miércoles, 25 de marzo de 2020


Buitres contra amuletos. Dos visiones del mundo
 Por JESÚS SOSA CASTRO

Es obvio que estamos viviendo tiempo de buitres. Los adversarios del cambio se retuercen de frustración y de rencor. No hay que ahondar mucho para saber cuáles son las razones de fondo que hacen que los enemigos de la 4T estén en la histeria, en el lagrimeo, en el colapso político. No creo que su ardor sólo provenga de la derrota electoral que sufrieron el 1º de julio del 2018. Lo que les duele y no han superado, es que se les hizo cochambre la soberbia, se les cayó el pedigrí, el falso linaje que creyeron poseer sólo porque el trabajo de los obreros, campesinos y empleados, los hizo pensar que la explotación que ejercían sobre ellos, les daba el derecho de pasear la idea de que eran intocables, dueños del dominio, control y mando sobre el pueblo. Disfrutaron de la impunidad por muchas décadas, eran los señores de horca y cuchillo, detentaron el poder económico y político, subestimaron la inteligencia de la gente, se burlaban de su cultura, de sus tradiciones, de su organización y de su capacidad de resistencia
Esos adversarios que hoy han enloquecido porque no tienen ni rumbo ni proyecto políticos, están desplegando una campaña que muestra su odio, su frustración, su nula formación cultural y su falta de ética. Por mucho tiempo sostuvieron que bastaba con ir a misa los domingos o traer la biblia en la mano para que creyeran merecer el aprecio de los que calificaban como el populacho. Usaron su poder económico como un distintivo para que la pelusa los respetara, votara por ellos o justificaran traer a personajes extranjeros para gobernarnos. ¡Se equivocaron! Quien hoy es el presidente le abrió los ojos al pueblo y unió su bagaje cultural con lo que el filósofo prusiano Ernesto Cassirer llamó “el lenguaje conceptual que llega al sentimiento, a la lógica, a la ciencia y a la imaginación poética” (1) Y AMLO, hay que decirlo, no solo es un buen escritor, culto, conocedor de la historia, sensible y entendedor de lo que el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla escribió sobre el México profundo. Los políticos de la oposición, no solo son zafios y elementales, son, sobre todo, ajenos a la cultura, a los sentimientos y a las necesidades del pueblo
Que AMLO traiga amuletos, estampitas que le regala la gente y de cuando en cuando los muestre a sus auditorios, no es una prueba de fanatismo religioso, signos de atraso cultural o una burla a sus ignorantes detractores. Es el incuestionable y subliminal mensaje para quienes no entienden los rituales, las creencias del pueblo y los sentimientos humanistas del presidente. Lo que hace AMLO es abrazar las tradiciones, la cultura y su filosofía. La gente lo respeta, lo bendice, lo colma de regalos, de símbolos, de bastones, porque con esto le expresa la visión y el concepto que tiene de su mundo. Sólo en él y en el Gral. Lázaro Cárdenas del Río, el pueblo volcó su admiración, su cariño y su reconocimiento. A los que ladran todos los días contra su gobierno, sólo viven el desprecio, la crítica y el repudio de los explotados del país
Estas son algunas de las razones del ruido y de las críticas hueras que le lanzan recurrentemente al presidente López Obrador.  ¡Nada es casual! La gente valora sin límites el trabajo y la capacidad intelectual de su líder. Andrés Manuel López Obrador no sólo es un personaje de la política, de esa actividad honorable que poco o nada valoran los sectores del conservadurismo trasnochado. ¡Para el pueblo el presidente es otra cosa! Es la compleja suma de un trabajo que por años viene realizando a favor de los olvidados. Es la honestidad, la capacidad intelectual, el talento para escribir, trabajador incansable, rescatador de las lenguas indígenas, las tradiciones, la cultura, la poesía y los sentimientos de los pueblos originarios. Es trabajo político al servicio de la gente. Todo esto, junto, es lo que hace irrompible ese lazo entre Andrés Manuel y sus seguidores. Esto es, sin duda, lo que les arde a sus opositores cuya verborrea incontinente no tiene ni pies ni cabeza, sólo odio y rencor
Vivimos un tiempo de buitres. Haga lo que haga el presidente, sus adversarios seguirán viviendo de la intriga, de la carroña, del odio y de la frustración. Su falta de talento los llevará a su pronta debacle. Proyecto y cultura política no tienen. Solo hay en su haber el apoyo de los medios y columnistas acostumbrados a vivir del chayote, del poder económico, de los que se oponen a que el pueblo recupere sus derechos y su dignidad
El tiempo de los buitres va a terminar pronto, la gente ya está de pie, le sobra decisión y talento para impedir un retroceso que la lleve de vuelta a la degradación económica y social. A los señores, otrora poderosos y soberbios, se han ganado a pulso la severa crítica de la mayoría de la gente pensante. Los agravios sufridos a lo largo del tiempo los iremos cobrando un día sí y otro también. Por lo pronto les hacemos llegar las palabras con las que Pito Pérez cerrara su testamento: “Nosotros no nos arrepentimos de nada, tendremos fuerzas para escupirles en su cara todo nuestro desprecio. Fuimos una sombra que vivió sin comer muchas veces y nos llevaron de cárcel en cárcel. Un dolor hecho alegría de campanas y de verdades. Nuestro pleito ha sido desigual, lo comprendemos. Pero del coraje de todos los humildes, un día surgirá el terremoto, y entonces, no quedará piedra sobre piedra” ¡Ya les cobraremos lo que nos deben!
(1). - Filosofía de las formas simbólicas y el pensamiento mítico. Ernesto Cassirer, FCE
(2). - La vida inútil de Pito Pérez, José Rubén Romero, Editorial Porrúa





