miércoles, 3 de abril de 2019


Un partido supeditado

Por JESUS SOSA CASTRO

En la historia de las luchas sociales, las grandes movilizaciones de masas han jugado un papel relevante a favor de los cambios que  se están dando en México. Durante la campaña electoral, luego el 1º de julio y ahora como presidente de la República, AMLO se convirtió en el factótum de las grandes movilizaciones populares y de los llenos de las plazas públicas. Estos actos de masas y un proyecto político diferente al de los presidentes anteriores, acabaron con la soberbia y la política reaccionaria de los que saqueaban el país. La historia de México está llena de estos grandes actos de masas. Pero desde las tres campañas por la presidencia de AMLO, estas movilizaciones han adquirido un carácter masivo, generalizado y permanente. Se dan en apoyo a un proyecto de gobierno en el que pésele a quien le pese, están contenidas las demandas que por décadas han venido exigiendo importantes sectores de la población
No está mal que esto suceda, que el pueblo se movilice defendiendo a su gobierno y al proyecto político que encabeza. Lo que está mal es que esas movilizaciones las convoque el presidente y no el partido. Los “dirigentes” de Morena son una entelequia, no existen en la vida real. Todo ha sido subordinado a las decisiones de Yeidckol Polevnsky y ésta, ha dedicado su tiempo a llenar al partido de alimañas, de chapulines que se están apropiando del partido y de su dirección. Terminará el gobierno de López Obrador y con él se habrá terminado el partido que lo llevó a la presidencia. La militancia apoya a AMLO, pero no al partido. Bien sabe que es un partido supeditado que morirá cuando su líder natural deje el poder
En este año habrá elecciones en seis Estados de la República: Puebla, Aguascalientes, Tamaulipas, Baja California, Quintana Roo y Durango. Los corifeos del sistema y defensores a ultranza de los privilegios ya están actuando como buitres hambrientos. Trabajan la tesis de que si ganan Morena y sus aliados en estos Estados, como van a ganar, será la base para que se implante el autoritarismo en nuestro país. Como no tienen nada que los haga creíbles como oposición, están cayendo en la histeria y ya empiezan a tejer acuerdos y a tratar de desprestigiar al gobierno federal para que la derecha ultramundana de dentro y de fuera, comience a dar los pasos en la dirección que conviene al imperio norteamericano. Hasta el imbécil de Marko Cortés anda haciendo su luchita para que Trump lo invista como el Juan Guaidó mexicano
Es lamentable la ceguera política con la que se mueven los conservadores, los fifís criollos. Anatemizan las movilizaciones a las que convoca el gobierno para comunicar los problemas y el avance de los compromisos hechos durante la campaña. Pero su torpeza es tal, que a estas acciones les niegan capacidad para resolver los conflictos y lograr respuestas oportunas y positivas a las demandas de la sociedad. Tuercen deliberadamente los alcances de la participación multitudinaria de los agraviados, no entienden que las manifestaciones, son ahora, una expresión positiva porque por primera vez hay un presidente que gobierna con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Esta es la razón de su fuerza y la diferencia con relación a los anteriores regímenes
Hay en esto, sin embargo, una debilidad. Quienes pensamos que todo movimiento requiere de dirección política, de organización, de formación partidista y de una capacidad incuestionable para buscar los aliados naturales, nos preocupa que esté ausente la estrategia que se requiere en esta situación tan interesante y tan compleja. El movimiento que apoya al presidente López Obrador aún no encuentra el punto justo que resuelva la contradicción entre la política partidista y la política del gobernante. Habida cuenta de la independencia necesaria que debe haber entre el partido y el gobierno siempre será necesario que las políticas de cada quien, haga fuertes al partido y al gobierno. Millones de nosotros, en distintos momentos y por diversas razones, hemos desbordado las plazas públicas. Pero lo que pasó el 1º de julio del año pasado está echando raíces. La fecundidad de este triunfo popular está en que no ha pasado por alto lo que ahora son propuestas de gobierno. La historia reciente del México agraviado por los gobernantes anteriores, sostenedores de políticas bestiales de explotación y de extrema pobreza llevaron en forma demencial a miles de familias al sufrimiento y a la muerte. Hoy esa porción de pueblo empieza a recuperar sus derechos
Creo que la lucha que encabeza el gobierno democrático de López Obrador no sólo es legítima sino necesaria. Los que acompañamos estas luchas, estamos obligados a encontrar las coincidencias que existen en el movimiento social para consolidar soluciones. Ese movimiento, amplio y plural, tiene una autoridad política y moral que no debe confundirse con la “autoridad y la moral” de los que defienden el estatus quo. Pero si queremos que las demandas de estos movimientos triunfen, es necesaria la presencia política del partido, la participación decisiva de sus bases, la democratización de su vida interna y participar permanentemente en los movimientos populares. Sin esto no habrá los triunfos que se buscan ni militancia que aguante más tiempo lo que ahora pasa en las filas de Morena



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