miércoles, 15 de julio de 2020


En la política, dos sentimientos contrapuestos

Por JESÚS SOSA CASTRO

Cuando hace muchísimos años arribé a la ciudad de México procedente de la mixteca poblana, solo traía unos trapos en una caja de cartón. Conmigo llegaron la incertidumbre, la soledad y una angustia que invadía todas las partes de mi ser campesino. Era un joven de las montañas, de las veredas, del aire, mi mundo eran los barrancos, los riachuelos, sus aguas cristalinas. Disfrutaba las noches silenciosas, las luciérnagas, la tranquilidad. Todo era disfrutable, excepto la pobreza, el pago del diezmo y la primicia a una iglesia voraz, castrante. Morir analfabeto y pobre, era lo común. Fue Moisés Flores Guevara, un maestro rural de pura cepa, el que fue introduciendo en mi alma el encanto de un mundo que yo desconocía.
A los niños que asistíamos a sus clases desde los lejanos campos serranos, el maestro nos hablaba de la guerra de los cristeros, de Leodegario Cortes, el jefe de ellos en la región, de la educación socialista, del gobierno popular del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, de los maestros desorejados por los caciques rurales, del control que ejercían los curas pueblerinos, de la esperanza de que los campesinos, finalmente, salieran de la pobreza y se incorporaran a la civilización. Con él aprendimos, muchos, geografía, historia, la división política del mundo, sus ríos, sus montañas y nos convirtió en lectores al través del libro insignia de Edmundo de Amisis El corazón diario de un niño
Mi vida, desde siempre, estuvo adherida a los sentimientos y a los anhelos libertarios del pueblo mixteco. Una cultura híbrida en la que junto a zapotecos y tlapanecos se hizo presente al lado de Vicente Guerrero durante la guerra de Independencia, y en la revolución, luchando por la justicia con Emiliano Zapata. En 1936 los orgullosos indígenas de la región, abrazaron la lucha por la tierra encabezada por el General Lázaro Cárdenas del Río. Desde entonces, los indígenas entendimos que, sólo participando en la lucha por nuestras demandas, podíamos lograr una condición humana distinta a la esclavitud. Cuando conocimos a López Obrador nos fuimos con él porque ya desde entonces representaba la esperanza y el orgullo para lograr la justicia y la libertad
Estas culturas libertarias donde aún perviven el tequio y los usos y costumbres, levantaron las banderas que contenían sus demandas y sus raíces con todo el orgullo para hacerlas florecer. Por encima de tragedias y olvidos de los gobiernos de la burguesía, se sobrepusieron con honor a todas las calamidades y calumnias de los mocha orejas de entonces. Sin saberlo, nuestra intuición sugería que su grandeza se expresaría en un Nuevo Proyecto de Nación y sus ancestrales demandas serían atendidas por el gobierno del pueblo. Habiendo sido parte de esas naciones indígenas, mi trabajo desde estudiante fue apoyar las luchas magisteriales encabezadas por Othón Salazar, la de los ferrocarrileros por Demetrio Vallejo y las campesinas por Ramón Danzós Palomino, José Dolores López, Rafael Jacobo García y Lucio Cabañas  
En todas estas organizaciones puse mi mejor esfuerzo y mi honor personal para transformar mi país. Conocí a camaradas y compañeros en otros partidos de izquierda que lucharon y murieron defendiendo orgullosamente las causas del pueblo. La mayoría de nosotros sufrimos represiones, encarcelamientos, torturas y muerte. En el camino se quedaron mis compañeros Valentín Campa Salazar, Arnoldo Martínez Verdugo, Eduardo Montes Manzano, Gerardo Unzueta Lorenzana, Hilario Moreno y Lucio Cabañas- Mis alforjas están llenas de sus historias revolucionarias. De tiempo en tiempo, vuelvo la mirada a mi pueblo, a mi raza, al México profundo que han hecho cuatro revoluciones con la aportación política, con el sacrificio y con la muerte de hombres y mujeres heroicos
Como en mí no hay ni rencor ni frustración, me carcajeo de aquellos que menosprecian nuestras tradiciones y nuestras culturas. No entendieron ni antes ni ahora, que la dignidad y la transformación del país no pueden depender de las políticas y ladridos de los esquizofrénicos. El México que representa López Obrador ha cubierto de esperanza y de dignidad a los pueblos originarios y a la mayoría de los mexicanos. En su quehacer como líder del país, ha sembrado en México y el mundo una nueva cultura política. A Washington no llevó su ropa ni sus mensajes en una caja de cartón como afirma la neurótica Mariana Gómez del campo. Desde su humanismo y su dignidad, el presidente fue a poner en alto el orgullo, la independencia y la soberanía del país   

