miércoles, 28 de noviembre de 2018


Zapata, un héroe irrepetible

Por JESÚS SOSA CASTRO

El 28 de noviembre del 2018, el pueblo mexicano recuerda los ciento siete aniversarios del “Plan de Ayala” promulgado por el General Emiliano Zapata. Desde hace años, el Frente Nacional de Organizaciones y Pueblos en Lucha, FNOPL, Comunidades Indígenas, Bienes Comunales y Ejidales, la Unión Campesina Democrática, Rumbo Proletario, Barzón Poblano, Ecotuzuapan y la Unión Totonaca Náhuatl; se dan cita en las montañas de Ayoxuxtla, Puebla, para hacerle un homenaje a quien ha sido uno de los héroes campesinos, más grandes que ha tenido la historia nacional
Es harto conocido que el Gral. Zapata desconoció al gobierno del presidente Francisco I Madero, a quien acusó de traicionar las causas campesinas. Que en el Plan de Ayala se reivindicaba la restitución de las tierras a los hombres del campo, las cuales habían sido arrebatadas por caciques, hacendados y terratenientes. Se hacía decir que los terrenos, montes, y aguas que habían usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía, debían ser reintegrados a los pueblos o ciudadanos a los que habían despojado
El Gral. Emiliano Zapata y sus lugartenientes, conocían a fondo los sentimientos y las causas que engendraban la inconformidad de los pueblos del Sur. Los engaños y las traiciones de Francisco I Madero y de Pascual Orozco, los llevaron a plantearse la necesidad de plasmar en un documento las causas que explicaran lo que sí podían concebir como su propia revolución. Más que democracia, lo que perseguían era la anhelada justicia, que se les había negado durante casi cuatro siglos de explotación, oprobio y marginación. La inequidad, acentuada durante el régimen porfirista, hizo que la proclama reivindicativa firmada por los zapatistas en las montañas del sur privilegiara la justicia sobre cualquier otro principio. La exigencia zapatista pasó a ser la más auténtica de la Revolución Mexicana
De entonces a la fecha han pasado ciento siete años, y a pesar de ello, la Proclama zapatista, encarna hoy la máxima aspiración de los pueblos. Saben que en ese paisaje de murmullos de la naturaleza, en donde el espacio silente se conjuga con una diáfana sonoridad, donde las palabras que se pronuncian adquieren una enorme dimensión, donde se conjugan el amor a la tierra, al trabajo de miles de campesinos nobles y abnegados, donde los latidos del corazón se oyen al subir y bajar las montañas del sur de la mixteca poblana, donde el orgullo de los zapatistas no ha desaparecido; Zapata encontró el remanso que necesitaba para darle a la lucha el contenido histórico que requería y que no era otro que la lucha por ¡Tierra y Libertad!
Zapata, dicen algunos de sus historiadores, no solo era un gran luchador social. Sus cualidades de líder construidas a lo largo de una brega paciente y riesgosa en defensa de su pueblo lo hicieron un hombre de hierro esculpido con sentimientos y acciones que sus adversarios no entendieron jamás. Pero su gente, la que lo siguió hasta el final, siempre confió en él, lo procuraba y lo cuidaba en todo momento y lugar. Su genio militar lo llevaba a pensar que el Plan de Ayala no podría ser firmado allí. Necesitaba un lugar y una pausa para pensar y poner en claro las ideas y la seguridad de su proyecto. Sabía que esto no la podía hacer en los pueblos de Morelos, siempre asediados por sus enemigos. Tenía que encontrar el lugar idóneo en otra región, que estratégicamente le proporcionara la seguridad requerida por lo que decidió trasladarse a los pueblos del Sur de Puebla, donde los hombres y las mujeres de la Baja Mixteca, se declararon listos para salvaguardar su vida y hacer posible la promulgación de su proyecto político
La convocatoria en Ayoxuxtla, tuvo para Zapata un gran significado histórico. Logró aglutinar a su gente en torno al principio inalienable de la justicia, le dio a su movimiento bandera y contenido. Quedaba en la conciencia, el valor y la decisión, construir la nueva patria que se quería. En esa tierra que evoca a la eternidad, se dio un salto mayúsculo en la historia de México. Desde entonces la rebelión de los pueblos del sur se transformó fehacientemente en una revolución. En un ejemplo para los luchadores por la tierra, por la justicia y la libertad. Ese grito y esa proclama están fielmente adheridos en el corazón y el alma de los pueblos que hoy, con el mismo arrojo y la conciencia necesaria, se organizan para cambiar el rumbo de México y continuar la lucha que empezó el General Zapata, un héroe irrepetible en la historia del país
  