miércoles, 18 de marzo de 2020


La política como dominación o como práctica democrática

Por JESÚS SOSA CASTRO

Una vez que restablecimos las relaciones entre compañeros de lucha, suspendidas temporalmente por mí debido a indicaciones oftalmológicas, dimos inicio a un debate interesante sobre el futuro de Morena. Yo daba por hecho que la mayoría de los que empujamos el trabajo organizativo y político durante los días aciagos del polenskismo, el nivel del debate había salido de las prácticas rutinarias, de una discusión banal y de los estereotipos que se habían apoderado de la mayoría de los cuadros del partido. Pero la cabildera y estrecha capacidad política de la ex señora presidenta, pasmó la creatividad de la militancia y la hizo perder la perspectiva y el estudio de los problemas nacionales
La tarde noche del viernes 13 y por la mañana del 17 de marzo mis amigos y compañeros radicados en Paris y en los Estados Unidos, nos pusimos al habla telefónicamente para enterarnos mutuamente sobre el trabajo que estamos haciendo en vista del séptimo Congreso Nacional que habrá de realizarse el 19 de julio y en el cual se elegirán los nuevos dirigentes del partido. Me dio mucho gusto conocer su enorme trabajo. Convocan, informan y organizan a los militantes del exterior y el ánimo que se percibe es no solo distinto al que prevalecía hasta antes del 26 de enero, sino que muestra una decisión colectiva de convertir al partido en una fuerza que apoye las causas del pueblo. En otros lugares del país también estamos trabajando en la idea de hacer de Morena el instrumento que saque adelante el proyecto transformador que se viene empujando por el gobierno federal y por la gente desde el 1º de diciembre del 2018
Sin embargo, durante este y otros conversatorios con compañeros de partido, percibo que muchos de nuestros activistas y constructores de la organización, no han entendido los cambios que le urgen al partido y a sus políticas. No se estudia o no se comprende la situación nacional, no se preocupan por descubrir el significado y los alcances del Nuevo Proyecto de Nación, hay una incultura política que da pena ajena. La revolución democrática que significó el triunfo popular el 1º de julio del 2018, tiene una trascendencia que no se ha valorado ni por los dirigentes ni por los miembros de Morena. Haber llevado a López Obrador a la presidencia de la República y tener la mayoría en las cámaras del Congreso, no significa que hayamos logrado el poder. Garantizar la consecución y el fortalecimiento de este proyecto, no puede quedarse en haber logrado una revolución democrática. Hoy se requiere revolucionarla al interior del partido y en los sectores que nos apoyaron y apoyan en las políticas de transformación
Alcanzar este objetivo requiere que los “lideres “trabajen desterrando las viejas prácticas del oportunismo, abandonen los intereses personales y se pongan en sintonía con las tareas políticas, ideológicas y organizativas que nos permitan asegurar que nuestro proyecto de nación, no solo trascenderá el sexenio de López Obrador, sino que su avance y consolidación, sean la obra y el trabajo del pueblo. A esto no le sirven los compromisos grupales, el corporativismo y la clientela política. Los suspirantes de siempre ya no le convienen ni al partido ni al proyecto. Muchos mostraron ser políticos convenencieros, vividores del presupuesto y sin ninguna idea para construir partido y una sociedad democrática. Ya no queremos autómatas levanta dedos que sólo sirven para ejercer el dominio, control y mando sin comprender el papel para el que fueron designados o votados por los ciudadanos. La mayoría ha reducido la política a un ejercicio de administración burocrática que ya no empata con lo que debe ser la función del partido. “Lo que hoy se necesita es una completa y profunda renovación ética, teórica y práctica que acabe con el oportunismo, los intereses personales y la corrupción política” (*)  
Ha llegado la hora del pueblo, de los olvidados, del México profundo. Ya no hay que delegar el poder a quienes no jugaron ningún papel positivo en sus distintos encargos. Mandar obedeciendo es una vocaci6n que convoca a una nueva generación de políticos que acabe con las grillas, las clientelas, el grupismo, el arribismo y la cultura de vivir del presupuesto. Es la hora para que el pueblo tome la palabra y entre a la acción como un actor colectivo. Si revolucionamos la democracia, el pueblo y la militancia serán los constructores de un nuevo país. Los que deben quedar fuera, son los corruptos, los chapulines, los que hoy están desestabilizando al partido y poniendo en entredicho la esperanza que en él depositamos la mayoría de los mexicanos
(*) 20 Tesis de política. Enrique Dussel, CREAL XXI, Internet