miércoles, 8 de julio de 2020

El líder, el partido, el movimiento


El líder, el partido, el movimiento

Por JESÚS SOSA CASTRO

Conocí a AMLO desde que fue nominado a gobernador por el Estado de Tabasco. Yo era entonces el Director de Tipografía. Diseño e Impresión S.A. empresa del Partido Comunista Mexicano encargada de hacer su propaganda, editar periódicos, revistas y libros como un medio para allegarle recursos económicos que le permitieran subsistir y hacer su trabajo. Aunque nuestra relación política era esporádica, siempre estuvo soportada por una identificación ideológica y partidista que empataban con nuestros principios de honestidad y ética políticas. Esto nos permitió, siempre, identificar las razones de nuestras acciones y analizar las causas de nuestras derrotas temporales. Las luchas que impulsábamos en distintos frentes nos enriquecían y las coincidencias nos permitían atender las demandas de los sectores en lucha. Al paso de los años AMLO se convirtió en el líder político de las plazas públicas quien al lado del pueblo convirtió la 4T en su proyecto de gobierno
Haría mal si no reconociera la enorme importancia que tiene para el país que López Obrador haya llegado a la presidencia de la República apoyado por un gran movimiento de masas jamás visto en la historia de México. No fue solo el hartazgo del pueblo lo que lo llevó al gobierno. Fue la suma de cientos de agravios que soportó mientras encontraba al líder que convocara a la gente a una revolución política en contra de un régimen que había perdido el consenso social. Las políticas y el proyecto que encabeza el presidente y que votamos el 53% de los electores en julio del 2018, marcha, y marcha bien, a pesar de los conservadores enloquecidos que hoy claman por tumbar su gobierno
El problema que tenemos ahora, no está en el proyecto. Llevarlo a buen puerto requiere de la capacidad organizativa y una eficaz conducción del partido. En algunos sectores de nuestra organización hay irritación y desencanto. La mayoría de la militancia está preocupada por que el CEN sigue penosamente entrampado en conflictos internos derivados de la corrupción de una parte de su equipo, de la judicialización de su política y de las circunstancias atribuidas a la pandemia que estamos viviendo. El instrumento que debiera construir organización, asumir las demandas del pueblo y convertirlas en realidad, no solo ha perdido el rumbo, sino los principios éticos y morales en los que se expresaban los sentimientos y las demandas de la gente
Si en el partido no hay liderazgo y no hay organización, difícilmente podrá cohesionar y dirigir un movimiento social que en los tiempos actuales se hace necesario y urgente. Las expresiones enloquecidas del conservadurismo golpista en contra del gobierno federal van a crecer en la medida en que éste vaya afectando de manera directa los intereses y privilegios de los oligarcas y políticos que por décadas se consideraban los dueños de México. Por eso hoy, estamos obligados a entender lo que pasa en el país y en muchas partes del mundo. Durante décadas, generaciones de mujeres y hombres vivieron rodeados de un sistema corrupto, en el cual la política estaba hecha por y para el dinero, vivieron una demagogia desenfrenada, el asesinato y el terror policiaco militar. La que dominaba era una plutocracia implacable, derrochadora y corrupta. Era una burguesía ávida de todo, de explotadores cínicos, de arribistas vacuos y depravados, de muchachas y jóvenes empujados a cambiar sus necesidades culturales por la prostitución, la delincuencia organizada y la violencia social. Todo debido a la exclusión clasista, la pobreza y la falta de expectativas de vida
Los jóvenes de ahora y millones de trabajadores de la ciudad y del campo rechazamos ese mundo que nos robó derechos y libertades. Más de treinta millones de mexicanos queremos construir otro que le de sentido a nuestra rebeldía y eche abajo los agravios que nos impuso el régimen político que derrotamos en el 2018. Nuestro movimiento quiere empujar políticas de purificación social y cultural, recuperar los sentimientos, la equidad, la justicia y la paz. Si no entendemos esto y seguimos sin liderazgos en el partido, si seguimos desorganizados y ausentes de la política, el gran movimiento que llevó la democracia al gobierno como una forma de vida y de acciones por la transformación, lo vamos a lamentar. Lo cual, no solo sería un retroceso, sino el mayor descrédito para quienes no entendieron lo que es el liderazgo, el partido y el movimiento
   
