miércoles, 27 de abril de 2016

El viejo Tomás

Por JESÚS SOSA CASTRO

Lo conocí cuando recién lo llevaron a su casa. Desde hace 14 años lo vi correr por la calle, desafiante y pendenciero. Era un vecino que iba y venía haciendo provocaciones a sus pares. Tras las puertas, encerrados y mascullando su soledad, le reclamaban a Tomás el ejercicio de su independencia. ¡Le rechazaban su provocación! Cuando pasaba frente a las rejas donde otros lloraban su encierro, Tomás movía su cola y se iba fanfarroneando. Después de hacer este ejercicio y de gozar el enojo de sus vecinos, caminaba horondo por la calle para seguir disfrutando de su autodeterminación
Cuando salía de mi casa rumbo al trabajo, Tomás se iba conmigo varias calles más allá de su domicilio. Había entre ambos una empatía inexplicable que se acrecentaba con el tiempo. En su comportamiento había algo que quería mostrarme o decirme, como que deseaba acabar con la creencia de que los animales no pueden hablar. Sin hacer mayores esfuerzos por entendernos, éramos felices de nuestra vecindad y de nuestra cercanía
Pero hace cerca de cinco años murió su ama. Desde entonces, Tomás empezó a vivir su soledad. La calle siguió siendo su espacio, pero ya no era querido ni buscado por quienes lo arroparon años atrás. Ya no le daban de comer, dormía en la calle, comenzó hacerse un vagabundo. El tiempo y el abandono lo hicieron fuerte, su suciedad iba con él a todas partes como si fuera una cosa que quisiera presumir. Fue haciendo nuevos amigos y éstos, por no dejar, le ponían un poco de agua y de comida en sus puertas para que Tomás mitigara un poco su sed y su hambre
Pero el tiempo es cruel. Tomás se hizo viejo. Su cuerpo se convirtió en un ato de huesos, ya camina poco por las calles. Sólo su necesidad de comer lo obliga a pararse y a recorrer algunos metros para encontrarse con algo para alimentarse. Si no haya nada se pone a hurgar en la basura. Su instinto no lo ha perdido. Pasa por la ventana de mi casa y provoca a Yari. Lo hace con tal fuerza que quienes lo oyen piensan que se quiere cobrarse un agravio. Ambos se ladran como si fueran enemigos jurados. El espacio cerrado de Yari, no permite el acercamiento del anciano animal que, de lograrlo, mi perro terminaría con la escuálida humanidad de su vecino
Hoy domingo me salí a caminar con Yari. La mañana estaba fría y húmeda. De regreso pasamos frente a la casa de Tomás. Estaba tirado en la puerta de la que fue su casa. Ya le costaba trabajo moverse. Dejé a Yari en la banqueta de enfrente atado a un poste y me acerqué a Tomás. Muchas veces lo vi en esas condiciones pero no encontré motivos para tocar su cuerpo y verle sus ojos. Hoy lo hice y me conmovió. Por los pelos hirsutos y mugrosos de sus ojos, escurrían delgados hilillos de agua. Supongo que eran sus lágrimas. Llegué a mi casa y le conté a mi esposa lo que vi en el rostro de Tomás. Casi nos peleamos. En ti no hay coherencia, me dijo. “Te dueles de un perro pero no eres capaz de dolerte de lo que yo hago” Me sentí mal. Di por concluida la discusión y me fui a mi espacio de trabajo
Al poco tiempo regresé a mi computadora y decidí escribir estas líneas sobre lo que parecen ser los últimos días de Tomás. Al hacerlo, quise recordar a mis perros cuando vivía en el campo con mis progenitores ahora fallecidos. A las cinco de la mañana se iban con mi padre o conmigo a buscar los bueyes que, a la salida del sol, ya tenían que estar roturando la tierra. Ignoro qué hacían estos canes durante todo el día de trabajo. Pero a la hora del regreso, estaban con nosotros y juntos volvíamos a la casa. Mi madre hacía unas memelas de maíz martajado y como a perros, se las tiraba. ¡Esa era su comida y el trato que recibían!
En todo ese tiempo no me pregunté ni aprecié lo que representaban estos animales. Sólo oíamos que por las noches, en esa eterna quietud que proporcionan las montañas, los perros ladraban con fuerza anunciando que algo ajeno a la casa se acercaba. Nos cuidaban y yo no lo entendí jamás. Cuando mi padre nos lo trajimos a esta ciudad capital, se trajo su último perro. Entre mi padre y él, había una mutua querencia que persistió hasta la muerte de ambos. Hoy me explico muchas cosas. Reconozco que mi ignorancia no entendió el papel de los animales y en especial el de esos perros heroicos
Si hubiera comprendido lo que son estos fieles amigos, llenos de nobleza y de cariño, no los hubiera tratado con el desapego y la falta de respeto con que los traté en mis tiempos de campesino. Hoy, cuando mi edad se acerca mucho a la de Tomás, escribo estas líneas para reivindicar a esos y a los demás animales. Trato de mostrar lo que es la vejez y el abandono. Seguramente muchos no lo van a entender porque no han llegado a esa edad. Ojalá que la vida de Tomás, ese perro abandonado que va a morir viejo y en la calle, no le ocurra a ninguno de los seres que amamos. Espero que el hombre, en un rasgo de justicia y de humanidad, no permita que la calle, el hambre y el frío, se conviertan en los sepultureros de niños, viejos y pobres que están viviendo la misma suerte que Tomás, un perro que aún vive pero que ya llora su soledad y su hambre 




