Lo bueno, lo malo y lo
que viene
Por JESÚS SOSA CASTRO
Con casi treinta días
de vacaciones y quince de haber iniciado el año 2021, escribo mi primer
artículo para SDP Noticias. Confieso que después de este largo período de
descanso, perdí un poco la práctica de escribir, me dediqué a disfrutar de las
cosas mundanas que por muchos años me había negado por estar metido en la
política. Hoy dediqué este tiempo a mi familia y a un descanso que había venido
posponiendo por andar ocupándome de la construcción de una fuerza de la que,
por desgracia, los oportunistas de derecha se han apropiado. Dejar de escribir
se pierde el ritmo y ahora me está costando trabajo hacerlo con la rapidez que
las necesidades imponen. Más aún cuando el mundo de la polaca en el que siempre
ha estado presente mi trabajo, está tan viciado y tan carcomido por los
intereses personales de muchos pájaros nalgones que harto conocemos los
militantes. El periodista Catón llegó a referirse a ellos como “los conozco
mascaritas”
Hecho este apunte,
procedo a escribir sobre algunas cosas que dieron contenido a este período.
Registro en primer lugar el enorme trabajo, los beneficios sociales, y el
saneamiento de la vida pública que día con día impulsa el presidente de la
República. La manera como ha enfrentado las crisis de la pandemia y la
económica, sin endeudar el país, sin gasolinazos, sin inflación, con el respeto
de pueblos y gobiernos de muchos países del mundo y sin sobresaltos en la vida
política y social de México, es, por decir lo menos, lo bueno, lo mejor que le
ha sucedido a nuestro pueblo y a nuestra nación
Sin embargo, no todo ha
sido miel sobre hojuelas. Como militante de izquierda por más de cincuenta
años, me apena tener un partido que aún no se encuentra ni política ni orgánicamente.
El CEN de Morena arrastra un enorme déficit de credibilidad, ha manoseado su
organización de manera torpe, se ha distanciado de las bases, está al margen
del debate púbico, no dirige a nadie, ha impuesto candidaturas a diestra y
siniestra, nadie lo respeta, y lo peor, ha perdido contacto con los millones de
patriotas que llevaron a la presidencia a López Obrador
Quienes hemos abrazado un
proyecto político transformador, nos encontramos en una situación harto
complicada. Lo que está haciendo el presidente es parte de nuestra obra, es el
trabajo de muchos camaradas que murieron en el camino organizando y luchando al
lado del pueblo. En mi haber y experiencia política estuvieron personajes como
Othón Salazar, Rubelio Fernández Dorado, Arnoldo Martínez Verdugo, Gerardo
Unzueta Lorenzana, Valentín Campa, Lucio Cabañas, Ramón Danzós Palomino,
Eduardo Montes Manzano, Rafael Jacobo García y otros muchos compañeros cuyo
trabajo y ejemplo siguen siendo mis banderas.
Quisimos que la lucha y
el trabajo, sirvieran para producir riqueza para todos. Convertir la igualdad y
los derechos sociales y políticos en el modo de ser y actuar de nuestro pueblo.
Nos inspiró la enorme voluntad que el México profundo, el olvidado, el
excluido, el empobrecido, siempre puso en juego para hacer de la transformación
revolucionaria el orgullo de una nueva mexicanidad. Donde el trabajo, la paz,
la felicidad y la dignidad, fueran las banderas que pudiéramos pasear por los
distintos rincones de la patria. ¿De donde si no está mi razón por la que
votaré por Moren a pesar de que no me identifico con las prácticas políticas de
un CEN que nos fue impuesto por las reminiscencias del viejo régimen político
que no acaba de morir?
Lo que está ocurriendo
con los medios convencionales ya es en sí un acto de lesa censura a las
políticas del gobierno de AMLO. Las mismas amenazas de parte de las redes
sociales significan la desaparición de los derechos inalienables que tienen que
ver con la información y la libertad. El sentido patrimonialista y autoritario
de los grandes corporativos de la comunicación, están poniendo al descubierto
el rostro reaccionario y ultraderechista del INE y del TEPJF por estar empeñados
en impedir que el presidente continúe dando sus conferencias mañaneras Quieren
convertirse en el burdel donde la prostitución política sea la que domine el
escenario público. ¡Ya veremos si el pueblo lo permite!
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