  

miércoles, 1 de julio de 2020


A dos años del triunfo, algunos quieren silenciar nuestros cantos

Por JESÚS SOSA CASTRO

Sobre el papel del pueblo se ha escrito mucho, pero se ha entendido poco. De los políticos mexicanos, AMLO ha sido el único que ha comprendido y descifrado sus sentimientos, su espíritu de lucha y descubierto el núcleo que expande la fuerza que lleva a los cambios sociales. Otros, como Ricardo Monreal, solo se han montado en la cresta de las aguas que otros agitan. Su capacidad para lograr acomodarse en los encargos públicos, lo hicieron ser lo que es, hasta que sus ambiciones y contactos impresentables le salieron a flote. AMLO, en cambio, siempre ha estado al lado de las demandas del pueblo, apoyado en el Artículo 39 constitucional. Ha sabido interpretar y practicar las políticas encabezando una revolución social sin violencia. Tomó la decisión de que el “silencio de las canciones que no podíamos cantar por las políticas que nos impusieron nuestros enemigos de clase, serían convertidas en nuestros himnos al triunfo de nuestra revolución. Por eso ahora, nuestros cantos andan por las ciudades y montañas, haciéndole honor a las ideas y a la bella prosa de Luis Cardosa y Aragón” (*)
En cambio, da pena hablar del comportamiento político de Monreal. Alejarse de los principios, los ideales y el compromiso expreso de apoyar el proyecto de gobierno que está en construcción por el pueblo, es su mayor desatino. Sus intereses y sus ambiciones personales lo ganaron, por eso vuelve al redil y a las prácticas de un priismo que el pueblo derrotó el 1º de julio del 2018. Está moviendo sus alfiles, buscando alianzas con los medios convencionales, confrontándose con quienes apoyamos la 4T y tendiendo los puentes con los opositores para que lo vean como su candidato a la presidencia en el 2024
¿Por qué está comportándose de esta manera Ricardo Monreal? Lo primero que habría que destacar es que, los ojos de la mayoría de los mexicanos que votamos por nuestra coalición, ya no ven en él a un político confiable. El hecho de que haya otros funcionarios del equipo de gobierno, que han hecho un excelente trabajo, que han mostrado un manejo escrupuloso de los asuntos de su competencia y observado una lealtad al proyecto de la 4T a prueba de pandemias y terremotos, lo están sacando de quicio. Sabe que de este equipo puede salir el sucesor del presidente López Obrador, justo cuando sus ambiciones lo están arrastrando a un escenario que lo alejan más y más de ser el futuro candidato de Morena a la presidencia en el 2024. Se ha dado cuenta de sus errores y por eso ha empezado a tejer acercamientos y compromisos con personas, grupos y partidos opositores al gobierno de López Obrador
Es lamentable que Ricardo Monreal pretenda subestimar la inteligencia de los militantes, simpatizantes y electores que le dimos el voto al Nuevo Proyecto de Nación. Todos estos actores le hemos dado seguimiento a sus declaraciones, actitudes y conectes con los que está trabajando. Es lamentable que sea un opositor emboscado de la 4T. Su cultura y su formación priistas, sumadas a su codicia por el poder, ya no encuentran en Morena el campo propicio para seguir amasando fortunas al amparo de privilegios indebidos. Se acabaron el influyentismo, las presiones y la corrupción en los gobiernos de Morena.  
Su objetivo es ser presidente de la república a costa de lo que sea. Su olfato político le está sugiriendo ser la opción de la derecha en disputa con el esquizofrénico de Enrique Alfaro Ramírez, actual gobernador de Jalisco. Sibilino como es, Monreal se mueve en dos campos paralelos: Reconoce el trabajo del presidente, pero si tiene oportunidad, lo cuchilla por la espalda. Miente sobre el trabajo de los funcionarios de su gobierno y busca el lugar y el momento para exhibirlos y desacreditar al gobierno de López Obrador
Monreal está preparando su salida de Morena. Desde hace meses, ha puesto a su operador Alejandro Rojas Díaz Durán a buscar la ruta que rompería la unidad del partido. El señor recorre el país con recursos oscuros y está todos los días en los medios haciendo campaña para ser el otro presidente, el de Morena. Pero ambos se están orinando fuera de la bacinica. En este empeño lleno de delirios, Monreal y su testaferro otra vez se equivocan. Morena ya dejó de ser agencia de colocaciones para vivales sin escrúpulos
(*) Cristo con un fusil al hombro Ryszard Kapuscinski Editorial Anagrama, colección compactos