miércoles, 20 de abril de 2016

No vamos en la misma barca pero enfrentamos el mismo mar (*)

Por JESÚS SOSA CASTRO

El Miércoles trece de abril publiqué un artículo cuyo título era “Hay que matar al mensajero” En él, daba cuenta de la actitud autoritaria y grosera de un operador de Morena cuyo nombre no me interesa recordar. Con ese motivo recibí muchos apoyos, comentarios positivos y dos que tres opiniones admonitorias. Entiendo que unos coincidían conmigo en los señalamientos críticos que hacía y a otros les preocupaba la suerte que podía correr a partir de las amenazas denunciadas. Quiero decirles a unos y a otros, que procuraré hablar más de la política y menos de los políticos. Estos, ya nos tienen hasta la madre. Pondré en el centro del debate los problemas que a mi juicio, están presentes en la vida pública nacional.  De todos modos, a todos agradezco sus puntos de vista
Debo decirles que durante muchos años he luchado contra el sistema. Con ese afán hice míos los esfuerzos y la lucha de revolucionarios como Valentín Campa, Arnoldo Martínez Verdugo, Demetrio Vallejo y de un obrero, comunista excepcional, llamado Arnulfo Córdova, desaparecido y asesinado por el sistema. Con él fundamos la sección sindical de los mineros de Nacozari, Sonora. Era la época de la entrega, de la pasión y el orgullo. Vivir a salto de mata y a veces encarcelado o reprimido, nunca fue pretexto para dejar de hacer el trabajo revolucionario. No es aceptable, por tanto, que un burócrata ponga en duda mi honestidad y mi trabajo 
Es verdad que no todos vemos la luz de este momento ni menos entendemos la complejidad en la que se debate el país. Para estar a la altura de estos requerimientos se necesitan líderes de verdad, de esos que no les da miedo entrar en contacto con la gente. Ya pasó la época de los dirigentes nailon, de los burócratas que ordenan y mandan desde su escritorio. La sociedad mexicana ya está madura para ocuparse de una transformación de fondo que la saque de la ignominiosa situación en que la han metido los mafiosos del sistema. Sólo falta contar con una dirección revolucionaria, capaz, incluyente, que no se la pase viéndose el ombligo, que se articule con los sectores en lucha y que no lastime a su propia militancia
La necesidad de un cambio profundo en el país asoma en todas partes de nuestra geografía. Lo que sucede con los 43 desaparecidos en Iguala, con los maestros, con los estudiantes y con amplios sectores del pueblo, es el anuncio de que la conciencia por el cambio está despertando. ¿Quién de los partidos está atendiendo estos movimientos? ¡Nadie! Todos están ocupados en las cuestiones electorales. Y esto, quieran o no reconocerlo los dirigentes de esos partidos, son su principal debilidad. Los cambios vienen de la participación de las masas en lucha. Los movimientos que cuentan con una dirección revolucionaria
Que las organizaciones políticas del sistema no vean ni trabajen sobre esto, se explica. Pero el partido que convocó al cambio, a la lucha por la democratización de la vida nacional, no puede caer en esas perversiones. Para tener autoridad y ser creíble ante la sociedad no se puede ser candil de la calle y oscuridad de su casa. Quien condena la centralización de las decisiones de gobierno y critica las deformaciones y los abusos del poder, no puede enmudecer ante los atropellos y la falta de democracia al interior de su propio partido. Aquel planteamiento histórico que se hizo cuando se trataba el asunto de su fundación, señalando el respeto a la pluralidad y a la libre expresión de las ideas, no puede ni debe quedar en mero pronunciamiento. La pluralidad del partido debe materializarse en el respeto a la pluralidad ideológica y política de sus miembros. ¡Nunca más el pensamiento único!   
Hemos llegado al punto en que esta pluralidad debe ser escuchada. Las diferencias políticas no se resuelven sancionando o expulsando a los que no ven las cosas ni comparten lo que hacen muchos de los dirigentes. Los liberales juaristas aportaron planteamientos políticos de los cuales hay que aprender. Los Generales Loera y Gorostieta, representantes de Benito Juárez en Nueva York, solicitaron, en su tiempo, una entrevista al Ministro Matías Romero que se encontraba en Washington  para pedirle ayuda y poder alquilar un barco que trajera armas y parque para el ejército liberal. “Después de muchas largas y antesalas, les concedió quince minutos y no les resolvió el problema. Debido a esa actitud uno de los generales exclamó: Estos revolucionarios no entienden que no estamos en la misma barca pero sí enfrentamos el mismo mar”
No es casualidad, por tanto, que la grandeza del trabajo revolucionario y la nobleza de aquellos que entregan su vida a la lucha por la revolución, vayan más allá de los que siempre dicen a los señores del poder. Hay que poner en juego lo que señalaba Don Erasmo de Rotterdam: “Lo institucional de nada sirve, si el hombre no hace uso de su conciencia y de su libertad”  Depender de las burocracias políticas es como depender de los capataces. Hay que aprender de la inteligencia, no de la estupidez, como bien dijo, el gran Pepe Mujica. ¡De lo contrario, este país no tendrá salvación!


