viernes, 31 de diciembre de 2021

 

Ha llegado el momento de romper nuestros silencios

Por JESÚS SOSA CASTRO

Es medio día del 3l de diciembre del año 2021. Bajo el mismo encino en el que platicábamos mi padre y yo, intento hacer un recuento de lo que ha sido mi vida en estos largos años de existencia. He puesto en blanco y negro todo cuanto me ha servido para forjar mi carácter, mis ideales, mis andares políticos, mis amores y también mis actos fallidos. Frente a mis ojos están las plantas, los árboles, el verdor de mi jardín y las enhiestas montañas del teposteco. En cada resquicio de este espacio, está el esfuerzo de mi esposa y de mi hijo. Los sacrificios, el aporte físico y económico de quienes hoy, representan la razón de mi vida y la luz que alumbra mi largo y sinuoso camino por la vida

¡Confieso que soy presa de una enorme nostalgia! Estoy llegando a los límites de mi vida y por primera vez mi entorno familiar se ha oscurecido por la pérdida de seres entrañables que formaron parte de mi círculo en el que las relaciones familiares eran el centro de nuestros encuentros. Han crecido aquellos que siendo niños tuvimos la oportunidad de abrazarlos todos los días pero que, al paso del tiempo, se hicieron mayores, independientes y no pocos de esos seres queridos los hemos perdido en los últimos meses del 20 y del 21. Estos hechos nos hicieron a la mayoría, un ato de seres silenciosos. Quisimos sepultar los recuerdos y las acciones que dieron cuerpo y alma a un modo de sentir y entender la vida. ¡Nos engañamos! Tuvieron que pasar los meses y los días sufriendo la pandemia para darnos cuenta de cuanto habíamos dejado en el camino para hacer posible que nuestro humanismo volviera sobre sus pasos y nos permitiera recuperar los sentimientos que distinguen al hombre de las bestias

En mis reflexiones personales mi balance no es negativo. Los que se burlaban de mi origen, de mi vestimenta y de mi lenguaje campirano cuando recién llegaba a la ciudad de México allá por el año 1955, con el tiempo pude comprobar que la estatura física, moral e intelectual de mis críticos era tan falsa que no resistió los embates del tiempo, no dio ninguna muestra de grandeza ni mucho menos estuvo a la altura de las necesidades de la gente ni del país. Mi origen campesino empató febrilmente con aquellos personajes que desde el Partido Comunista Mexicano o desde el movimiento de masas, ponían en juego sus ideas, sus acciones y su vida para hacer del ser humano la representatividad más pura de la dignidad y la resistencia a la podredumbre de un sistema depredador que nos explotaba, nos mataba, encarcelaba o nos desaparecía

La linterna que me alumbró en mis especulaciones sociales y políticas la encontré en los líderes del comunismo de mi país. La humildad, la valentía y la claridad con que miraban el sufrimiento y las luchas de la gente, siempre sirvieron como ejemplo en las personas de Valentín Campa, Arnoldo Martínez Verdugo, Ramón Danzós Palomino, Gerardo Unzueta Lorenzana, Eduardo Montes Manzano, Othón Salazar y Demetrio Vallejo. Ellos fueron mis maestros, los que me llevaron de la mano para convertirme, desde entonces, en lo que con orgullo reivindico en estas décadas de trabajo al lado de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes y del pueblo en general

Esos hombres que son ahora parte inocultable de la historia del movimiento comunista y popular, no tuvieron la oportunidad de ver los resultados de su trabajo. En homenaje a su esfuerzo y a su partida anticipada yo levanto humildemente su bandera y la pongo como ellos hubieran querido, al servicio de un pueblo heroico que ha puesto por encima de todo, su talento, su inteligencia y su acción para convertir los silencios que nos oprimieron por muchos en una revolución social política y cultural más allá de nuestras fronteras

De esa transformación me siento parte con la mayor de las modestias. Formé y formo filas al lado de miles y miles de mujeres y hombres que hemos puesto en juego nuestros pensamientos, los ideales y las convicciones de estar cumpliendo con la patria. De esas filas también han caído luchadores sociales que el sistema y sus líderes han querido silenciar sus nombres, sus historias y sus memorias. Yo, con humildad y sabido de que mis tiempos se acaban, les recuerdo con honor. Rompo el silencio vergonzante de aquellos que en pos del poder y del dinero, se olvidaron de sus héroes, de sus mártires, de los hijos del pueblo que quisieron que la humanidad, la nuestra, la que aún no recupera toda su libertad y su grandeza, viviera los nuevos tiempos en los que la palabra, los sentimientos y el amor por la gente, hayan tomado las calles, las plazas públicas, para gritar y defender sus sueños, reivindicar sus derechos y ampliar los espacios para el feliz descanso de los ancianos y el regocijo de los niños que hoy están abandonados, llorando su hambre y gritando su soledad

viernes, 3 de diciembre de 2021

El pueblo, el gobierno, la patria. Somos otro país

Por JESÚS SOSA CASTRO (*)

