Por JESUS SOSA CASTRO
Importantes sectores del pueblo mexicano estamos empeñados en
cambiar el sistema político social que tenemos. En este intento, hemos recorrido
varios caminos y vivido importantes experiencias. La mayor parte de estos no
dieron los resultados buscados. Electoralmente, en cuatro momentos de nuestra
historia, la burguesía se ha impuesto mediante fraudes electorales. En julio de
1952, esta clase social y varios “caudillos” de la Revolución, impusieron a
Adolfo Ruiz Cortines contra Miguel Enríquez Guzmán. En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas
perdió por el fraude que le hicieron estas fuerzas con Carlos Salinas de
Gortari a la cabeza. En el 2006 impuso a
Felipe Calderón Hinojosa cuando el que ganó la Presidencia fue Andrés
Manuel López Obrador. En el 2012, la burguesía hegemónica, volvió a repetir el
fraude en contra de AMLO
En noviembre del 2012 surge el Movimiento Regeneración
Nacional, Morena. Su nacimiento se dio debido a la incapacidad política y a la traición
del PRD. La izquierda de entonces no pudo impedir el fraude del 2006 y del 2012.
Lo más grave de este partido, fue haber abandonado la lucha por un cambio real
del sistema. Al paso de los años, esta izquierda claudicante se entregó al
poder y sepultó su proyecto político. Perdió sus bases y sus ideales y se
convirtió en vergonzante defensor del statusquo
Ahora, Morena tiene ante la sociedad un importante y enorme
compromiso. Ser lo que no pudieron o no quisieron ser los otros partidos. Ir por
la transformación real del país es una enorme responsabilidad. El sistema
burgués, ha trabajado por años para mantenerse en el poder. Ha recurrido a
todo. A la sociedad la ha empobrecido, enajenado, le ha arrebatado su espíritu
de combate, le ha quitado su dignidad, sus riquezas naturales y ha procreado
una casta de gobernantes malvivientes, viles, que son una vergüenza nacional.
Esta burguesía ya casi cumple cien años de estar en el poder
Resolver este ato enorme de complejidades requiere de mucha
fuerza, de organización y de mucha claridad política. Alcanzar los objetivos propuestos exige una
clara conciencia de lo que enfrentamos. De un gran esfuerzo unitario, con las
luces necesarias, para no ver sólo los elementos del poder, de los puestos y de
los intereses personales o de grupo, sino mirar hacia una transformación
profunda del país. El alma de la lucha de Morena está más allá de la lucha por
los puestos. La sociedad nos ha tomado la palabra. Ahora tenemos que cumplirle
con lo que decimos
Junto a todo esto, los militantes de Morena necesitamos poner
en el centro del debate el cuerpo principal de nuestra lucha. En general
decimos que luchamos por un Proyecto Alternativo de Nación, que queremos el
cambio verdadero, que vamos por una ciudad democrática, plural y con derechos.
Que luchamos por un país sin corruptos y sin ladrones. ¡Todo esto está bien!
¿Pero cómo hacer que los militantes estudien a fondo estos documentos? ¿Estamos
tomando medidas serias para lograr este objetivo? ¿Tenemos las fuerzas, la
organización, los militantes, las políticas para enfrentar estas necesidades
que requiere la transformación del país?
Como militante de Morena me preocupan estos asuntos. Lo que
se ve y lo que se hace, hasta ahora, poco tiene que ver con estas necesidades
apremiantes. Nuestras bases no tienen tiempo o el hábito de estudiar. No
conocen su proyecto político, sus documentos básicos. No se les reconoce ni
entienden su derecho de autodeterminación. Todo les viene desde arriba. No hay
discusión, análisis de lo que pasa en el país. Nos ocupan la afiliación, las
firmas, las consultas, la repartición de volantes, los foros, las reuniones, la
integración de los comités territoriales y el llenado de formatos de todo tipo.
¡Seguramente que esto hay que hacerlo! Pero y ¿dónde queda el estudio de los
grandes y complejos problemas que vive el país?
Hoy la tarea es recoger 2.5 millones de firmas para la
consulta ciudadana. Se ha metido a la gente a una carrera en donde si incumples
la meta, no eres un buen protagonista del cambio verdadero. Se pierde de vista
que ese “ejercito” de voluntarios sólo da su tiempo libre, pues tiene que
trabajar para comer. ¡No hay conciencia de lo que está atrás de la privatización
del petróleo y sus derivados! La gente asume que estas tareas son importantes y
seguramente las cumplirá. ¿Pero con qué haberes formativos se quedan los
activistas y la gente? ¿No importa el contenido?
¿Acaso no es necesario abrirle espacio al estudio, al análisis para no hacer tan
endebles y vulnerables los objetivos que busca Morena?
Hay que reflexionar sobre cómo enfrentar a la burguesía y a
sus partidos satélites. Ellos tienen años preparándose. Tienen ejércitos
pagados y formados para hacer fraudes, para controlar el hambre, la
inconformidad y la irritación de la gente. Están haciendo leyes para seguir
dominando la escena política y electoral. En cambio Morena no está en eso. La
organización y la formación de nuestras estructuras marchan lentamente, porque
nuestra gente, la que trabaja para Morena, anda en el activismo permanente.
Creo que estamos a tiempo para cambiar un poco el rumbo de nuestro trabajo. Un
partido que no hace política, que no procura la discusión interna, que no
promueve seriamente el estudio y la reflexión, que no se liga a los movimientos
de resistencia, está haciendo mal las cosas. ¡Estamos a tiempo para empezar a
cambiar!
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