(*) Conversación de dos generales juaristas, narrada por Vicente Quirarte en “La isla tiene forma de ballena”



miércoles, 13 de abril de 2016

Hay que matar al mensajero (*)

Por JESÙS SOSA  CASTRO

El viernes 8 de abril, por decisión del Colectivo del Distrito II Federal en GAM, asistimos a una reunión programada con Andrés Manuel López Beltrán, Comisionado para atender las tareas organizativas de Morena en la Ciudad de México. No voy a entrar en detalles sobre las peripecias que vivimos para lograr esta entrevista. Sólo diré que fue un triunfo conseguirla. Estuvimos tres personas nombradas para el efecto. Me obvio sus nombres para no comprometerlas en lo que voy a narrar. Haber osado plantear una serie de asuntos que la dirección de Morena no quiere que se conozcan, puede considerarse una “violación estatutaria”
Para situar el porqué de la entrevista, tomé la palabra diciendo que días antes habíamos entregado un documento con distintos posicionamientos políticos, firmado por 43 representantes de colonias y de Comités territoriales de nuestro distrito, dirigido al Lic. Andrés Manuel López Obrador. Como el Presidente del Comité Ejecutivo Nacional no se encontraba, queríamos saber si López Beltrán tenía una opinión sobre los asuntos en él contenidos. “No puedo hablar contigo -me dijo- tus derechos están suspendidos por haber violado los estatutos del partido” “No se puede opinar públicamente sobre cuestiones que afectan la honorabilidad de los dirigentes” “Has escrito un artículo y lo has publicado en un pasquín que es enemigo, desde el 2012, de Andrés Manuel López Obrador”
¡Me quedé patidifuso! ¿La dirección de Morena le encargó a un Comisionado que no hable con un militante porque ha violado los Estatutos? ¿Es una acusación oficial o es una actitud personal de un operador que quiere espantar a los “disidentes” para que ya no sigan hablando sobre lo que pasa en Morena? ¿Por qué no se me ha notificado nada por la instancia encargada de estos asuntos y conocer si existe esa sanción? ¿Es una intriga diferente a la que en febrero del 2014 me fabricaron mis adversarios, acreditándome un artículo que se demostró que yo no escribí, pero por lo cual AMLO dio la orden de no dejarme entrar a una reunión del Consejo Nacional? En ese entonces y en presencia de Eduardo Cervantes y de Álvaro Ramírez, Presidentes de Morena en el DF y del Comité Delegacional de GAM respectivamente, exigí hablar con Andrés Manuel, quien aceptó que había sido una intriga y que el artículo lo había escrito otro columnista de SDP Noticias 
De entonces a la fecha yo he seguido escribiendo sobre lo que veo en Morena. He criticado hechos y actitudes de dirigentes mayores y menores que van en sentido contrario a lo que se afirma en sus documentos fundacionales y en lo que se dice públicamente por parte de su líder principal. Lo hice y lo hago no sólo porque es mi derecho constitucional de libre expresión, sino porque en mi calidad de miembro de Morena no le he dado a nadie el derecho de decirme qué debo escribir, dónde y en qué momento. Hablar de los asuntos que competen a un partido es hablar de una entidad de interés público
Pero es obvio que a varios de los dirigentes de Morena no les gusta que se opine en forma distinta a como opinan y actúan algunos dirigentes de la cúpula. Nos quieren calladitos, obedeciendo y en la chamba. Parten del hecho de que Morena ha conquistado para siempre el crédito necesario para ser considerado un partido distinto a los demás. No sienten que haya incoherencia entre lo asentado en los documentos básicos y la práctica política. Tampoco quieren aceptar que hay un desencanto y una paralización en gran parte de la vida partidista, resultado de actitudes y acciones de varios dirigentes. Les duele que la gente proteste por la imposición de candidaturas. No les gusta que se les diga que existen grupos de poder que trabajan para sus intereses y no para fortalecer al partido. En lugar de atender estos problemas, amenazan a los “opositores” llaman a trabajar y  a diferir esta discusión 
Esto es lo que queríamos comentar con el Comisionado del Consejo Nacional. Pero la respuesta fue el enojo, la crispación y la amenaza. Creyó falsamente que yo iba a recular, a ofrecer disculpas o a espantarme con el petate del muerto. Su dicho de que lleva un registro del trabajo y los méritos de  todos los militantes, topó con el hecho de que él no había nacido aun cuando yo ya andaba en la lucha revolucionaria. Para mí y para muchos, ese es el registro que vale. ¡Eso fue lo que le dije! Pero lo que quedó al descubierto es que a falta de argumentos, se abren paso las intrigas, las amenazas y las sanciones. A lo que llaman es matar al mensajero
La época de la locura y de la postración intelectual que viven muchos políticos, no será lo que tuerza el interés de la militancia por transformar México y democratizar la vida de su partido. La capacidad para ocultar las cosas es efímera. Tarde o temprano el tiempo termina por poner a cada quien en su lugar. Las amenazas de sancionarme y de expulsarme del partido por decir lo que pienso y lo que veo, no me espantan. Tomo nota de ellas. Llegado el caso, sabré hacer honor a mi nombre y a mi honestidad política de más de cincuenta años de lucha. Seguiré el ejemplo de aquel niño que “sobre los hombros de su padre le gritaba a Jesús cuando los romanos lo tundían a latigazos: defiéndete, defiéndete” ¡Eso haré, que no quepa duda!



(*) El título corresponde a un comentario que hizo Ixca Cienfuegos Baskchiers a uno de mis artículos

    