A eso de las seis de la mañana íbamos mi esposa, mi hijo y yo por Reforma rumbo a la glorieta de las Cibeles para dejarlo en el lugar que, con un grupo de compañeros de trabajo, salían a León Guanajuato. Desde esa hora cientos de autobuses ya estaban varados por esta avenida y calles aledañas. Habían traído de varios Estados de la República a compañeros de lucha para encontrarse, más tarde, con nuestro presidente en el zócalo de nuestra ciudad capital. Faltaban muchas horas para reuniros en el zócalo. Por mi mente aparecían las palabras que en el movimiento estudiantil parisino de 1968 coreaban los estudiantes: “No somos los que impulsamos la revolución, somos la revolución”

Para medio día, el rostro del centro histórico ya estaba fuera del ajetreo cotidiano. Mujeres y hombres de todas las edades, paseaban su cansancio lleno de un contento por algo que sólo se adivinaba. Para las cinco de la tarde más de doscientas cincuenta mil almas abarrotaban la plaza de la constitución y las calles aledañas. Artistas del pueblo llenaban el espacio de felicidad. Niños y jóvenes de Oaxaca estremecían el momento con esa música que brotaba desde lo más profundo de su alma. Danzas y poemas hechos canciones llenaban de encanto a la multitud que, estoicamente, seguían de pie en una plaza llena de frio, pero rebosante de pasión y entusiasmo defendiendo un proyecto de nación que desde el 2018 estaban haciendo suyo con todas las de la ley

 La muchedumbre quería ver y oír a su presidente, volver a tener su cercanía y aprender a valorar el contacto que AMLO ha tenido por décadas con la gente de todos los municipios, rancherías, plazas púbicas del país y pueblos originarios. El actor principal que concurría a esta plaza histórica era el pueblo. Asistía en apoyo de las políticas de su gobierno para seguir haciendo grande a la patria. El objetivo era y es cambiar para bien el rostro y la estructura del país. Son las cinco de la tarde y la gente empieza a gritar Presidente, presidente. Doscientas cincuenta mil gargantas corean su nombre cuando acompañado de su esposa aparece en el lugar donde se encuentra el presídium y su gabinete

El momento es indescriptible. Muchos adultos mayores y mujeres están a punto de las lágrimas. La emoción y el ánimo se vuelven pasión por lo que sienten que empieza a ser suyo. Tienen un país que saquearon los que hoy no aparecen en el escenario y que la gente del pueblo ha recuperado para sí. Los ladrones y fifís se quedaron en sus guaridas tejiendo nuevas mentiras para alivianar la derrota política que “los hambreados” les han infringido. Hoy, con la frente en alto y con toda la fuerza, ha salido a la plaza principal del país para defender sus derechos, sus causas y su dignidad

El informe del presidente fue vasto en datos y números respecto de los logros alcanzados en tres años de gobierno. Paralelamente se habló sobre los muchos proyectos y obras en marcha que la mayoría de la gente desconocía. Lo novedoso fue la ausencia de los mangantes que hasta hace tres años dominaban la escena pública. Esos que miraban con desprecio a la pelusa, al pobrerío, se han convertido en un mazacote lleno de dinero, pero vacío del alma y del cerebro. ¡Nada les sale bien y nada tienen que decirle a un pueblo que está caminando por la ruta que lo llevará a una vida auténticamente humana! Las cadenas de televisión, la prensa y los chayoteros, no tuvieron la bonhomía de presentarse ante un auditorio crecientemente politizado y alejado de los que hicieron de la política un modus vivendi carroñero

El mensaje que retumbó en los oídos de la audiencia presente y ausente en la plaza de la Constitución, tiene una razón de ser para impedir las indefiniciones políticas, el zigzagueo, el deslizamiento al centro de la política pensando que así se tiene libre el espacio para impedir las críticas de los extremos. El presidente fue claro al señalar que se han sembrado las ideas que sustentan la transformación social, económica y cultural del país. Podrán eventualmente cambiar las cosas materiales si la derecha reaccionaria volviera al poder, pero la conciencia del pueblo, crecientemente fortalecida por decisión propia y como ejemplo de vida, será un muro infranqueable para que no vuelva la codicia, la impunidad y la corrupción. Tenemos un pueblo admirable, Basta mirarlo a los ojos para entender su heroísmo y la defensa de sus ideales. ¡Ya tenemos otro país!  

(*) Adelanto mi artículo. Me voy unos días de vacaciones. Nos vemos en enero del 22