar, volvíamos a la casa, para acogernos a la verde y frondosa placidez del encino que aún sigue orgullosamente de pie. Disfrutábamos del gorjeo y el aletear de los mirlos y las urracas que llegaban a dormir. Tal vez buscaban el silencio para estar en condiciones de cerrarles las alas a sus sueños. En una de esas salidas mi padre me dijo: Te voy a contar algo que aún traigo pegado a mi piel. Empezó hablando de su vida, de sus apuros económicos, de sus aspiraciones frustradas y de su ignorancia por apenas saber leer y escribir. Yo lo oía con respeto no solo porque era mi padre, sino porque sus narraciones cruzaban todas las fibras de mi corazón
Lo que más me llegó, empezó diciendo mi padre, fue la vida de un niño, hijo de un indígena que trabajó conmigo y al que por apodo le llamaban “El Cuándo” El papá y él, apenas pergeñaban el español. Nunca conocí sus nombres. La carga de las preocupaciones era que su hijo fuera a la escuela, que aprendiera a leer y escribir, jugar con sus compañeros, celebrar con ellos sus encuentros. ¡Lo logró! El niño de vez en cuando, expresaba su deseo de llevar sus pasos por los lugares que a él le atraían, aunque siempre caía en la tentación de andar por donde iba la bola. Un día, sin pensarlo mucho, se encaminó por las veredas que él conocía. Le gustaba juguetear con su soledad, con sus recuerdos y disfrutar de las sombras de un viejo tamarindo que siempre le daba cobijo a su cansancio y a sus enfados
Aunque sus amigos lo jalaban, casi siempre tomaba ese rumbo, traía el ADN de un campesino, gustaba de la naturaleza, le cautivaban las ramas del viejo árbol, su tronco, sus raíces. Al pasar por allí, siempre hacía una parada, veía a su alrededor, y en pleno descanso, miraba hacia el frondoso ramaje del árbol cuyos frutos degustaba con fruición. Observaba que en sus flores y frutos se posaban toda clase de aves y de insectos. Pero era un colibrí el que le llenaba de admiración y de ternura. Le gustaba la libertad con que iba y venía este hermoso pajarillo. Su esbeltez, sus veloces alas y su pico largo oteaban todo en busca de la miel que se escondía en el lugar donde a las flores les nacen los pistilos
Yo quiero ser un colibrí, decía para sí el niño. Y empezó a zurcir en su cerebro todo un ato de ideas que lo hicieran parecerse a este hermoso chupaflor. ¿Cómo haré, se preguntó, para volar como él? Pensativo y con rápidos reflejos pensó que la respuesta la traía en su mochila. Y el niño empezó a leer renglón por renglón todo el acervo que, sin saber, cargaba en su pesado equipaje. Su proyecto de convertirse en colibrí empezó a tomar forma, sintió que le salían alas, que su pensamiento volaba y que las palabras de sus libros le insuflaban el aliento necesario para levitar. El niño nunca dejó de pasar por las sombras de su árbol. Sus ideas eran un espejo en el que podía ver las lecturas que andaban en su cerebro. El colibrí, orgulloso de seguir viendo a su amigo, continuaba su vuelo chupando la miel de las flores. Estaba complacido de ver que el joven de ahora, seguía estudiando el mundo desde las mismas sombras de su viejo y amado tamarindo

miércoles, 17 de junio de 2020


La nueva normalidad. ¡Una interpretación personal!