miércoles, 6 de abril de 2016

El desprecio contra los políticos y las burocracias, crece

Por JESÚS SOSA CASTRO

La pudrición del sistema político y la quiebra ética y moral del gobierno han hecho posible que crezca la indignación de la gente. Por ahora pareciera que no hay nada que ataje las políticas criminales del Estado mexicano. El retorcimiento que hace el gobierno sobre la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa y el intento de modificar el Artículo 29 de la Constitución para abrirle paso a la desaparición de poderes, significa acabar con las libertades públicas, llevarnos a un Estado autoritario y hacer que un gobierno imbécil quiera resolver los problemas sociales al través de la represiòn 
Por si todo esto no fuera suficiente, la voracidad corruptiva de las élites gobernantes ha exhibido su peor talante respecto del manejo de los recursos públicos. La investigación internacional en la que ha participado el equipo de Carmen Aristegui y la revista Proceso, documenta el involucramiento en el lavado de dinero y en la evasión fiscal, a varios empresarios y políticos mexicanos. Las riquezas mal habidas de Peña Nieto, de Luis Videgaray y de otros ladrones de cuello blanco junto a lo recientemente descubierto, es apenas el iceberg que está brotando por todas partes. El gobierno de EPN nos ha llenado de millones de pobres, de jóvenes sin escuela, de desempleados, de un montón de leyes regresivas y de mujeres y hombres desaparecidos y asesinados
No contentos con esto, están llenando las calles y las instituciones, de policías, de soldados y de narcos. Atropellan a diestra y siniestra a los grupos vulnerables que viven trabajando en la calle. Los golpean, los llevan a la cárcel y les hieren su dignidad ¡Están montando leyes para aplastar todo signo de protesta social! Sin embargo, por donde quiera que uno se mueva, está presente la irritación y el encabronamiento contra el sistema y contra los funcionarios públicos. Crece el desprecio contra los políticos tranzas y las burocracias partidistas. Se acabó el respeto a las instituciones envilecidas y buenas para nada. La gente está ciudadanizando la política, avanza la organización popular y se construyen puentes para generar unidad. Las luchas sociales empiezan a ser incluyentes y mejor organizadas
A pesar de todo cuanto le ha llovido al gobierno, el viejo dinosaurio se resiste a morir. Peña Nieto está acorralado pero la gente no ha encontrado la forma de cómo echarlo del poder. Los ciudadanos, los pueblos, los jóvenes están construyendo su propia ruta para cambiar el país pero les falta articulación. Las revueltas sociales y las acciones callejeras se multiplican con una mirada más allá de la lucha electoral. La izquierda, impávida, no mira ni fija su posición. Mientras las prácticas antidemocráticas y regresivas del gobierno se están acentuando. Por eso crecen la decepción y el hartazgo de los ciudadanos. Se empiezan a  cimbrar los poderes constituidos
Las mafias políticas siguen imponiendo sus decisiones como si nada estuviera cambiando. En sus leyes y en sus acciones no están presentes las respuestas a las necesidades y derechos de la gente, sino los intereses empresariales que miran todo en razón de la plusvalía y el negocio. La gente se empobrece de manera creciente y los dueños del poder engordan sus carteras, adquieren propiedades ostentosas, evaden el fisco y le roban a la nación en forma inmoral
Las políticas de Peña Nieto y de Miguel Ángel Mancera, para no mencionar a otros que hacen lo mismo, dan pena ajena. Ambos hablan a favor de los pobres cuando están eliminando conquistas sociales y desarrollando instrumentos represivos que golpean a los ciudadanos. Ambos se pelean por ver quién hace las peores leyes para anular los derechos de la gente. Mancera con su Nueva Constitución para la Ciudad de México y Enrique Peña Nieto con la desaparición de poderes y el estado de excepción. Sólo falta que aparezcan en la lista de los lavadores de recursos en la empresa Panamá Papers 
Aunque no se vea, la sociedad comienza a despertar. El proyecto económico y político del gobierno, que solo ha beneficiado a las mafias financieras ya hartó a la gente. El pueblo está resistiendo y ya se le acredita una capacidad de organización nunca antes vista. Si el gobierno federal no toma en cuenta lo que los padres de los 43 normalistas desaparecidos, los jóvenes, maestros y amplios sectores del pueblo están exigiendo, el régimen político estará acelerando su descrédito político y generando las condiciones para sacarlo del poder. ¡Pronto lo veremos!


