miércoles, 13 de noviembre de 2019


Autoritarismo y encuestas, el rostro siniestro de Yeidckol

Por JESÚS SOSA CASTRO

Desde el doce de octubre empezaron las asambleas distritales de Morena para elegir tres mil consejeros al Congreso Nacional. En decenas de ellas aparecieron las manotas de Polensky, de sus seguidores y de los caciquillos locales. Muchos de estos “operadores” se dedicaron a estorbar, impedir o a sabotear las reuniones donde la militancia acudía para nombrar a sus representantes. Estos malandrines fueron encaramados por los caciques en los órganos del partido y del gobierno para agrandar su poder. El proyecto político no les importó ni entonces ni ahora. Los que impulsan estos actos escandalosos y fuera de las normas son los que temen a la democracia porque, si esta funcionara, ellos serán echados de los puestos por mediocres y corruptos. Por eso convocan a un “congreso” que modifique los Estatutos, le abra paso a las encuestas y se generen las condiciones para que se mantengan en el poder
Los estrategas de estas políticas pensaron que habían hecho una jugada brillante que golpearía la democracia partidista. En diez meses esa estrategia está llevando al partido a un estado crítico y a una ausencia política en todo el país. La presidenta del CEN y sus seguidores no entendieron nunca su papel de dirigentes. Se dedicaron a mostrar su pobreza intelectual, su falta de capacidad para conducir el partido, sacaron a flote sus intereses de clase, no percibieron el significado de la 4T y concluyeron haciendo de Morena un adefesio electoral que ni huele ni hiede. Este conjunto de hechos está dividiendo a la militancia y lo peor, está dejando solo al presidente en su decisión de transformar para bien la vida pública de México. La señora Polensky solo se ocupa de enhebrar sus redes políticas para seguirse manteniendo en el poder
Hay personas y grupos que esta situación les genera felicidad. Cuando hablan de que están apoyando la 4T es solo una manera de camuflar sus verdaderos propósitos. Las coincidencias que tienen con el viejo régimen las expresan al través de las conductas del PAN, de la COPARMEX, el INE y el TEPJF. Todos están en el intento de descarrilar el partido y el programa que impulsa el presidente. Los “dirigentes” actuales del CEN no sólo se hicieron de un poder que no merecían, lo obtuvieron en detrimento de quienes querían un partido para la transformación de México y para el afianzamiento de un nuevo proyecto de gobierno. Lo lamentable está en que perdieron la oportunidad para construir la fuerza capaz de darle organización, defensa y persistencia al Nuevo Proyecto de Nación que votamos más de treinta millones de electores
Hoy el partido Morena está atascado en una penosa plataforma de dimes y diretes. La presidenta en funciones se ha convertido en la imagen del desacierto y la desunión. En lugar de atender la vida orgánica, la unidad y la defensa de los intereses del pueblo, se ha dedicado a decir una serie de tonterías hoy, para contradecirlas y echarlas por tierra el día de mañana. Los órganos representativos nombrados para alentar la democracia y fiscalizar el cumplimiento de las normas internas, simplemente se las ha pasado por el arco del triunfo poniendo en juego no su autoridad sino su autoritarismo
Rechazamos esta ineficiencia y la pertinaz violación a las normas que debieran regir en el partido. Exigimos parar las inercias del agandalle, del arribismo, la antidemocracia y el clientelismo electoral, o pronto vamos a perder a Morena. Al CEN le ha pasado lo que hoy vive la oposición reaccionaria y golpista, han perdido el consenso social y para lavar su desprestigio se siguen montando en la manipulación y en los atropellos a  los derechos de los militantes. Se la ha pasado mirándose el ombligo en lugar de elaborar un discurso en el que se contemplen la organización y la lucha contra los intentos golpistas de la derecha fascista. Estamos en la última oportunidad para salvar a Morena de los gandallas, de los oportunistas y de los emboscados. La movilización, el respeto a las bases, la democracia y la unidad del partido, deben ser hoy los elementos que deben ponerse en el centro de cualquier discusión. Si no lo hacemos en esta coyuntura, se va a profundizar el desencanto y la inactividad de la gente. Hay que tomar cartas en el asunto, de lo contrario, la transformación de México puede quedar sepultada por un montón de frases demagógicas o por una retórica que ya le está calentando los tompiates a los miembros de Morena   
                                                                                                                                                  


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