miércoles, 21 de noviembre de 2018


La pelusa y la izquierda fifí

Por JESÚS SOSA CASTRO

Vivimos una encrucijada, no cabe duda. O profundizamos los cambios que votó el pueblo el 1º de julio, hacemos que se mueran definitivamente el PRI y sus criaturas, o corremos el riesgo de que vuelvan por sus fueros con la intención de rehacer los espacios perdidos que, hasta hace poco, los hacían omnipresentes en las decisiones de gobierno.  Me refiero a los que apenas meses atrás eran los dueños del escenario, los que imponían a funcionarios, a los que hacían y deshacían en las cuestiones fundamentales de la vida del país. También tomo en cuenta a los de la izquierda que, inexplicablemente, están juntando sus voces con las de la derecha ultramundana, para intentar ensuciar el proceso democrático que encabeza Andrés Manuel López Obrador. ¡Voy a tratar de explicarme!
Parto de que AMLO no es un revolucionario ni un socialista. Se le ha calificado como un reformador liberal burgués, que quiere acabar con las prácticas políticas de un régimen caduco, no con el sistema. Si no se toma en cuenta esto para hacer la crítica a sus acciones y a su pensamiento, se corre el riesgo de hacer juicios que no se corresponden con la realidad. Siendo esta la idea que da cuerpo a sus acciones y a sus ideas, no me explico cómo se le pide que abandone un programa que enarboló durante su campaña
Que los empresarios, funcionarios y un montón de chayoteros estén desplegando una inusitada cruzada contra el proyecto del nuevo gobierno, se explica, pero… ¿cuál es la opinión de la izquierda revolucionaria sobre lo que propuso en su actividad proselitista y lo que significó el aplastante triunfo popular el 1º de julio? El camarada Armando Martínez Verdugo, dirigente de Rumbo Proletario, ha publicado en wasap, un largo texto en el que explica su punto de vista sobre el significado de este triunfo popular. En una de sus partes señala que RP no votó por AMLO si no que se dio un voto personal que no incluyó el apoyo a las propuestas de campaña del candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia. ¡Una explicación inexplicable!
Aceptando que esa fue la posición de RP, afirmar que implícitamente los rumberos negamos nuestro apoyo a las decisiones del nuevo gobierno respecto del Aeropuerto de Texcoco, el cambio a Santa Lucía o los proyectos del Tren Maya y la Refinería en Dos Bocas, Tabasco, me parece ir más allá de lo que hemos discutido y acordado de manera colectiva. Mi camarada introduce en su posición otras cuestiones importantes que no hemos discutido, las cuales comparto. Pero afirmar que el tren maya y otros proyectos importantes están impulsados por capitalistas criminales, que son de lesa humanidad, que se hacen ignorando a los pueblos indígenas, que dejan de lado sus necesidades económicas y sociales, que afectan a la naturaleza y que impactan el medio ambiente, yo creo que, cuando menos, es una exageración. Primero esos proyectos los propuso AMLO y segundo, al lado de estos hay propuestas concretas para superar esos problemas
Sin embargo, saludo que el texto de referencia escrito por AMV abra la puerta a un debate más profundo y serio sobre el proyecto de gobierno de López Obrador. Hacer crítica de dos o tres proyectos, dejando de lado la mayoría de las propuestas que se contienen en el programa de gobierno y que empiezan a tomar cuerpo en las iniciativas de ley discutidas y aprobadas en el Congreso, no es ni lo mejor ni el camino adecuado para enjuiciar a un gobierno que aún no toma las riendas del poder. Apenas está diseñando las estrategias que harán posible el cumplimiento de sus promesas de campaña
El gobierno que viene no es el del PRI ni el del PAN por más que le quieran encontrar parecido. La crítica es válida si va acompañada de los errores cometidos y de una propuesta alternativa. Además, ningún grupo, ninguna fuerza revolucionaria se construye desde la orilla de los movimientos populares. Creo y sostengo que la autoridad política y moral de quienes trabajan por el logro de un estadio superior de la organización humana no la van a encontrar si antes no hacen una prospección de lo que es y significa el proyecto de gobierno que está proponiendo un gobernante liberal reformador, no un gobierno revolucionario ni mucho menos socialista
Mientras eso ocurre, mientras la izquierda no vea y oiga lo que en este momento está exigiendo la gente, mientras no registre en sus análisis y en su acción lo que tiene que ver con el hartazgo, con la corrupción, con la falta de empleo, la violencia social, el crecimiento de la criminalidad, la desaparición forzada, la pobreza y la falta de una expectativa de vida para el pueblo; la izquierda seguirá siendo una izquierda marginal, ajena a los acontecimientos que vive el país. Hay que construir una izquierda que sea capaz de hablarle a la gente, que salga a la calle con su opinión y con su trabajo, que convenza a los ciudadanos de la bondad de sus posiciones políticas, que escriba para él y no solo para la izquierda fifí. Esto es lo que hay que construir y cuanto antes, mejor



