Lo que no se debe seguir permitiendo
en Morena
Por JESÚS SOSA CASTRO
Desde luego que hay elementos para hacer un balance positivo
de los resultados electorales alcanzados por Morena. Andrés Manuel, el activo
político fundamental de este partido, debe sentirse satisfecho por los
resultados de su trabajo. Pero…. ¿no hay nada qué decir respecto de lo que pasó
en los Estados y lugares donde se impusieron candidatos que no representaron los
intereses de la militancia? ¿Se puede decir que estos logros son consecuencia de
una dirección colectiva, cuando se ve que ésta no existe ni nunca ha existido?
Se puede afirmar que se cuenta con un Comité Ejecutivo y con el Consejo
Nacional, que en cada Estado hay directivas que son las que accionan al partido.
Sí, se puede afirmar eso, pero la verdad simple y llana es que no funcionan, no
tienen vida orgánica ni política. ¡Son puras entelequias! El trabajo
fundamental descansó en AMLO y en los activistas que dieron tiempo y esfuerzo.
Esta es la realidad. Lo demás, como en Morelos, Froilán Yescas sepultó
totalmente al partido
A pesar del avance electoral incuestionable, en el mapa de
Morena hay hechos y políticas que hay que superar si se afirma que Morena es un
instrumento al servicio de la gente. A la sociedad, se le debe una explicación
sobre el por qué mantiene, hasta la fecha, un distanciamiento con las luchas
sociales. No es concebible fincar la conversión de un partido que aspira a ser
distinto a los demás, sin aspirar a encontrar las coordenadas que definan sus
acciones al lado de otras luchas sociales. La fragmentación de las fuerzas
democráticas, el procesamiento de proyectos reivindicativos sectoriales distintos
y el trabajo que cada quien hace por su lado, no pueden ser el rostro de
quienes aspiramos a la transformación de nuestra sociedad. Tenemos que empezar
a tejer esas redes de acercamiento, tan finas y urgentes, como sea necesario
Esta prioridad no podrá hacerse con éxito, si no se cambian
métodos y políticas en la reestructuración democrática de los órganos de
dirección del partido y de la selección de candidatos. El dedazo y la
imposición a partir de cercanías, parentescos, intereses políticos y grupos de
interés, ya no pueden ser la constante en las filas de Morena. Hemos llegado al
punto de corregir comportamientos que la han paralizado y dividido por los
métodos impuestos desde arriba. Se requiere una depuración real que airé y
democratice nuestras filas y nuestros órganos. La lealtad a los ideales y al
proyecto político no tendrá la fuerza
requerida si con ella no va el estudio, la capacidad intelectual y los cambios
internos. Una Dirección plural, colectiva, democrática, capaz y sensible a lo
que pasa en la sociedad, eliminará los zigzagueos y los equívocos que se cometen
cuando se presentan tareas tan difíciles y complejas como las que ya estamos
viviendo
Otro problema importante es la falta de autocrítica. Si en
esta etapa de surgimiento como partido político, Morena generó el seguidismo
incondicional a su líder principal, no es en sí mismo un acierto como para que
se siga manteniendo. Hemos permitido que sea el “jefe” de Morena el único que
dice lo que hay que hacer, cómo, cuándo y con quien. El ordeno y mando ha
construido una militancia que aprendió a obedecer pero no a elaborar, trabajar
y pensar por sí misma. Esto puede llevar a Morena a lo que vive actualmente el PRD.
Formó una casta de “líderes” que devino en jefes de tribus sin la presencia y
participación de las bases. En este bodrio partidista las decisiones las toman los
“jefes” tribales y los militantes son clientes cautivos a los que mueven de
acuerdo a los intereses políticos de las mafias. Esto ya no debe permitirse en
las filas de Morena
El proceso electoral del 7 de junio mostró que el país vive una
enorme red de complejidades políticas. La gente mostró un hartazgo contra los
partidos y los políticos corruptos. La juventud no fue convencida de su
participación electoral por ninguno de los partidos. Apareció un grado de
violencia social que todos omitieron porque no tienen respuesta a este
fenómeno. Si bien Morena se sustrajo a las prácticas clientelares del resto de
los partidos sistémicos, no supo elaborar un discurso distinto, atractivo, eficaz,
que colocara a sus propuestas en la mente de los electores como la opción que
había que apoyar. Muchos de los candidatos muertos que impusieron los
dirigentes de Morena, salieron avante por el fenómeno Andrés Manuel y por el
hartazgo de los electores contra los otros partidos
Ya pasamos la primera prueba, ahora cambiemos lo que no
funciona para asegurar el futuro de esperanza que se le ha ofrecido a la sociedad.
Si no queremos que todo este esfuerzo y el éxito importante alcanzado se
conviertan en una nueva frustración, tomemos el toro por los cuernos y
empecemos a democratizar la vida interna de Morena, ya no más caciques y tata
mandones, acabemos con el autoritarismo y la imposición. Hay que abrirles las
puertas de Morena a los jóvenes y formemos un partido que sea realmente la
esperanza de México. Démosle sentido a los pasos que estamos por dar. No
repitamos los errores cometidos. Es grande el compromiso que tenemos con la
sociedad. ¡No la defraudemos!
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