miércoles, 11 de marzo de 2020


Morena, un molote que recompone su rostro

Por JESÚS SOSA CASTRO

Después de dos semanas de inactividad por razones médicas, vuelvo con estas líneas ofreciendo disculpas a mis lectores. El andar en la política siempre ha sido para mí una especie de linimento que me alivia mis males físicos. Escribo este texto infringiendo las indicaciones que me han dado los oftalmólogos. Después de tres semanas cargadas de aburrimiento y de paralizarme en mis actividades en las que normalmente me muevo, ocurrieron hechos importantes sobre los que, aunque un poco tardíamente, quiero opinar. Sostengo que muchos de los que se dedican al quehacer de la política y lo hacen bien, cuando recogen las necesidades y los sentimientos del pueblo, cuando cumplen con lo que éste demanda, la gente apoya y se enamora del partido y de sus dirigentes
Cuando se entiende de manera correcta el papel del partido, cuando líderes y militantes construimos los espacios en los que anidan los esfuerzos libertarios y las experiencias que forjan la lucha para combatir al sistema, en las calles y en todo lugar, ese partido y esos líderes son respetados y seguidos por quienes hoy están revolucionando sus conciencias para convertir sus acciones en el instrumento capaz de lograr la transformación de la sociedad. Morena incumplía con ese papel y tuvo que ser la base la que hiciera posible poner al partido nuevamente de pie y empezar a caminar en la reconstrucción del proyecto de cambio que hasta ahora sólo estaban impulsando el presidente de la República, la mayoría de la población, pero no el partido
El carácter y la templanza para confrontar al adversario político se habían convertido en una entelequia. Un alejamiento cuestionable de los partidos con las acciones públicas y una conducta que siempre quedaron en entredicho, colocaron a sus organizaciones partidistas en unos molotes ajenos a las demandas y el sentir de los sectores populares. Vivían de la corrupción, de la política y de la acrítica complacencia de la mayoría de la gente. Perdieron la chispa que encendía sus acciones, razón y causa por lo que fueron incapaces de hacer de su partido el instrumento que educara y dirigiera a sus bases que pelean por construir una nueva sociedad
Si un partido político tiene como objetivo tomar el poder, sus dirigentes no pueden actuar dejando de lado el resto de la complejidad nacional. Si se quiere cambiar el país, es indispensable tener una dirección competente, conocer al adversario principal, tener el conocimiento necesario del estado que guardan sus fuerzas, estudiar el terreno en el que se le va a combatir y contar con el ejército civil debidamente capacitado para salir airosos de ese combate. Sólo así se puede cambiar el actual estado de cosas y construir una relación social en la que el sujeto sea una nueva humanidad. Si se toma a la ligera la fuerza que tienes, si no valoras la participación de la gente, si no tomas en cuenta la experiencia acumulada, si dejas a un lado a los líderes de pueblo, a los que analizan la situación desde otra perspectiva. Incurres, por lo menos, en un error de lesa gravedad
 Estos señalamientos vienen a cuento porque justo en este momento, el partido Morena en el que milito, vive una especie de euforia por haber recompuesto una dirección que había defraudado a su militancia y al Nuevo Proyecto de Nación. Hoy se habla y se actúa con un espíritu de cambio, de recuperación de la política y de participación de la militancia. Valora sus fuerzas y su capacidad para sacar adelante la enorme tarea de organizar al partido, de inyectarle nuevos bríos, de formar a sus cuadros y de colocarlo a la altura de las circunstancias que vive el país. Ojalá los integrantes del nuevo CEN tomen en cuenta los movimientos que están haciendo los adversarios y logre contar con la capacidad para confrontarlos en sus políticas de odio, de desestabilización y de confusión en algunos sectores del pueblo. Ya basta de improvisaciones y de falta de consistencia en el manejo de la política y de la ideología que se contiene en el nuevo proyecto de nación
Si bien se comprende la estrategia de sumar, resulta inexplicable que se descuide con tanta ligereza e irresponsabilidad lo que está pasando aún en las filas del partido. Las crisis que asoman su rostro en el cuerpo de Morena en varios Estados del país, son resultado de la ineficacia y de la ignorancia política de los que habían secuestrado la dirección del partido. El compromiso que ahora tiene el CEN encabezado por Alfonso Ramírez Cuéllar, va más allá de sacarlo de la crítica situación en que lo dejó la señora Yeidckol Polensky. Hoy se requiere poner en movimiento a su militancia, ligarse con las luchas del pueblo, organizar el partido en los centros de trabajo, colonias y barrios y formar ideológica y políticamente a sus cuadros. De otra manera, la esperanza de sacar adelante a la 4T correría el peligro de quedarse a la mitad del camino sólo porque el partido Morena no entendió ni se colocó al lado de las demandas y exigencias del pueblo