lunes, 28 de noviembre de 2022

 Con lo que vi hoy, compruebo que tenemos pueblo de sobra

Por JESÚS SOSA CASTRO

Estaba indeciso para ir a la marcha o verla desde mi casa. Los años ya no me permiten tantos lujos de los cuales disfruté en mis años de juventud. En ese entonces acompañaba a Valentín Campa, a Othón Salazar y a Ramón Danzós Palomino en las grandes y difíciles marchas contra el autoritarismo de los gobiernos represivos, por la defensa de la libertad y por la democracia que los oligarcas nos habían arrebatado a la inmensa mayoría de los mexicanos. Pero hice caso omiso a los reumas y a mis pasos lentos y llenos de cansancio. Agarré camino con mi bastón y la compañía de María del Carmen y Emma Rincón, mi esposa y mi cuñada, las cuales me seguían de cerca cuidando que no me fuera a caer o que fuera víctima del ajetreo que producían desde horas tempranas, uno punto dos millones de mujeres y hombres que iban rumbo al Ángel de la Independencia para marchar con el presidente hasta el zócalo de la CDMX

Pasaron seis horas para que Reforma y calles adyacentes dieran paso a cerca de un millón de personas a la plaza de la Constitución o cerca de ella. Nosotros no pudimos llegar. Solo tuvimos la oportunidad de ver y sentir el contento, el convencimiento y la decisión de un pueblo que trae en el alma un elevado nivel de conciencia política y social. Un pueblo que mostraba un rostro lleno de alegría, de saberse parte fundamental de un proyecto político distinto al del prian, el cual ha venido construyendo por años desde las raíces de su ser

Con satisfacción y un poco cansados retornamos a casa trayendo en mente el éxito de una marcha que los racistas y amargados no creían que fuera el pueblo el actor y el hacedor de este titánico y monumental esfuerza en defensa de las demandas del pueblo y de la patria. Estas líneas son para reconocerle a los mexicanos, a mi pueblo, la grandeza y las convicciones que mueven a su espíritu. Un pueblo que dejó muestra imperecedera de que la unidad y las transformaciones a favor del pueblo y de la nación, sólo son posibles cuando hay pueblo y liderazgos que llevan en su corazón y en su pensamiento, el amor por los pobres, por los excluidos. Por los que siempre fueron olvidados y humillados por los señores del poder

A partir de hoy, no pasará nada trascendente si no está presente la fuerza del pueblo, de su conciencia y de su unidad. El presidente dejó claro cómo puede ser el futuro de la patria. El sello será la lucha por el humanismo, por la felicidad, por la libertad, por la justicia, por la democracia y contra las deformaciones políticas e ideológicas de quienes vivieron del esfuerzo del pueblo y del robo que hicieron a la n

viernes, 25 de noviembre de 2022

Los picayhuye, traidores al pueblo y súbditos del imperio

Por JESÚS SOSA CASTRO (Adelanto mi Art. Para que el lunes se ocupen de la marcha)

De un tiempo acá se han puesto a la orden del día desfiguros de políticos que no dan el ancho en el país y corren a pedir chiche a los gringos o a los europeos. Se ve a leguas que tienen una mentalidad de súbditos, de agachones y de entreguistas. Resulta cómico e insultante verlos correr en busca de “luz” que les permita salir de su oscuridad cultural y de su mendicidad política. Pero el mundo de estos señoritos es demasiado estrecho y siempre lleno de simulaciones. Como individuos dedicados a este quehacer son bastante elementales. Nada les sale bien porque no tienen nada que proponerle a la gente. Lo que ponen por delante no son sus ideales, sus proyectos, sus causas. Son los negocios, el poder y el dinero los que determinan su comportamiento

En el México de hoy, tenemos lo que popularmente llamamos los picayhuye. Se parecen a los insectos himenópteros, los cuales, después de inocular veneno a sus víctimas, se van corriendo en busca de su refugio. Son miedosos y cobardes por instinto. Su condición de animales la quieren conservar para seguir picando y envenenando a quienes encuentran a su paso. Pero los animales racionales de los que hoy hablo, eyaculan un deseo permanente por alcanzar sus ambiciones personales y darles sentido a sus deformaciones existenciales. Por eso los rechaza la gente, por ambiciosos, traidores y agachones. Siempre tiran al extranjero para recibir órdenes, descargar su amargura y sus frustraciones. Estas son las causas por las que buscan apoyo de los mandones del imperio

