miércoles, 14 de febrero de 2018


Lo que hoy está mal, mañana puede estar peor

Por JESÚS SOSA CASTRO

Hubiera preferido hablar del enorme apoyo popular que en cada acto de precampaña  recibió Andrés Manuel López Obrador.  De la  organización  y de los sentimientos de esos sectores de pueblo que están políticamente activándose porque ya nada los lleva a creer en aquellos que por décadas los han expoliado, humillado y engañado en su fe y en  su futuro. Tal vez hubiera valido la pena que en este artículo intentara explicar que en mi contacto con la inteligencia que aparece en los actos de Morena, decenas de compañeros luchadores se manifiestan inconformes al ver las prácticas truculentas que asoman su rostro en las filas de la organización
Tal vez fuera válido, también, dilucidar por qué hay miles de mujeres y hombres que se están adhiriendo al proyecto de Morena y por qué hasta ahora no se ha explicado suficientemente este fenómeno. Creer que estos amplios sectores de pueblo llegan a  este partido por el bastardo interés de colgarse de puestos o convertirse en caballos de Troya, es una desafortunada simplificación. Se están desprendiendo de sus organizaciones sociales y políticas, no tanto porque tengan claro cuál será el futuro que les espera si triunfa Morena, sino porque las políticas y las prácticas del viejo  sistema han dejado de representar sus intereses de clase y vienen a  este partido en busca de trabajo, de paz y de esperanza
¡Sobre estos temas se puede hablar y escribir mucho! Habrá tiempo para  seguir reflexionando y  escribiendo sobre estas ideas y propuestas. Por la urgencia y por las formas que van adquiriendo las prácticas políticas de algunos dirigentes intermedios de Morena, tocaré de paso lo que los ojos de muchos miembros del partido estamos mirando al  seno de la Organización. La insolente soberbia de Enlaces y  Operadores  en la GAM y en otras entidades del país, apenas es compatible con la fractura política que su “trabajo” está generando sin que nadie se haga cargo de su corrección. El empeño de trastocar las reglas básicas de  la democracia, está lastimando sistemáticamente el respeto y la inteligencia de la militancia,  tan caros en estos tiempos  de arbitrariedades y truculencias
Empeñados en atender los problemas fundamentales de la política, una buena parte de los miembros de Morena vemos en las sectores populares políticamente activos, el interés de encontrar las formas que ayuden al acuerpamiento de sus luchas y a cruzar transversalmente las resistencias más desarrolladas, para imbuirlas de un estado de ánimo que rompa con el clientelismo personal, el electoralismo, y se apreste a la búsqueda de alternativas que trasciendan la magra y prostituida pretensión de resolver aspiraciones personales. Buscamos que nuestro trabajo político  sirva para desarrollar la conformación de una voluntad histórica que articule a nuestras bases y  disponga su accionar para construir un partido capaz de enfrentar los golpes y la reacción de las fuerzas conservadoras que se opondrán, sin duda, al triunfo de Morena y de su candidato a la Presidencia de la República el 1º de julio
¡Pero dice el dicho que no hay pastor sin ovejas! En forma lamentable, el autollamado Presidente de Morena en la GAM, sus operadores distritales y el equipo de trabajo de la diputada Ana Juana Ángeles Valencia, no van en la línea que exige la situación nacional ni lo que requiere nuestra Organización. Hoy la confrontación entre el Proyecto de Morena y el del resto de los partidos del sistema, se libra fundamentalmente en el terreno de la ideología y de la  experiencia parlamentaria. Los ochenta años de los gobiernos del PRI no solo se expresa en  haber formado un importante número de cuadros políticos, tejedores de grandes y complejas redes de mapaches, de traficantes del voto, sino en un manejo eficaz de los vericuetos legislativos que les han procurado ocho décadas de poder 
Para equilibrar un poco las cosas, se requiere de Morena la selección rigurosa de sus cuadros para estar en condiciones de sacar adelante las leyes y reformas que se requerirán para consolidar un gobierno popular. Para ello, es necesario acabar con los mapaches y con las propuestas amarradas de amigos y compadres. La militancia debe recuperar el derecho a la crítica, al desarrollo del pensamiento, el respeto a la pluralidad y al ejercicio de la democracia. Pensar y trabajar en esto, exige la solidez de una unidad fincada en el trabajo, en la capacidad para analizar los problemas del país y en la urgencia de abandonar las estructuras de papel que han creado los operadores distritales. Si la conducción de Morena sigue en manos  de los mapaches, seguiremos siendo una fuerza marginal, amorfa y sin ninguna  vida real de partido. Lo que hoy está mal mañana estará peor si no ponemos manos a la obra
 

  

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