miércoles, 24 de junio de 2020


De cómo un niño lo hizo volar un colibrí

Dedicado a mi padre

Por JESÚS SOSA CASTRO

Después de varios meses de encierro volví a mi guarida de descanso en un lugar de Morelos. Cuando vivía mi padre y nos visitaba, solíamos caminar por las tardes acompañados de mi perro Yari por los jardines y calles empedradas de este tranquilo lugar. Casi no hablábamos, pero en ambos, algo silencioso iba con nosotros y por momentos sentíamos que eso, estaba a punto de estallar.  Mi padre había acumulado hechos y experiencias que de cuando en cuando me los compartía. Hablaba de la pobreza que vivió, del mal trato que recibía de sus padres, de su conducta solidaria con otros agraviados por el autoritarismo de los tatas mandones. La mayoría de éstos eran explotadores de su propia prole, de las esposas o de sus hijos políticos. Así era el patriarcado. Esas caminatas eran para mí una especie de recuperación de los años que me separaron de él. Nuestra junta quería expresar el sólido cariño que en nosotros habían dejado los años
Después de un buen caminar, volvíamos a la casa, para acogernos a la verde y frondosa placidez del encino que aún sigue orgullosamente de pie. Disfrutábamos del gorjeo y el aletear de los mirlos y las urracas que llegaban a dormir. Tal vez buscaban el silencio para estar en condiciones de cerrarles las alas a sus sueños. En una de esas salidas mi padre me dijo: Te voy a contar algo que aún traigo pegado a mi piel. Empezó hablando de su vida, de sus apuros económicos, de sus aspiraciones frustradas y de su ignorancia por apenas saber leer y escribir. Yo lo oía con respeto no solo porque era mi padre, sino porque sus narraciones cruzaban todas las fibras de mi corazón
Lo que más me llegó, empezó diciendo mi padre, fue la vida de un niño, hijo de un indígena que trabajó conmigo y al que por apodo le llamaban “El Cuándo” El papá y él, apenas pergeñaban el español. Nunca conocí sus nombres. La carga de las preocupaciones era que su hijo fuera a la escuela, que aprendiera a leer y escribir, jugar con sus compañeros, celebrar con ellos sus encuentros. ¡Lo logró! El niño de vez en cuando, expresaba su deseo de llevar sus pasos por los lugares que a él le atraían, aunque siempre caía en la tentación de andar por donde iba la bola. Un día, sin pensarlo mucho, se encaminó por las veredas que él conocía. Le gustaba juguetear con su soledad, con sus recuerdos y disfrutar de las sombras de un viejo tamarindo que siempre le daba cobijo a su cansancio y a sus enfados
Aunque sus amigos lo jalaban, casi siempre tomaba ese rumbo, traía el ADN de un campesino, gustaba de la naturaleza, le cautivaban las ramas del viejo árbol, su tronco, sus raíces. Al pasar por allí, siempre hacía una parada, veía a su alrededor, y en pleno descanso, miraba hacia el frondoso ramaje del árbol cuyos frutos degustaba con fruición. Observaba que en sus flores y frutos se posaban toda clase de aves y de insectos. Pero era un colibrí el que le llenaba de admiración y de ternura. Le gustaba la libertad con que iba y venía este hermoso pajarillo. Su esbeltez, sus veloces alas y su pico largo oteaban todo en busca de la miel que se escondía en el lugar donde a las flores les nacen los pistilos
Yo quiero ser un colibrí, decía para sí el niño. Y empezó a zurcir en su cerebro todo un ato de ideas que lo hicieran parecerse a este hermoso chupaflor. ¿Cómo haré, se preguntó, para volar como él? Pensativo y con rápidos reflejos pensó que la respuesta la traía en su mochila. Y el niño empezó a leer renglón por renglón todo el acervo que, sin saber, cargaba en su pesado equipaje. Su proyecto de convertirse en colibrí empezó a tomar forma, sintió que le salían alas, que su pensamiento volaba y que las palabras de sus libros le insuflaban el aliento necesario para levitar. El niño nunca dejó de pasar por las sombras de su árbol. Sus ideas eran un espejo en el que podía ver las lecturas que andaban en su cerebro. El colibrí, orgulloso de seguir viendo a su amigo, continuaba su vuelo chupando la miel de las flores. Estaba complacido de ver que el joven de ahora, seguía estudiando el mundo desde las mismas sombras de su viejo y amado tamarindo

