miércoles, 20 de julio de 2016

El sentido histórico del alzamiento magisterial

Por JESÚS SOSA CASTRO

Entre viernes 15 y sábado 16 de julio, participé en dos debates. En el del viernes el tema fue “Las luchas sociales en México, el papel de Morena y la democratización de sus procesos internos” El sábado, discutimos sobre “las tareas políticas del momento” Temas, a mi parecer, sumamente relevantes para entender lo que hoy vive el país   En Radio AMLO aparecieron dos posiciones:   Una que ve a Morena y a su líder como los únicos que pueden transformar a México mientras a las demás resistencias se les asigna solo el papel de fuerzas adherentes. En este debate también se dijo que la solidaridad expresada a los sectores magisteriales y populares, es suficiente para lograr la solución a sus demandas reiteradamente levantadas. Los resultados del encuentro de ayer martes entre la CNTE y la SEGOB, demuestran lo contrario. ¿Qué pasa entonces? ¿Es solidaridad solo lo que requiere un alzamiento como el que están llevando a cabo los maestros y un amplio sector de fuerzas populares con muchas de sus autoridades legítimas a la cabeza?
Yo creo que no. Por principio sostuve y sostengo que hoy, el problema político, organizativo y el desarrollo de la teoría, deben ocupar el centro de nuestra atención y de nuestro trabajo. El ímpetu creciente que sostiene el alzamiento magisterial debe conducir, no solo a resolver los problemas secundarios sino, desde posiciones de combate,  conformar la fuerza indispensable para disputarle al régimen su hegemonía y en su momento, derrotarlo. El sentido histórico de esta gran lucha no se limita a sacar de la cárcel a sus líderes, reinstalar a los despedidos o cobrar las quincenas no pagadas por la SEP -cuestiones que el régimen quiere hacer pasar como parte de la solución al conflicto, cuando en realizad son formas de mediatización- sino pasar de la resistencia a las políticas del Estado a un estado de lucha revolucionaria que rompa con la hegemonía del régimen político y ponga en el centro, por lo menos, la abrogación de las reformas estructurales
Esta lucha representa un almácigo de enseñanzas y de interrogantes que hay que dilucidar. En la inmensa mayoría de quienes hablan sobre la experiencia de este alzamiento, limitan sus planteamientos a que “se hace lo que se puede, porque la gente no está en condiciones de hacer más” Pero de acuerdo a Lenin, “siempre hay que apoyarse en lo más desarrollado del movimiento para darle perspectivas mayores que lo ubiquen en etapas superiores de lucha” ¡Y este es el caso!
Es en este sentido que considero que la decisión histórica que debió -y debe-impulsar la Dirección política de la CNTE, aún no ha sido entendida o es muy limitada. Pero justo hoy que la fuerza del alzamiento magisterial se multiplica, hay que llamar a todas las resistencias que la están apoyando, para tomar juntos una decisión de cómo enfrentar y ante quién resolver las demandas fundamentales. Falta, según mi opinión, dar los pasos que lleven a cuestionar y a romper con la cultura y la fe que hay sobre el Estado benefactor que, se afirma, fija los límites de lo que se concede y de lo que se niega a las luchas sociales
La gestoría y las ayudas asistenciales que promueven políticos y partidos, ya no son lo fundamental. Quienes hablamos de transformar el país, no podemos quedarnos en el papel de gestores o de organizadores de derrotas. De esto está llena la historia de las fuerzas de izquierda. Ahora, el problema está en entender que las demandas fundamentales, de cualquier resistencia, sólo podrán ser resueltas de raíz, de manera irreversible, si se engarzan en una plataforma común, con una dirección revolucionaria como únicos instrumentos que pueden cuajar el verdadero torrente de transformación social
Quienes plantean que la solución está en unirse en torno a AMLO y a Morena es, por decir lo menos, un desacierto político limitado. No se trata de que alguien nos guíe y nos conduzca al paraíso. Se trata de empezar a cuestionar las hegemonías de las personas y partidos para abrirle paso a la autodeterminación y al impulso de las colectividades que están irrumpiendo en la vida política y social de nuestro país. Hay que eliminar la aceptación mediatizante que hay en las esferas político-partidistas, las cuales trabajan sobre la idea de que no hay nada qué hacer ante una cultura que ha permitido una larga dominancia de la burguesía. Porque si no derrotamos esta concepción, el círculo vicioso de las gestorías, las acciones de lucha constantes y la acumulación de derrotas van a seguir frustrando las luchas populares

Lo que el momento arroja como prioritario, es la construcción de una fuerza unitaria que forje un solo torrente debidamente articulado.  Que abra la puerta a una sólida fuerza popular y que dé continuidad y fortaleza al movimiento para estar en condiciones de confrontarse exitosamente con el régimen político. Es necesario garantizar que el alzamiento magisterial popular siga siendo el sujeto activo que, articulado con las demás resistencias político electorales, logren cambiar este país. Se trata, en fin, de proveerle las herramientas políticas, ideológicas y organizativas para que al lado de todo un frente revolucionario derrotemos a la clase gobernante. Sin la dación de estos pasos, difícilmente estaremos en condiciones de romper con la cultura idiotizante y dadivosa de la burguesía en el poder

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