No son capaces por sí mismos de enfrentar las ideas y las acciones de aquellos que miran por su gente, por sus necesidades, por su país. Les resulta banal y despreciable luchar por aquellos a quienes los fachos llaman indios patasrajadas y mugrosos. Los que, según estos aspiracionistas y fifís vergonzantes y acomplejados, no son dignos de ninguna atención. Para ellos es mejor envolverse en las sábanas perfumadas de los que han expoliado a nuestros países los cuales se convirtieron, para mal del mundo, en los señores del poder imperial, cargados de prepotencia y de salvajismo capitalista. Saben que la fuerza ética, política y moral del pobrerío o de la indiada, expresión despreciativa que les sale del hocico a fifís y desclasados, radica en nuestra condición de pueblo y se hace perdurable y profunda en la medida en que confronta sus ideas y sus proyectos de cambio a partir de los intereses de la patria

La pena ajena nos la dan personas llenas de mendicidad social y de lacayismo. Eso de irse a hincar ante supuestos líderes mundiales en busca de consejas y de apoyos a sus políticas antipopulares, es la expresión más indignante del entreguismo. Es su incapacidad para entender y luchar por el pueblo. Defender los intereses de los políticos mafiosos y de los oligarcas sólo los exhibe como traidores a la gente y defensores a ultranza de esos que han llevado el hambre, las guerras y la descomposición social a la mayoría de los países del planeta. Han sido tan inútiles y grotescas sus demandas que los derechosos de EU, del PE, de la ONU, de la OEA y demás instituciones buenas para nada, se burlan de ellos y los tratan con desprecio por arrastrados, lambiscones y antipatriotas. Estos sujetos se llaman Vicente FOX, Carlos Salinas, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Lorenzo Córdova, Ricardo Monreal, Alejandro Moreno, Marko Cortés, David Monreal, Chucho Zambrano y otros, todos hijos putativos de la derecha

George Orwell, uno de los grandes estudiosos de la sociología política, descubrió que “la capacidad de los seres humanos radica no solo en mirar a fondo las cosas, sino en descubrir las sombras que proyectan” (*) Y estos políticos que se mecen en la cuna de los “poderosos” nos han dado muestras sobradas de que no les importa el señorío de la república, ni los intereses del pueblo. Lo que les importa son los pactos que hacen con los adversarios, con los que se chatean en secreto, con los que hacen los fraudes, con los corruptos como Monreal, el INE y el TEPJF. ¡Pero esas maneras de tentarle los tompiates al tigre, los van a llevar a su derrota y a su tumba política! Será el resultado de sus traiciones y de querer hacer las cosas en las sombras, en lo oscurito

Por eso no resulta ni extraño ni sorpresivo que instituciones y gobiernos del extranjero, todos enfermos de soberbia y en estado de agonía política, sean vistos y seguidos por unos mexicanos tránsfugas, traidores a los intereses del pueblo y de la patria. Ven a los extranjeros como gurús ante los cuales doblan la cerviz. Por eso dan pena ajena los súbditos, los lambiscones, los que muestran su indignidad y se convierten en la expresión irrefutable del fracaso. Ese es el triste papel que juegan los que hoy reniegan de sus posturas de “izquierda “ para buscar su reconciliación con el PRIAN. Están volviendo a sus orígenes, al lado de los que defraudan y roban al pueblo y a la nación

(*) 1984, George Orwell, Editorial Lectorum

  

domingo, 20 de noviembre de 2022

 

Fachos, tranzas y cristeros. La disputa del poder

Por JESÚS SOSA CASTRO

En los tiempos pasados, las plazas y calles de México eran los campos de protesta, de lucha y de resistencia, de todos los que el sistema capitalista nos había arrebatado. Éramos los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, el pobrerío, como nos llamara el mariguano de Vicente Fox, los que exigíamos el disfrute de los derechos que nos corresponden como seres humanos. Demandábamos trabajo, justicia laboral, salarios justos, educación, dignidad y libertades políticas y sociales. Miles y miles de mujeres y hombres fueron el ejemplo que la sociedad abrazó porque lidereaban las demandas del pueblo. Porque defendían causas justas que ennoblecían el quehacer y los derechos libertarios de la gente

