miércoles, 11 de marzo de 2020


Morena, un molote que recompone su rostro

Por JESÚS SOSA CASTRO

Después de dos semanas de inactividad por razones médicas, vuelvo con estas líneas ofreciendo disculpas a mis lectores. El andar en la política siempre ha sido para mí una especie de linimento que me alivia mis males físicos. Escribo este texto infringiendo las indicaciones que me han dado los oftalmólogos. Después de tres semanas cargadas de aburrimiento y de paralizarme en mis actividades en las que normalmente me muevo, ocurrieron hechos importantes sobre los que, aunque un poco tardíamente, quiero opinar. Sostengo que muchos de los que se dedican al quehacer de la política y lo hacen bien, cuando recogen las necesidades y los sentimientos del pueblo, cuando cumplen con lo que éste demanda, la gente apoya y se enamora del partido y de sus dirigentes
Cuando se entiende de manera correcta el papel del partido, cuando líderes y militantes construimos los espacios en los que anidan los esfuerzos libertarios y las experiencias que forjan la lucha para combatir al sistema, en las calles y en todo lugar, ese partido y esos líderes son respetados y seguidos por quienes hoy están revolucionando sus conciencias para convertir sus acciones en el instrumento capaz de lograr la transformación de la sociedad. Morena incumplía con ese papel y tuvo que ser la base la que hiciera posible poner al partido nuevamente de pie y empezar a caminar en la reconstrucción del proyecto de cambio que hasta ahora sólo estaban impulsando el presidente de la República, la mayoría de la población, pero no el partido
El carácter y la templanza para confrontar al adversario político se habían convertido en una entelequia. Un alejamiento cuestionable de los partidos con las acciones públicas y una conducta que siempre quedaron en entredicho, colocaron a sus organizaciones partidistas en unos molotes ajenos a las demandas y el sentir de los sectores populares. Vivían de la corrupción, de la política y de la acrítica complacencia de la mayoría de la gente. Perdieron la chispa que encendía sus acciones, razón y causa por lo que fueron incapaces de hacer de su partido el instrumento que educara y dirigiera a sus bases que pelean por construir una nueva sociedad
Si un partido político tiene como objetivo tomar el poder, sus dirigentes no pueden actuar dejando de lado el resto de la complejidad nacional. Si se quiere cambiar el país, es indispensable tener una dirección competente, conocer al adversario principal, tener el conocimiento necesario del estado que guardan sus fuerzas, estudiar el terreno en el que se le va a combatir y contar con el ejército civil debidamente capacitado para salir airosos de ese combate. Sólo así se puede cambiar el actual estado de cosas y construir una relación social en la que el sujeto sea una nueva humanidad. Si se toma a la ligera la fuerza que tienes, si no valoras la participación de la gente, si no tomas en cuenta la experiencia acumulada, si dejas a un lado a los líderes de pueblo, a los que analizan la situación desde otra perspectiva. Incurres, por lo menos, en un error de lesa gravedad
 Estos señalamientos vienen a cuento porque justo en este momento, el partido Morena en el que milito, vive una especie de euforia por haber recompuesto una dirección que había defraudado a su militancia y al Nuevo Proyecto de Nación. Hoy se habla y se actúa con un espíritu de cambio, de recuperación de la política y de participación de la militancia. Valora sus fuerzas y su capacidad para sacar adelante la enorme tarea de organizar al partido, de inyectarle nuevos bríos, de formar a sus cuadros y de colocarlo a la altura de las circunstancias que vive el país. Ojalá los integrantes del nuevo CEN tomen en cuenta los movimientos que están haciendo los adversarios y logre contar con la capacidad para confrontarlos en sus políticas de odio, de desestabilización y de confusión en algunos sectores del pueblo. Ya basta de improvisaciones y de falta de consistencia en el manejo de la política y de la ideología que se contiene en el nuevo proyecto de nación
Si bien se comprende la estrategia de sumar, resulta inexplicable que se descuide con tanta ligereza e irresponsabilidad lo que está pasando aún en las filas del partido. Las crisis que asoman su rostro en el cuerpo de Morena en varios Estados del país, son resultado de la ineficacia y de la ignorancia política de los que habían secuestrado la dirección del partido. El compromiso que ahora tiene el CEN encabezado por Alfonso Ramírez Cuéllar, va más allá de sacarlo de la crítica situación en que lo dejó la señora Yeidckol Polensky. Hoy se requiere poner en movimiento a su militancia, ligarse con las luchas del pueblo, organizar el partido en los centros de trabajo, colonias y barrios y formar ideológica y políticamente a sus cuadros. De otra manera, la esperanza de sacar adelante a la 4T correría el peligro de quedarse a la mitad del camino sólo porque el partido Morena no entendió ni se colocó al lado de las demandas y exigencias del pueblo



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