miércoles, 17 de junio de 2020


La nueva normalidad. ¡Una interpretación personal!

Por JESÚS SOSA CASTRO

Con motivo de la pandemia, el gobierno de la República está planteando que, dadas las circunstancias, vamos a entrar a una Nueva Normalidad. Se dice con frecuente recurrencia que esta transición, obedece a que el virus Covid- 19 va a vivir con nosotros por tiempo indeterminado, que en una sociedad alimentada con comida chatarra varios tipos de virus le producen efectos devastadores, que es consumidora empedernida de bebidas azucaradas, que en general, no hace ejercicio, la mayoría es obesa e hipertensa y, por lo tanto, vulnerable en grado sumo a las enfermedades crónico-degenerativas y a las pandemias como la influenza y el coronavirus
En el imaginario colectivo hay suficientes razones como para empezar a cambiar no solo los hábitos alimenticios sino la cultura y la mentalidad de un individualismo neoliberal en el que, por encima de las personas siempre estuvo el interés por el negocio, el mercado y la usura. Grandes empresas industrializadoras de alimentos y bebidas, nunca les importó la salud y el bienestar de la mayoría de los mexicanos. El virus que nos tiene en vilo en México y en varios países del mundo, nos obliga a entrar a una etapa que requiere poner en juego una nueva concepción de la vida. Cambiar nuestros hábitos que nos impuso la ortodoxia neoliberal, así como las conductas a las que nos sometió la otrora vieja normalidad, se han convertido en las exigencias de los nuevos tiempos
Pero hagamos el intento de ubicar los problemas a los que nos vamos a enfrentar. Un cambio en nuestros hábitos y procederes sociales, no es poca cosa. Por siglos, se nos impuso una cultura que llevaba en sus entrañas la tesis de que el hombre, hablando genéricamente, era un ser gregario por excelencia, cuyas demandas y servicios, sólo podían ser satisfechos viviendo en comunidad. Su consecuencia, llevó a un confinamiento en grandes ciudades, pueblos y rancherías en los que se generaron costumbres, culturas, hábitos, leyes y enfermedades que normaron su vida para bien y para mal
Todo esto en su conjunto, dio origen a una institucionalidad en la que, para convivir, eran necesarias las normas jurídicas, sociales y culturales que permitieran el desarrollo civilizatorio y armónico de quienes habían convenido asumirse como integrantes de esa colectividad. Sin embargo, el negocio y la voracidad de las industrias del consumismo, especialmente de los alimentos industrializados, las bebidas azucaradas, la cosmetología, los fármacos milagrosos, y la industria del entretenimiento, entre otras, se impusieron sin ninguna consideración sanitaria ni ética para envenenarnos física y mentalmente. Nos arrolló una propaganda enfermiza que derivó en padecimientos crónicos contra niños y adultos que hoy repercuten en las pandemias que azotan a la humanidad
Es tiempo de cambiar las formas de cambiar. Si hemos arribado a esta conclusión, veamos cuáles van a ser los pasos y los tiempos que tenemos que dar para darle la vuelta a la diabetes, a la hipertensión, a los problemas renales, a la obesidad, a las comidas chatarra, a las bebidas azucaradas y, en consecuencia, a las pandemias que azuelan al país
¡El reto no es fácil! No resolveremos estos problemas sólo mediante campañas de sensibilización. Se requiere cambiar la distribución de la riqueza, aumentar el presupuesto para la educación, contar con trabajos bien remunerados, modificar nuestros hábitos y comportamientos sociales y abrirle espacio a una nueva cultura en la que el centro de la atención y el debate sean los seres humanos y no la usura o los negocios de la muerte. La pobreza, la marginación y la falta de expectativas de vida de los pueblos originarios y de la gente que vive en los grandes centros urbanos, deben dejar de ser los reservorios de los intereses mezquinos de empresarios genocidas
Vale reconocer que el gobierno federal ha percibido que tenemos que cambiar y construir una nueva normalidad. ¡No es un slogan ni un capricho! El neoliberalismo está en agonía en todas partes y ya no tiene ni fuerzas ni propuestas para superar sus crisis. El mundo está urgido de un sistema económico y social en el que no sea el capital sino un nuevo ser humano el que se apropie de un futuro mejor. Para lograrlo, tenemos que desarrollar y poner en práctica nuestra compleja imaginación, que ayude a sacar adelante las nuevas políticas sociales. El partido puede ser un buen instrumento para conducir y orientar estas políticas si le hacemos ver que también tiene que cambie sus formas de cambiar. Su ausencia política debe termina. A nuestras filas, debe llegar la Nueva Normalidad, así tengamos que correr a quienes hasta ahora, sólo nos han producido vergüenzas y traiciones