sábado, 2 de abril de 2016

La mujer de Lot y las estatuas de Sal

Por JESÚS SOSA CASTRO

Dice la historia que la esposa de Lot y sus hijas, se convirtieron en estatuas de sal por no oír las indicaciones de que en Sodoma y Gomorra, no se podía ver hacia atrás. Parece que en Morena hay muchos que no conocen esta leyenda. Tal vez por eso no sólo ven, sino que caminan en sentido contrario a como marcha la humanidad. Las violaciones al Estatuto y a sus disposiciones internas, parecieran ser el pan de cada día de líderes y militantes. No quieren entender que Morena es una suma enorme de personas que trabajan colectivamente en un proyecto político. Deberíamos, por lo tanto, caminar en la misma dirección. Ver hacia adelante, sin regresiones ni paranoias. Aunque a decir verdad, la “suma de muchas voluntades no conduce, necesariamente, a la suma de mucha inteligencia” (*)[]
La construcción de este partido no se podría explicar si no fuera porque ya era una necesidad histórica. Miles, millones de personas, han venido esculpiendo el rostro de este instrumento político que está por nacer. Sus estructuras, son la expresión de un esfuerzo comunal, aunque hay quienes no entienden esto y por eso le apuestan a la actividad individual. No comprenden que  lo colectivo es un instrumento que educa, que despliega la iniciativa y genera la creatividad. Hay “políticos” que andan por ahí, que aseguran que este tipo de trabajo “entretiene” hace perder el tiempo. Lo que importa, dicen, es hablar con cada una de las personas. No saben que del individualismo se nutre el sistema para aislar las luchas sociales, para matarlas en su impulso creador
Ojalá haya alguien que les explique a estos “líderes”  que el trabajo colectivo desarrolla los ánimos, los afectos, el cariño y aprecio entre compañeros. Compensa lo perdido, lo abandonado o lo debilitado y vacilante. Las actitudes pusilánimes, las dudas y los desvaríos políticos e ideológicos, encuentran en este tipo de trabajo su principal correctivo,  compensa el desaliento y da nuevos bríos a la actividad política y social. Los que tratamos de estar con la gente, los que tenemos algo qué decirle, los que aprendemos de ella, no rendimos culto al pasado, ni hacemos lo que la mujer de Lot. ¡No miramos hacia atrás para convertirnos en estatuas de sal! Al contrario. Somos como esas aves mitológicas de las que habla Eduardo Galeano: “Solo volteamos hacia atrás para no olvidarnos de nuestras raíces” Trabajamos para el futuro porque queremos abrirle espacio a nuestros sueños y a nuestras utopías. ¡Por eso somos críticos con lo que somos y con lo que hacemos!
Según vemos, en Morena hay algunos que han bajado la guardia. Han disminuido el aporte a la causa que, dijeron, habían abrazado por convicción. Han abandonado su trabajo, sus compromisos y han aflojado las amarras políticas, organizativas, afectivas y sentimentales hacia el trabajo colectivo. Los ha vencido la cultura individual, la que no rinde cuentas a nadie. La que no genera ni organización ni una nueva actitud ante la vida. Se olvidaron de la importancia y el placer  de construir, al lado del  pueblo, una vida auténticamente humana, fraternal, alejada de la vileza y las intrigas. Dejaron de proyectar el colectivo como un modo de vida, como organización política, como un espacio de construcción presente para darle fuerza a un futuro que muchos estamos diseñando al través de nuestros actos y nuestras acciones
