miércoles, 5 de junio de 2019


Perdió el PRIAN, Ganó AMLO

Por JESÚS SOSA CASTRO

El martes 4 de junio fui invitado a participar en un debate convocado por un colectivo de la Alcaldía GAM. Los temas fueron: las elecciones del 2 de junio, los problemas que vive Morena y lo que puede suceder en el Congreso de Morena el 20 de noviembre. Al margen de las opiniones de cada quién, lo que unificó a toda la audiencia, fue la crítica a las formas utilizadas por la dirección para imponer candidaturas a diestra y siniestra al margen de la opinión de la militancia. Como nunca, hay mucho encabronamiento en ella. Pues al margen del triunfo de dos gobernadores, entre nefastos y siniestros, se ve venir un congreso para el cambio de dirección en el mes de noviembre en el que no es nada remoto que éste se convierta en una reunión más de esas que ni huelen ni hieden
Como militante de la izquierda por muchos años -dije en esa reunión- he apostado a la construcción de un partido de clase, un partido que en su hacer y decir, estuvieran la participación, la independencia y las demandas de los trabajadores. En ese y en todos los demás en los que he estado, se dijo que esa Organización daría sentido y dirección a las luchas del pueblo. ¡Esto no sucedió! Después de los fracasos y frustraciones sufridos, miles y miles de ciudadanos fundamos Morena. Pensamos que, por fin, tendríamos la oportunidad de sembrar otras ideas, otras formas de hacer política, otras formas de atender a la gente, de resolver los viejos problemas del país
Pero ¿qué vemos hoy en este partido? Lo primero que hay que señalar es que los treinta millones de electores que obtuvo la alianza electoral que llevó a la presidencia a López Obrador, nunca fueron atendidos orgánica y políticamente por los directivos.  Los actores más activos que se incorporaron a la lucha por el cambio fueron desoídos en sus demandas y hoy transitan por las veredas del desencanto. Los dirigentes no construyeron organización ni formaron ideológicamente a sus cuadros. Impusieron decisiones cupulares, cerraron la puerta a críticos y fundadores y se la abrieron a aquellos que garantizaban lealtad a los jefecillos, a los integrantes de la nomenclatura nacional. Se prostituyó el sentido partidista, todo se movió hacia un espacio electoral y convirtieron las luchas sociales en una disputa por el botín. Ganaron las relaciones con los jefes y se sobre puso a los ideales, las relaciones, el poder y el dinero
A seis meses de que se convoque al congreso no hay indicios de que las cosas vayan a cambiar. Los que ahora se auto proponen para la presidencia del partido, no son representativos de los intereses de las bases, de los millones de votantes que siguen apoyando al gobierno federal, no se les conocen posicionamientos personales sobre los graves problemas del país, son en todo caso, representantes de los grupos de poder que se metieron a Morena por la ventana. Si esto se da otra vez en el próximo Congreso, sería una raya más que se adhiere al lomo de un tigre maniatado por el poder. En las elecciones ocurridas en seis Estados lo que asomó fue el rostro truculento de la antidemocracia y de la imposición. ¡El pudor político se convirtió en pena ajena!
Esperamos que la militancia reaccione y haga valer su opinión, su trabajo y su deseo de contar con un partido que esté permanentemente conectado con las luchas sociales y con sus electores. Sería un desatino por parte de quienes están en condiciones de impedir que las cosas se repitan, que pasaran por alto lo que, en corrillos, colectivos, en la calle y en lo que queda de los organismos de base, que se volviera a imponer a los mismos de siempre cuando éstos son los responsables del desencanto y la frustración orgánica que vive Morena. Quien le esté apostando al prestigio y a la autoridad política del presidente para continuar como dirigentes del partido o como funcionarios públicos, se equivocan. El horno ya no está para bollos
Ojalá que la democracia y la consulta a las bases se abran paso en los preparativos y realización del próximo Congreso. Sólo esto garantizará la continuidad de los más importantes actos de gobierno, será, también, la fuerza que impida que la oposición con todos sus alfiles, sigan generando las condiciones para acabar con un proyecto democrático que, hasta ahora, apoyan el 82% de los ciudadanos de nuestro país. Es momento de cambiar las cosas. El tiempo de los ineptos, de los oportunistas, de los electoreros, de los ajenos a las luchas del pueblo, ha llegado a su fin. Ahora corresponde a la militancia, a los constructores, a los impulsores de una forma nueva de hacer política, de los que queremos democracia adentro y afuera del partido, tomar en nuestras manos los cambios que se requieren. ¡Ya basta de imposiciones y de locuras que llevan a la nada!








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