Fueron nuestros muertos, los desaparecidos, los encarcelados y reprimidos por los dueños del poder, los que, al sacrificar su vida y su libertad, hicieron posible el surgimiento de un México lleno de grandeza, de cultura política y de acciones justicieras. Los fachos que libraban batallas en lo oscurito en defensa de sus preeminencias que les arrimó el sistema, hoy se reagrupan para calmar un poco su histeria. En la marcha del domingo 13 pusieron a flote sus vergüenzas al ensayar una nueva forma de defender los privilegios que los gobernantes protervos les entregaron de manera ilegítima. En ese andar, se encontraron con que hay un pueblo que no conocían, un pueblo que siempre ha puesto en juego su casta para acabar con las tranzas, los fraudes y los privilegios de políticos, consejeros, magistrados y ministros que representan lo más corrupto y podrido del sistema

El modelo que nos quieren imponer los señoritos del dinero y los desclasados, los ignorantes y aspiracionistas, como José Goldenberg, Chucho Zambrano, Ricardo Monreal y sus compinches, quieren ser parte de aquellos que se hicieron ricos gracias a los negocios ilícitos que les entregaron los funcionarios corruptos. Los que marcharon el 13, lo hicieron para defender los privilegios y los robos que hicieron a la nación. Los gobernantes que les entregaron empresas y recursos monetarios como premio a su abyección y a su incondicional servilismo, debieran ser investigados y sometidos a la justicia, Este sector facho fue el que marchó contra las políticas del gobierno de López Obrador

Los defraudadores, los ladrones, los cristeros, y los lacayos como Vicente Fox, Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo, Santiago Creel, Miguel Ángel Osorio Chong, Chucho Zambrano, Roberto Madrazo, Marko Cortez, José Goldemberg, Claudio X González, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, entre otros, son los asesinos y los más representativos de las violaciones a la ley y la corrupción. Afirman que los avances en la gestión gubernamental son un completo fracaso y una derrota política de AMLO y de su proyecto de transformación. ¡Están retedementes! Los que marcharon el domingo, no fueron gente del pueblo. Porque aquellos que hemos llenado calles y plazas sin ser acarreados ni presionados, ni pagados por patrones o por los que sólo tienen dinero, somos los millones que apoyamos al presidente y que estaremos con él el 27 de noviembre

En este encuentro mostraremos la verdadera fuerza del pueblo. Ese pueblo feliz que no verá los rostros descompuestos por la rabia, por la amargura, por la derrota que viven los fachos. Su frustración la tenemos presente. Es resultado de haber perdido las fuentes de sus ingresos mal habidos. Sabemos que la esencia de sus derrotas está en su individualismo neoliberal, en su alejamiento del pueblo, en su falta de proyecto político. Gustavo de Hoyos dice que “el triunfo de un “México ganador” será posible cuando el individuo logre por su propio esfuerzo una educación de calidad, una salud universal, un retiro digno y una riqueza personal como resultado de su trabajo” (1)

¿De cual México habla este señor? ¿Del que llevó a la marcha de manera forzada y con las amenazas de quitarles su trabajo? ¿A los que producen la riqueza y los han despojado de lo que hacen con su esfuerzo? Los que llevaron a la marcha son aquellos a los que le niegan sus derechos al descanso, a sus prestaciones, a la educación, a los servicios, a la justicia y a la libertad. Los fachos no conocen el amor al pueblo. Lo desprecian, se burlan de él. Pero la mayoría hemos hecho nuestras las palabras de Hegel: “esforzarse por transformar un país, es por el interés de dejarlo mejor que como se encontraba. Porque hacer ese trabajo es el antídoto contra la muerte, la soberbia, el fanatismo y la mediocridad. Porque amar a la gente es dejar de ser uno, para ser todos. Porque cuando amas, no mueres y porque cuando luchas por la transformación social, estás luchando por los demás” (2) Esto es lo que no entienden los fachos. Porque ellos, sólo tienen como Dios, al dinero

(1) La disputa por México, Dos proyectos frente a frente para 2024 Álvaro Delgado, Alejandro Páez Varela. Editorial Harper Collins

(2) Conversaciones con Juan Carlos Monedero. Ramón Lobo. Editorial Turpial

 

domingo, 13 de noviembre de 2022

 

La Gata

Por JESÚS SOSA CASTRO

En los largos años de mi vida han estado presentes mujeres y hombres que me han inoculado conocimientos, experiencias y causas políticas que me enorgullecen. Uno de ellos fue el Profr. Moisés Flores Guevara quien fuera mi maestro en la escuela Rural federal “Bernardino García” ubicada en la parte profunda de la mixteca poblana. De él aprendí lo básico. Leer, escribir, hacer cuentas y un chingo de geografía y de historia del mundo. Pero mi padre, un campesino que le hacía honor a su origen, consideró que con lo aprendido era suficiente y me sacó de la escuela para acompañarlo como peón en las labores del campo. Años después, un tío, maestro en la ciudad de México, fue el que me rescató de esa honrosa actividad y me hizo terminé la primaria