 

miércoles, 10 de junio de 2020


Un partido en busca de su futuro
Por JESÚS SOSA CASTRO
Si el propósito original de Morena era ganar la presidencia de la República y la mayoría en las cámaras del Congreso, hizo bien en llamar a personas y grupos que nada tenían que ver con la izquierda. El olfato político de éstos y la derrota personal que arrastraban, les hizo dar un salto a Morena que ya pintaba como la fuerza política que podía ganar la elección. Sería injusto afirmar que muchos de esos chapulines, ahora convertidos en personajes del deshonor y la traición, llegaron por sí mismos al partido. Una buena parte de ellos fue invitada exprofeso por quienes en ese momento decidían las políticas y eran los estrategas electorales. Con esa idea, se les incorporó, sin más, pensando que iban a potenciar el voto a favor de nuestro proyecto. No trabajaron, simplemente los hicieron candidatos a puestos partidistas o a encargos de representación popular en todos los niveles. Ellos con los privilegios, los cuadros y la militancia, con el trabajo

¿Aportaron votos, confianza y contribuyeron para sacar adelante el proyecto de la cuarta transformación? Algunas personas y grupos si, no muchos, por cierto. Los demás llegaron, sin fuerza alguna, sin entender el sentido de nuestra propuesta política, pero eso sí, estaban listos para llenarnos de vergüenza. Fue la participación de la mayoría del pueblo, la que empujó el triunfo político, a partir del liderazgo y la cercanía que AMLO había venido cultivando con él desde décadas atrás. Estos personajes que se metieron por la ventana a la Coalición, pronto enseñaron el cobre, nunca presentaron iniciativas de ley, no volvieron a sus distritos, se convirtieron en levanta dedos y los más, se dedicaron a hacer crecer sus relaciones y contactos para seguir en la nómina de los que cobran, pero no trabajan. Mientras, la militancia sin recursos y a costa de sus tiempos, les construía la plataforma para que, orondos y casquivanos, se pasearan sin problemas por los recovecos de la política