Por JESÚS SOSA CASTRO

Con motivo de la pandemia, el gobierno de la República está planteando que, dadas las circunstancias, vamos a entrar a una Nueva Normalidad. Se dice con frecuente recurrencia que esta transición, obedece a que el virus Covid- 19 va a vivir con nosotros por tiempo indeterminado, que en una sociedad alimentada con comida chatarra varios tipos de virus le producen efectos devastadores, que es consumidora empedernida de bebidas azucaradas, que en general, no hace ejercicio, la mayoría es obesa e hipertensa y, por lo tanto, vulnerable en grado sumo a las enfermedades crónico-degenerativas y a las pandemias como la influenza y el coronavirus
En el imaginario colectivo hay suficientes razones como para empezar a cambiar no solo los hábitos alimenticios sino la cultura y la mentalidad de un individualismo neoliberal en el que, por encima de las personas siempre estuvo el interés por el negocio, el mercado y la usura. Grandes empresas industrializadoras de alimentos y bebidas, nunca les importó la salud y el bienestar de la mayoría de los mexicanos. El virus que nos tiene en vilo en México y en varios países del mundo, nos obliga a entrar a una etapa que requiere poner en juego una nueva concepción de la vida. Cambiar nuestros hábitos que nos impuso la ortodoxia neoliberal, así como las conductas a las que nos sometió la otrora vieja normalidad, se han convertido en las exigencias de los nuevos tiempos
Pero hagamos el intento de ubicar los problemas a los que nos vamos a enfrentar. Un cambio en nuestros hábitos y procederes sociales, no es poca cosa. Por siglos, se nos impuso una cultura que llevaba en sus entrañas la tesis de que el hombre, hablando genéricamente, era un ser gregario por excelencia, cuyas demandas y servicios, sólo podían ser satisfechos viviendo en comunidad. Su consecuencia, llevó a un confinamiento en grandes ciudades, pueblos y rancherías en los que se generaron costumbres, culturas, hábitos, leyes y enfermedades que normaron su vida para bien y para mal
Todo esto en su conjunto, dio origen a una institucionalidad en la que, para convivir, eran necesarias las normas jurídicas, sociales y culturales que permitieran el desarrollo civilizatorio y armónico de quienes habían convenido asumirse como integrantes de esa colectividad. Sin embargo, el negocio y la voracidad de las industrias del consumismo, especialmente de los alimentos industrializados, las bebidas azucaradas, la cosmetología, los fármacos milagrosos, y la industria del entretenimiento, entre otras, se impusieron sin ninguna consideración sanitaria ni ética para envenenarnos física y mentalmente. Nos arrolló una propaganda enfermiza que derivó en padecimientos crónicos contra niños y adultos que hoy repercuten en las pandemias que azotan a la humanidad
Es tiempo de cambiar las formas de cambiar. Si hemos arribado a esta conclusión, veamos cuáles van a ser los pasos y los tiempos que tenemos que dar para darle la vuelta a la diabetes, a la hipertensión, a los problemas renales, a la obesidad, a las comidas chatarra, a las bebidas azucaradas y, en consecuencia, a las pandemias que azuelan al país
¡El reto no es fácil! No resolveremos estos problemas sólo mediante campañas de sensibilización. Se requiere cambiar la distribución de la riqueza, aumentar el presupuesto para la educación, contar con trabajos bien remunerados, modificar nuestros hábitos y comportamientos sociales y abrirle espacio a una nueva cultura en la que el centro de la atención y el debate sean los seres humanos y no la usura o los negocios de la muerte. La pobreza, la marginación y la falta de expectativas de vida de los pueblos originarios y de la gente que vive en los grandes centros urbanos, deben dejar de ser los reservorios de los intereses mezquinos de empresarios genocidas
Vale reconocer que el gobierno federal ha percibido que tenemos que cambiar y construir una nueva normalidad. ¡No es un slogan ni un capricho! El neoliberalismo está en agonía en todas partes y ya no tiene ni fuerzas ni propuestas para superar sus crisis. El mundo está urgido de un sistema económico y social en el que no sea el capital sino un nuevo ser humano el que se apropie de un futuro mejor. Para lograrlo, tenemos que desarrollar y poner en práctica nuestra compleja imaginación, que ayude a sacar adelante las nuevas políticas sociales. El partido puede ser un buen instrumento para conducir y orientar estas políticas si le hacemos ver que también tiene que cambie sus formas de cambiar. Su ausencia política debe termina. A nuestras filas, debe llegar la Nueva Normalidad, así tengamos que correr a quienes hasta ahora, sólo nos han producido vergüenzas y traiciones


 

miércoles, 10 de junio de 2020


Un partido en busca de su futuro
Por JESÚS SOSA CASTRO
Si el propósito original de Morena era ganar la presidencia de la República y la mayoría en las cámaras del Congreso, hizo bien en llamar a personas y grupos que nada tenían que ver con la izquierda. El olfato político de éstos y la derrota personal que arrastraban, les hizo dar un salto a Morena que ya pintaba como la fuerza política que podía ganar la elección. Sería injusto afirmar que muchos de esos chapulines, ahora convertidos en personajes del deshonor y la traición, llegaron por sí mismos al partido. Una buena parte de ellos fue invitada exprofeso por quienes en ese momento decidían las políticas y eran los estrategas electorales. Con esa idea, se les incorporó, sin más, pensando que iban a potenciar el voto a favor de nuestro proyecto. No trabajaron, simplemente los hicieron candidatos a puestos partidistas o a encargos de representación popular en todos los niveles. Ellos con los privilegios, los cuadros y la militancia, con el trabajo