Entendemos que la vida colectiva  implica que todas nuestras actividades políticas, ideológicas, organizativas, de preparación personal para la lucha, deben estar puestas en el conjunto del Colectivo. No se puede militar en MORENA  sin envolverse de alguna manera en su vida cotidiana, sin trasmitir e incorporar acciones, propuestas, sugerencias, informes, recursos, nuevos militantes al conjunto del Partido Nuevo. No hay verdadera militancia si nuestras acciones no se vinculan al conglomerado, si no se informa al grupo, si no se  participa en la vida común. Hay integrantes que dicen hacer actividades locales, regionales, pero nunca hacen llegar sus resultados a la agrupación, no comparten sus experiencias con el resto, no nos hacen merecedores de sus enseñanzas, de sus ideas y sus sentimientos
 La participación en colectivo que algunos proponemos es una práctica, es un modo de vida, es una cultura de militancia revolucionaria de nuevo tipo. No compartimos la actividad centralista y jerárquica que ha prevalecido en la izquierda tradicional. Nuestra visión es compleja porque compleja  es la vida política. No aceptamos una propuesta reducida a una estructura de mando, sin iniciativa y obediente a las élites. El enemigo es múltiple y complejo y por lo tanto, no hay una sola solución sino varias soluciones a los problemas del país. Esto implica una postura programática unificada, lineamientos políticos claros y un funcionamiento eficiente que permita y realice su tarea transformadora. Por eso algunos estamos en contra de una militancia controlada, que sólo recibe órdenes. Estamos por una participación colectiva que impulse y determine las actividades del conjunto    
Para que exista organización, construcción teórica, política y acción entre las masas, debe existir comunicación entre sus integrantes, una pluralidad constante basada en redes de comunicación y acciones complejas, sistemáticas. Si los militantes, desde sus formas particulares de actuar y de agruparse, no se comunican con el conjunto de sus compañeros, no están en la sincronía que requiere el Colectivo. No están cumpliendo con su función revolucionaria. Toni Negri ha dicho que la lucha y la organización en red, no dependen de una disciplina tipo militar o partidista de ordeno y mando. Se requiere una disciplina fundada en la pertenencia efectiva y afectiva a lo que nos es común. Se requiere una disciplina desplegada como necesidad de ejercer comunicación, de realizar con los demás compañeros una “cooperación auto organizada” una creatividad elemental, fundacional y constituyente de comunidad y de colectivismo. Este trabajo tiene gran  importancia, es lo que nos hace avanzar en todos los sentidos. El que quiera hacer trabajo individual para ganar adherentes a sus causas personales, que lo haga, pero no es lo mejor. Somos un partido con un amplio sentido de la pluralidad y el colectivismo y como tal hay que actuar. No se vale caminar hacia atrás ¡En el horizonte del pasado, sólo se encuentran las estatuas de sal!



(*) El fin de la locura de Jorge Volpi