No pasó mucho tiempo para que, a esa gente, la mayoría, les reventara la corrupción y el arribismo que llevaban dentro. Se hicieron de negocios particulares, hincharon sus bolsillos con recursos públicos, pusieron a sus familiares y amigos como Servidores de la Nación, y sin haber jugado un papel decoroso como parlamentarios, funcionarios públicos o dirigentes del partido, pusieron a funcionar sus relaciones políticas y sus clientelas personales con la expresa idea de seguir medrando al amparo del poder y de los recursos del erario. En las últimas semanas, los medios de comunicación y la mayoría de los chayoteros pusieron en circulación millones de líneas ágata con el deliberado propósito de desacreditar a Morena por las traiciones de personajes como Yeidkol Polanski, Lylly Téllez, Germán Martínez, Jaime Bonilla, Miguel Barbosa y otros camajanes al servicio de los derechosos o cooptados por los restos del PRIAN

Habilidosos y pragmáticos como son, ninguno adelantó su disposición de apoyar al candidato de la izquierda opositora hasta estar convencidos que no darían pasos en falso. Para hacerlo sin riesgos esperaron a estar seguros de que AMLO sería el ganador de la contienda. Vista la tendencia, los zopilotes de la política se acercaron a los machuchones del partido para ver en qué espacios los colocaban. Fue tal el maridaje que se puso en práctica que los susodichos, no fueron incorporados al trabajo, a la organización de la actividad electoral, no hicieron fila ni mérito alguno. De inmediato fueron colocados como candidatos a diputados federales y locales, senadores, a presidentes municipales, a alcaldes o a dirigentes del partido. ¡Muchos lograron lo que querían! Después de dos años decenas de ellos pasean su ignorancia y el deshonor por los corrillos de las oficinas públicas o de Morena, en busca de más relaciones políticas para seguir pegados al poder. Otros piensan que la insidiosa campaña en contra del proyecto de la 4T y en particular contra el presidente, va a llevar al partido y a sus aliados a perder las elecciones en el 2021 o en el 2024. Esta es la razón por la cual muchos ambiciosos ya se andan repegando a las fuerzas de la derecha para que, como ratas, puedan brincar a otro barco que les permita seguir viviendo del poder como lo hicieron en Morena

Lamento decirles que sus cálculos se pueden caer.  A la militancia y al pueblo no les gustan los traidores, siempre les han hecho daño a los proyectos democráticos y al país. Si de algo pueden criticar a las bases de Morena, es haber sido demasiado tolerantes con ellos. Pero la neta, ya nos llenaron el buche. Los que votamos por la 4T tenemos el compromiso de sacar adelante este proyecto así tengamos que exhibir o cerrarles la puerta a todos los que están deshonrando y traicionando la confianza del partido y del pueblo. La militancia se activa en busca de un partido con futuro, y éste, lo vamos a construir con el apoyo del pueblo, lo pondremos en acción y barreremos la basura que aún queda en el camino

Millones de ciudadanos, militantes y amigos del partido tomaremos en nuestras manos la lucha por apoyar el proyecto de gobierno que más de treinta millones de personas pusimos en manos del presidente. La tolerancia ilimitada de la mayoría de las bases, no ha sido entendida por los dirigentes de Morena. ¡A oídos sordos, acción desplegada! ¡Ya basta de pretextos! La inmovilidad, la traición y las trácalas de nuestros adversarios internos le están haciendo mucho daño al partido. Premiados por una dirección que nombramos para acabar con estas arañas, es contrario a no mentir, no robar y no traicionar. Exigimos que se atienda a la militancia, que se recojan sus exigencias, se acabe con el oportunismo, se ponga un hasta aquí a las traiciones y se convierta al partido en el sostén de su propio proyecto