Ya influenciado por el Profesor Rutilio Castro, mi padre permitió que continuara mis estudios en la ciudad de México. A esta ciudad llegué a finales de 1954 y las clases empezaban en febrero del año siguiente. Mientras esperábamos el examen de admisión en la secundaria anexa a la Escuela Nacional de Maestros, la ayuda a mi persona estuvo completamente a su cargo. Vivía con él en el internado y comía las sobras en el comedor de la normal en mi calidad de gaviota. Es decir, de arrimado. Al hacerse el examen de ingreso tuve la fortuna de pasarlo. Me convertí en alumno de esa benemérita escuela y mi tío me gestionó el derecho a tener internado y comedor. A los pocos días empezaron las clases. Adaptarme a los hábitos y comportamientos que se vivían en la gran ciudad, me fue sumamente difícil, al grado de que eso, dio pie a que mis limitaciones como un hijo del campo, con un horizonte cultural limitado comparado con el citadino, desarrolló en mí animadversión contra los estudiantes chilangos

En ese entonces no se hablaba de racismo y clasismo, pero evidentemente, existían. A los que veníamos de provincia, los del DF nos miraban con desprecio. Su vestir y su hablar, destilaban veneno contra quienes traíamos huaraches, ropas de baja calidad y hablábamos con los acentos y modismos de nuestros respectivos terruños. Lo que vemos hoy, sobre las “diferencias sociales” es algo parecido a la humedad: Penetra ´por todas partes. Solo que, a diferencia de mi época de estudiante, hoy la conciencia crítica del pueblo contra las desviaciones de los señorones de la estupidez y la ignorancia, ya no deja pasar lo que oculta la oligarquía y los aspiracionistas de pacotilla. Se les está pudriendo la creencia de que pueden mirarnos desde arriba de sus hombros

La escuela cubre una función social muy importante. Los libros no sólo educan y nos proveen de cultura. Los maestros de ese entonces y muchos de la nueva época, cubrían y cubren un perfil en el que se contiene la sabiduría y la sensibilidad para convertir su trabajo en un ejemplo a seguir por muchos de sus alumnos. Eso pasó en los viejos anales de mi historia. En la primaria y en la secundaria tuve dos maestros que imprimieron en mi ser la lectura, el conocimiento universal, la crítica, la lucha por las demandas del pueblo y una tenacidad a prueba de todo, para no rendir mis banderas ante mis adversarios políticos. Es por esta razón que a muchos años de mi vida y habiendo tenido el orgullo de ser alumno de dos distinguidos maestros, hoy, quiero referirme con inmenso cariño y respeto a La GATA, mujer que fuera mi maestra y quien dejó huella en el transcurrir de mi vida, aportándome, entre otras muchas cosas, una sólida querencia por los libros

Si he de ser fiel a mis recuerdos, debo señalar que el hábito por la lectura fue la obra maestra de esta profesora. Una mujer culta y que el vulgo citadino, los jóvenes aspiracionistas a ser los nomplusultra de la cultura clase mediera, nunca se referían a ella por su nombre. Para ellos, era simplemente, La Gata. Hoy entiendo que le llamaban así porque en la conducta de esos “estudiantes “anidaban el racismo y el clasismo, comportamientos que seguramente habían mamado de sus padres o del ámbito social en el que se movían. Los de provincia como yo, nunca le llamábamos por su apodo. En mi caso, no solo había respeto. Cada clase suya me llenaba de saberes. Libro que analizábamos era para mí un aporte al conocimiento universal, a la crítica y a comprender que la libertad, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír

Con La Gata aprendí que los valores contenidos en el trabajo intelectual, han sido y son, parte de los principios básicos de una civilización fundada en la razón y en las causas sociales. Por eso yo, convencido de estas ideas, soy una especie de guardián de mi propia libertad porque siempre digo lo que pienso. Y lo que hoy creo que soy, como ciudadano y como luchador social, se lo debo a dos de mis grandes maestros: Moisés Flores Guevara y a La Gata. Uno, formador de campesinos libertarios y la segunda, impulsora de cuadros formados cultural e intelectualmente, pero sobre todo, luchadores por la libertad y la justicia

  

 

 

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

 