miércoles, 14 de noviembre de 2018


Morir pegado a la cuña

Por JESUS SOSA CASTRO

 En unos días más cumpliré ochenta y un años de vida. ¡Un titipuchal! En este largo tramo, muchos momentos me han marcado: de pequeño disfrutaba ver las estrellas acostado en petates de palma oyendo a mi padre hablar de cómo orientarse viendo las estrellas; ver arar la tierra e ir sembrando atrás del arado con mis pies pelones agrietados por el lodo y el maltrato; vivir en una cueva en las faldas de una montaña ante la imposibilidad de  contar con un techo; ser alumno de un maestro rural, sabio, que a la fecha recuerdo con una enorme devoción; atestiguar los estropicios que Leodegario Cortés, un campesino cristero de la Mixteca, dedicado a matar, robar y violar en nombre de su religión
Fui, así lo creo, un niño campesino feliz. De adulto primero y de viejo después regreso frecuentemente a los tiempos en que siendo estudiante me apantallaban los niños fifís, aquellos que llegaban con zapatos, mientras yo andaba con huaraches. Siendo aún estudiante apoyé a los maestros encabezados por Othón Salazar, me criticaban los sabios de entonces cuando en mis intervenciones no hablaba con propiedad. Fui despojado de mi triunfo como Secretario General de la Sociedad de alumnos por los charros de la Nacional de Maestros
Al correr de los años he ganado en experiencia y en edad. Sin embargo, concluyo que fue en el vientre de este monstruo, donde me hice hombre en la mejor acepción de la palabra. En el DF nací a la vida política y cultural. Mi mayor orgullo siempre estuvo ligado a un número indeterminado de luchadores por la libertad y la justicia. Fui dirigente con Othón Salazar del Movimiento Revolucionario del Magisterio. En Baja California donde trabajé unos meses, conocí al ejemplar comunista Blas Manrique y participé en la fundación en ese Estado, del Movimiento de Liberación Nacional que promovía el Gral. Lázaro Cárdenas del Río.
Si algunos contribuyeron a mi formación política tengo que mencionar a Arnoldo Martínez Verdugo, Gerardo Unzueta Lorenzana, Eduardo Montes Manzano, Demetrio Vallejo, Valentín Campa y Blas Manrique. En contra del oscurantismo que se vivía, logramos la legalización del Partido Comunista Mexicano. Allí anduvimos miles y miles de mujeres y hombres poniendo por delante la mística revolucionaria, sin miedo a las amenazas de la represión o la cárcel
Los comunistas escribíamos, debatíamos, organizábamos a los obreros y exigíamos justicia y libertad. Algunos de los “revolucionarios” de hoy, sólo les cautivan las mieles del poder, pero nunca repartieron un volante o hablaron con los obreros a la salida de las fábricas. En esos años, sin recursos, sin derechos y perseguidos, la ciudad de México se cimbró con la presencia de la gente, especialmente cuando logramos la legalidad del PCM y cuando tuvimos como candidatos a la presidencia de la República a Valentín Campa y a Arnoldo Martínez Verdugo
Pero en esta última década mi largo andar ha sido llenado de hechos grandiosos. Estoy participando en la construcción de un nuevo país con todo lo que esto significa. Treinta millones de electores votamos por un nuevo proyecto de Nación al que hay que defender. Ambicionamos hacer una nueva historia en la que los niños, los jóvenes, los ancianos y el pueblo trabajador, ocupen el lugar central de este esfuerzo inaudito. El triunfo del 1º de julio y la derrota de la derecha con relación al aeropuerto de Texcoco ha sido sólo el primer paso. Lo que sigue, tiene que ver con el cumplimiento de las propuestas de gobierno, con el papel que debe jugar el partido, con la eficiente actividad parlamentaria y con la atención que seamos capaces de darle a los que votaron por el Proyecto de nación
Los que murieron, se hicieron viejos o defeccionaron de la lucha revolucionaria, no tuvieron tiempo de darle seguimiento a la historia. Algunos de los que quedamos seguimos empeñados en cambiar las cosas. Mi sueño es ver a México gobernado por el pueblo. Si eso ocurre, como ocurrirá, Moriré pegado a la cuña, a ese aditamento tan rudimentario y tan importante que aprieta el timón y hace posible el cultivo de la tierra. Si esto es lo único que puedo ver, me iré con mi equipaje a cuestas, satisfecho de haber hecho algo por mi gente y por mi país