  

miércoles, 3 de junio de 2020


Así no, Alfonso

Por JESÚS SOSA CASTRO

Morena vive dificultades internas por errores de conducción política y por no entender lo que está pasando en el país. El Partido, que por dos años encabezó Yeidkol Polensky, lo llevó a una situación catastrófica en su trabajo y en su consolidación organizativa. La pandemia acabó replegando la actividad política y al ensimismamiento de sus bases. ¡Todo esto, se entiende! Lo que no checa, es la ausencia política del CEN y su falta de creatividad para superar estas fallas, para combatir la embestida golpista de la reacción, para acabar con la ineficacia y con la falta de liderazgo que andan perdidos desde hace dos años. Recompusimos el CEN para fijar posicionamientos políticos contra nuestros adversarios y para darle información a las bases y a los que votaron por nuestra opción de gobierno. A cinco meses de haberse elegido el actual comité solo aparece la confusión y el encabronamiento que empiezan a desbordarse en las filas del partido
¿Qué había atrás del entusiasmo que se despertó en el pueblo durante y después de la campaña y el triunfo de la Coalición Juntos Haremos Historia el 1º de julio del 2018? Se equivocan quienes afirman que sólo fue el hartazgo en contra del régimen lo que llevó a las urnas a más de treinta millones de electores que hicieron triunfar nuestro proyecto. Las grandes acciones de masas y el voto que llevaron a la presidencia a López Obrador, fue su permanente trabajo al lado del pueblo, su capacidad para explicarle las causas y razones de su marginación y su pobreza. Fue la propuesta de un proyecto que incluía sus demandas, su participación en la defensa y conquista de sus derechos y libertades. Esto fue lo que convirtió al pueblo en el sujeto que se dispuso a transformar el país
El liderazgo de AMLO como dirigente partidista y como gobernante del país, siempre ha sido cercano a la gente. Abrazó sus sentimientos, sus necesidades, tradiciones y culturas y, con ella, selló el compromiso de que el poder residiría esencial y originariamente en el pueblo, porque éste, en todo tiempo tiene el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Su convicción democrática la resume diciendo que el suyo, también iba a ser un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Su concepción democrática entró en el corazón de la gente y por eso hoy, a casi dos años del triunfo popular, ese pueblo le sigue siendo fiel y dispuesto a caminar al lado de su proyecto
¿Y el partido, dónde está? ¿Ese instrumento que construye opinión, que les da contenido político, organizativo e ideológico a sus propuestas? ¿Que se apoya en sus militantes y en los que votaron por él? ¿Acaso no se ha dado cuenta que ha perdido contacto con sus votantes, con las luchas populares y que se ha divorciado de su militancia, omitiendo el ejercicio de la política e imponiendo dirigentes que nada tienen que ver con la legitimidad y con los problemas que enfrentan las bases en cada entidad? ¿Por qué no recoger la experiencia, el trabajo y los liderazgos locales en los que están contenidos el conocimiento de los problemas y la autoridad moral para dirigir el partido?  Cuando AMLO fue su dirigente el trabajo lo hizo personalmente y en consulta directa con sus futuros militantes. Allí se fraguaron lo comités de base, la discusión y el trabajo colectivos se convirtieron en autoridad política y se generaron las propuestas para elaborar el Nuevo Proyecto de Nación. En cambio, las prácticas priistas puestas en función después de julio del 2018 solo han difuminado la discusión, dividido al partido y paralizado su actividad. Lo que se ha fortalecido es el clientelismo en detrimento de la unidad y crecimiento de Morena
El pueblo y la militancia que apoyan nuestro proyecto, lo hicieron no solo porque el ahora presidente supo recoger los sentimientos y el acumulado espíritu por sembrar una nueva cultura por la democracia. Abrazaron la esperanza de que por primera vez iban a ser los actores de su propia transformación. Entendieron que el poder dimana del pueblo para su propio beneficio y que éste se convertiría en el defensor de las nuevas formas de hacer política. Cuando no se le toma en cuenta y en cambio se le imponen personas ajenas a la entidad y sin consulta alguna a las bases, la militancia se desencanta, se encabrona y rechaza las imposiciones centralistas y antidemocráticas
Aún es tiempo de recomponer las cosas, Alfonso Ramírez Cuellar. Superar las diferencias y problemas del partido no está en las persistentes decisiones cupulares. En lugar de seguir pensando que la solución de los problemas está en personajes desconocidos, ignorantes y corruptos, apóyate en la militancia, en su honestidad, en su trabajo. Oye las opiniones de las bases y facúltalas para que trabajen por la unidad y acción del partido. Los que estás nombrando son desconocidos de la militancia, no conocen los problemas y menos  tienen los tamaños y los méritos para dirigir una organización harto complicada