Cerremos el paso al adoctrinamiento y a la manipulación

Por JESÚS SOSA CASTRO

Quizá la empresa más difícil de acometer, sea la de hacer posible que en la gente se logre cimentar la creciente necesidad de hacer crecer nuestra conciencia política. La complejidad que vive el mundo está imponiendo distractores para estorbarnos los momentos de lucidez y poder desentrañar el funcionamiento de nuestra sociedad. No estaría mal preguntarnos ¿por qué el mundo de la libertad y el territorio del bien, nos cuestan tanto trabajo entenderlos? ¿Será que somos víctimas de la enajenación del trabajo, del desempleo, la pobreza y la manipulación? ¿Acaso no nos damos cuenta que vivimos angustiados por el futuro, por las adicciones que están matando a nuestra juventud o porque somos anestesiados por la televisión, por las iglesias y por la mayoría de los medios de comunicación?

Nadie parece darse cuenta que la inmensa mayoría del pueblo sufrimos un adoctrinamiento constante, invisible y clandestino por quienes dicen trabajar para informarnos de los hechos que nos cruzan todos los días. Al final, terminamos sometidos a un proceso de manipulación por los contenidos cada vez más llenos de infodemia y de pueriles entretenimientos repletos de basura. En la actualidad los medios en México y el mundo son el bastión principal del poder plutocrático ejercido por empresas internacionales, cuyo objetivo no es defender las causas del pueblo sino los intereses y los fondos buitres de los grandes capitostes del capital

Hasta antes del 2018 en México, eran reducidos los sectores de la sociedad que retrataron minuciosamente la poca resistencia que se hacía contra el poder. La abyecta docilidad con que nos conducíamos la mayoría de la gente a los dictados de la publicidad y la propaganda, terminaba moldeando y sometiendo a las masas amorfas y pasivas. Al llegar AMLO al gobierno, lo primero que nos hizo entender fue la máxima orwelliana consistente en que “las revoluciones por sí mismas no corrigen las injusticias ni la desigualdad. Es necesaria la participación consciente del pueblo para hacerse responsable de evitar convertirnos en masas fácilmente manipulables por los intereses de la oligarquía” (*)

Sin embargo, sostengo que aparte de que en el mundo existe una conspiración oscura, secreta y maligna para someternos, ese mundo y sus “señores” son demasiado estúpidos para fabricar e imponernos en definitiva una logística de tal envergadura. Lo que sí existe contra nosotros, el pueblo, es la inercia de nuestra propia pereza mental, de nuestra indolencia, de nuestra incultura y de no estudiar los problemas que afectan nuestra vida. En la realidad, no nos importa lo que le pasa al vecino, porque la omisión y el individualismo son sinónimos del “bien común” Nuestros adversarios de clase se aprovechan de nuestra inconsciencia, de nuestra pereza mental y política y de la conducta mendaz, arbitraria y sesgada de los medios de comunicación

En el México actual, la derecha ha echado a andar a sus chayoteros de la mayoría de los medios convencionales con la vana intención de tiznar la política y la obra de López Obrador. Desde que participó en la Resistencia Civil contra el fraude en Tabasco en 1994 a la fecha, se han escrito millones de líneas Agatha en su contra. Esta guerra no le fue impuesta solo por ser opositor. O por sus acciones cuando fue jefe de Gobierno. Tampoco es por su discurso que expresa y recoge los problemas y los sentimientos de la gente. Es contra el Nuevo Proyecto de Nación, su aplicación y sus resultados. Estos grandes rubros, por su naturaleza, por lo que significan y por lo que representan para los mexicanos, son la razón del cuestionamiento que hacen estos grupos de poder

Pero los retos que tenemos como pueblo, consisten en hacer profundas las transformaciones de la 4t. La gente está obligada a entender que es corresponsable en la construcción de nuestra democracia, de una convivencia social compatible con una vida distinta y con la naturaleza. No es sólo el gobierno ni sólo las elites políticas las que van a resolver los problemas. Tampoco serán los partidos cada vez más alejados de sus militancias. El pueblo está viviendo el mundo de las ideas, de la reflexión y de las transformaciones. Víctor Hugo nos enseñó que nada tiene tanta fuerza que una idea cuando le ha llegado su hora. ¡Entonces, sembremos ideas, luchemos por ellas para que cambie nuestro mundo, para que florezcan el debate, la reflexión y se acabe con la estupidez de los oligarcas y sus patiños

(*) Rebelión en la granja. George Orwell. Editorial Lectorum