¿Aportaron votos, confianza y contribuyeron para sacar adelante el proyecto de la cuarta transformación? Algunas personas y grupos si, no muchos, por cierto. Los demás llegaron, sin fuerza alguna, sin entender el sentido de nuestra propuesta política, pero eso sí, estaban listos para llenarnos de vergüenza. Fue la participación de la mayoría del pueblo, la que empujó el triunfo político, a partir del liderazgo y la cercanía que AMLO había venido cultivando con él desde décadas atrás. Estos personajes que se metieron por la ventana a la Coalición, pronto enseñaron el cobre, nunca presentaron iniciativas de ley, no volvieron a sus distritos, se convirtieron en levanta dedos y los más, se dedicaron a hacer crecer sus relaciones y contactos para seguir en la nómina de los que cobran, pero no trabajan. Mientras, la militancia sin recursos y a costa de sus tiempos, les construía la plataforma para que, orondos y casquivanos, se pasearan sin problemas por los recovecos de la política

No pasó mucho tiempo para que, a esa gente, la mayoría, les reventara la corrupción y el arribismo que llevaban dentro. Se hicieron de negocios particulares, hincharon sus bolsillos con recursos públicos, pusieron a sus familiares y amigos como Servidores de la Nación, y sin haber jugado un papel decoroso como parlamentarios, funcionarios públicos o dirigentes del partido, pusieron a funcionar sus relaciones políticas y sus clientelas personales con la expresa idea de seguir medrando al amparo del poder y de los recursos del erario. En las últimas semanas, los medios de comunicación y la mayoría de los chayoteros pusieron en circulación millones de líneas ágata con el deliberado propósito de desacreditar a Morena por las traiciones de personajes como Yeidkol Polanski, Lylly Téllez, Germán Martínez, Jaime Bonilla, Miguel Barbosa y otros camajanes al servicio de los derechosos o cooptados por los restos del PRIAN

Habilidosos y pragmáticos como son, ninguno adelantó su disposición de apoyar al candidato de la izquierda opositora hasta estar convencidos que no darían pasos en falso. Para hacerlo sin riesgos esperaron a estar seguros de que AMLO sería el ganador de la contienda. Vista la tendencia, los zopilotes de la política se acercaron a los machuchones del partido para ver en qué espacios los colocaban. Fue tal el maridaje que se puso en práctica que los susodichos, no fueron incorporados al trabajo, a la organización de la actividad electoral, no hicieron fila ni mérito alguno. De inmediato fueron colocados como candidatos a diputados federales y locales, senadores, a presidentes municipales, a alcaldes o a dirigentes del partido. ¡Muchos lograron lo que querían! Después de dos años decenas de ellos pasean su ignorancia y el deshonor por los corrillos de las oficinas públicas o de Morena, en busca de más relaciones políticas para seguir pegados al poder. Otros piensan que la insidiosa campaña en contra del proyecto de la 4T y en particular contra el presidente, va a llevar al partido y a sus aliados a perder las elecciones en el 2021 o en el 2024. Esta es la razón por la cual muchos ambiciosos ya se andan repegando a las fuerzas de la derecha para que, como ratas, puedan brincar a otro barco que les permita seguir viviendo del poder como lo hicieron en Morena

Lamento decirles que sus cálculos se pueden caer.  A la militancia y al pueblo no les gustan los traidores, siempre les han hecho daño a los proyectos democráticos y al país. Si de algo pueden criticar a las bases de Morena, es haber sido demasiado tolerantes con ellos. Pero la neta, ya nos llenaron el buche. Los que votamos por la 4T tenemos el compromiso de sacar adelante este proyecto así tengamos que exhibir o cerrarles la puerta a todos los que están deshonrando y traicionando la confianza del partido y del pueblo. La militancia se activa en busca de un partido con futuro, y éste, lo vamos a construir con el apoyo del pueblo, lo pondremos en acción y barreremos la basura que aún queda en el camino

Millones de ciudadanos, militantes y amigos del partido tomaremos en nuestras manos la lucha por apoyar el proyecto de gobierno que más de treinta millones de personas pusimos en manos del presidente. La tolerancia ilimitada de la mayoría de las bases, no ha sido entendida por los dirigentes de Morena. ¡A oídos sordos, acción desplegada! ¡Ya basta de pretextos! La inmovilidad, la traición y las trácalas de nuestros adversarios internos le están haciendo mucho daño al partido. Premiados por una dirección que nombramos para acabar con estas arañas, es contrario a no mentir, no robar y no traicionar. Exigimos que se atienda a la militancia, que se recojan sus exigencias, se acabe con el oportunismo, se ponga un hasta aquí a las traiciones y se convierta al partido en el sostén de su propio proyecto



