miércoles, 2 de agosto de 2017

En estos últimos días

Por JESÚS SOSA CASTRO

A pesar de las debilidades organizativas de Morena, resulta alentador encontrarse con compañeros que están rompiendo las amarras -asumidas por convicción o  impuestas por los dirigentes-  y empezar a expresar sus opiniones, críticas las más, sobre lo que pasa en las entrañas de este partido. En la información que sale en el periódico Regeneración, se habla de que todo marcha “requete bien” ¡La realidad es otra! Invitado por compañeros de varios Estados y por informes directos de muchos  compañeros militantes, me he enterado de que la debilidad del partido es su organización. Todos los que antes estábamos en comités de base, de colonia, región o centro de trabajo, hemos sido desaparecidos. En su lugar, se ha montado una estructura paralela que ganó presencia en los órganos de dirección pero perdió la militancia más activa y comprometida con la política del partido
Por varios meses ese proceder no trajo mayores consecuencias. Todo parecía normal, especialmente porque esa estructura jamás hizo política defendiendo las causas populares. Su trabajo consiste hasta la fecha,  en formar comités seccionales para cuidar el próximo proceso electoral. Esto llevó a que aparecieran dos fenómenos: La estructura paralela se formó por gente cercana o incondicional de los dirigentes, sin que ésta estuviera ligada ni al Estado, ni Delegación o Distrito donde se encuentra la militancia con la que, se supone, iba a  trabajar. De entrada, esta decisión produjo enojo porque se descalificaba a los liderazgos naturales que se habían formado en la lucha por la construcción del partido. Los enlaces impuestos no conocieron jamás los problemas de cada lugar. En cambio su autoritarismo y la exclusión de militantes críticos llevó a la división y al repliegue de los mejores cuadros de nuestra Organización!
El otro fenómeno, tal vez el más grave, consistió en el desencanto en lo mejor que había incorporado Morena desde su nacimiento. Los líderes de pueblo y de organizaciones sociales que querían contar con una fuerza política capaz de defender sus causas, poco a poco se fueron marginando porque el partido privilegió sólo el trabajo electoral, en franco abandono de las demás luchas sociales. Las resistencias que pensaron que Morena era la fuerza para empujar la lucha por la transformación nacional y lograr una vida auténticamente humana, vieron frustradas sus expectativas. El instrumento que esperaban se dedicó de tiempo completo a la disputa del poder en los términos fijados por  la institucionalidad burguesa. Esta posición ha alejado a muchas resistencias que hay en el país
Ahora se está impulsando una nueva estructura que al parecer estará dedicada a la organización. Implícitamente se acepta que el trabajo para el que fueron designados los enlaces, resultó un soberano fracaso. Con un nuevo sopetón se elimina a los enlaces y se llama a elegir a los Coordinadores de organización. ¿De qué se trata ahora? Son tan obvios los del Consejo estatal de la CDMX que sin mediar convocatoria pública a la militancia, en silencio y en lo oscurito está llamando a registrarse como candidatos. Ese camino ya lo conocemos. No solo es antidemocrático sino que encierra una práctica falaz. Se utiliza el síndrome de la chimoltrufia. Llama a elegir una cosa pero en la realidad hace otra. Lo que hoy está ocurriendo es que todos andan tras las candidaturas, especialmente aquellos que se han colgado desde tiempo atrás de los padrinos políticos. La “base” ni en cuenta. Todo se decide por los chipocludos aunque quieran aparecer otra cosa ¿Se van a resolver los problemas de organización con este tipo de procedimientos cuando muchos de los aspirantes enseñan el cobre diciendo que lo acordado por el Consejo es un simple cambio en la nomenclatura del partido? Si se quiere ir a fondo en la solución de estos problemas realmente existentes, esas personas que ya fueron y que no rindieron cuentas positivas de su trabajo, deberán ser sacadas ipso facto de esa responsabilidad y no premiarlas con nuevos puestos para seguirse pareciendo a los chapulines de los otros partidos. ¿O de qué estamos hablando, señores del Consejo de la CDMX?
Por fortuna la militancia ya le perdió el miedo a la burocracia y avanza, aunque despacito, en un trabajo que la está llevando a construir una fuerza política que le dé sustentabilidad a sus acciones y de paso, ayude a impedir que las formas hasta ahora utilizadas para resolver los problemas internos del partido y de la promoción  de sus candidatos a encargos populares, terminen en un socavón. Este es el sentido que a nivel nacional le encuentran los compañeros que nos estamos coordinando en estos últimos días. Las discusiones, seminarios y talleres van en esa dirección. Estamos construyendo una fuerza y una dirección capacitadas para enfrentar los problemas y los atropellos a la democracia. La palabra y el trabajo son nuestra trinchera desde la cual, aspiramos a cambiar el actual estado de cosas y de paso, impedir que los gandayas nos vuelvan a robar al partido   



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