  

miércoles, 3 de junio de 2020


Así no, Alfonso

Por JESÚS SOSA CASTRO

Morena vive dificultades internas por errores de conducción política y por no entender lo que está pasando en el país. El Partido, que por dos años encabezó Yeidkol Polensky, lo llevó a una situación catastrófica en su trabajo y en su consolidación organizativa. La pandemia acabó replegando la actividad política y al ensimismamiento de sus bases. ¡Todo esto, se entiende! Lo que no checa, es la ausencia política del CEN y su falta de creatividad para superar estas fallas, para combatir la embestida golpista de la reacción, para acabar con la ineficacia y con la falta de liderazgo que andan perdidos desde hace dos años. Recompusimos el CEN para fijar posicionamientos políticos contra nuestros adversarios y para darle información a las bases y a los que votaron por nuestra opción de gobierno. A cinco meses de haberse elegido el actual comité solo aparece la confusión y el encabronamiento que empiezan a desbordarse en las filas del partido
¿Qué había atrás del entusiasmo que se despertó en el pueblo durante y después de la campaña y el triunfo de la Coalición Juntos Haremos Historia el 1º de julio del 2018? Se equivocan quienes afirman que sólo fue el hartazgo en contra del régimen lo que llevó a las urnas a más de treinta millones de electores que hicieron triunfar nuestro proyecto. Las grandes acciones de masas y el voto que llevaron a la presidencia a López Obrador, fue su permanente trabajo al lado del pueblo, su capacidad para explicarle las causas y razones de su marginación y su pobreza. Fue la propuesta de un proyecto que incluía sus demandas, su participación en la defensa y conquista de sus derechos y libertades. Esto fue lo que convirtió al pueblo en el sujeto que se dispuso a transformar el país
El liderazgo de AMLO como dirigente partidista y como gobernante del país, siempre ha sido cercano a la gente. Abrazó sus sentimientos, sus necesidades, tradiciones y culturas y, con ella, selló el compromiso de que el poder residiría esencial y originariamente en el pueblo, porque éste, en todo tiempo tiene el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Su convicción democrática la resume diciendo que el suyo, también iba a ser un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Su concepción democrática entró en el corazón de la gente y por eso hoy, a casi dos años del triunfo popular, ese pueblo le sigue siendo fiel y dispuesto a caminar al lado de su proyecto
¿Y el partido, dónde está? ¿Ese instrumento que construye opinión, que les da contenido político, organizativo e ideológico a sus propuestas? ¿Que se apoya en sus militantes y en los que votaron por él? ¿Acaso no se ha dado cuenta que ha perdido contacto con sus votantes, con las luchas populares y que se ha divorciado de su militancia, omitiendo el ejercicio de la política e imponiendo dirigentes que nada tienen que ver con la legitimidad y con los problemas que enfrentan las bases en cada entidad? ¿Por qué no recoger la experiencia, el trabajo y los liderazgos locales en los que están contenidos el conocimiento de los problemas y la autoridad moral para dirigir el partido?  Cuando AMLO fue su dirigente el trabajo lo hizo personalmente y en consulta directa con sus futuros militantes. Allí se fraguaron lo comités de base, la discusión y el trabajo colectivos se convirtieron en autoridad política y se generaron las propuestas para elaborar el Nuevo Proyecto de Nación. En cambio, las prácticas priistas puestas en función después de julio del 2018 solo han difuminado la discusión, dividido al partido y paralizado su actividad. Lo que se ha fortalecido es el clientelismo en detrimento de la unidad y crecimiento de Morena
El pueblo y la militancia que apoyan nuestro proyecto, lo hicieron no solo porque el ahora presidente supo recoger los sentimientos y el acumulado espíritu por sembrar una nueva cultura por la democracia. Abrazaron la esperanza de que por primera vez iban a ser los actores de su propia transformación. Entendieron que el poder dimana del pueblo para su propio beneficio y que éste se convertiría en el defensor de las nuevas formas de hacer política. Cuando no se le toma en cuenta y en cambio se le imponen personas ajenas a la entidad y sin consulta alguna a las bases, la militancia se desencanta, se encabrona y rechaza las imposiciones centralistas y antidemocráticas
Aún es tiempo de recomponer las cosas, Alfonso Ramírez Cuellar. Superar las diferencias y problemas del partido no está en las persistentes decisiones cupulares. En lugar de seguir pensando que la solución de los problemas está en personajes desconocidos, ignorantes y corruptos, apóyate en la militancia, en su honestidad, en su trabajo. Oye las opiniones de las bases y facúltalas para que trabajen por la unidad y acción del partido. Los que estás nombrando son desconocidos de la militancia, no conocen los problemas y menos  tienen los tamaños y los méritos para dirigir una organización harto complicada