miércoles, 20 de marzo de 2019


Cuando el pasado nos alcance

Por JESÚS SOSA CASTRO

En días recientes, el presidente de la República declaró que las iglesias pueden contar con cadenas de televisión o de radio, toda vez que éstas tienen derecho a expresarse, a ser oídas en lo que tengan que decir. Y aunque estas declaraciones se postulan en el laicismo del Estado, la experiencia histórica demuestra que los sectores más beligerantes de las jerarquías religiosas siempre han estado del lado oscurantista y reaccionario de nuestra sociedad. Es verdad que el pueblo ha alcanzado un importante nivel de cultura política y puede discernir lo que conviene o no a su interés pero en el caso de las jerarquías religiosas lo que se ha acentuado es su espíritu conservador, reaccionario
Cuando Bergoglio visitó a Peña Nieto del 12-17 de febrero del 2016 lo hizo en apoyo y complicidad entre la iglesia y la clase política mexicana. El jefe del catolicismo no vino a recuperar la fe perdida de amplios sectores de creyentes, vino a darle un espaldarazo político a Peña Nieto, a su gobierno y a todos los que estaban llevando a México a un despeñadero el cual a casi cuatro años de distancia no hemos podido superar. Entonces, el dirigente principal de Morena expresó su apoyo a las declaraciones políticas, que no religiosas del desde entonces jefe de la iglesia católica. ¡Mala decisión! Nada de lo que hizo y dijo el papa Francisco, ayudó ni ayuda a los movimientos populares que están luchando contra el sistema. ¡Todo lo contrario! La parte conservadora de la iglesia católica se fortaleció igual que las jerarquías de las otras iglesias
A pregunta expresa de un reportero en la conferencia mañanera del lunes 18 de marzo, el presidente dijo que, aunque él es el jefe de un Estado laico, las iglesias tenían el mismo derecho que los empresarios, que los políticos, que los agnósticos a poner sobre la mesa sus pensamientos, que eso forma parte de las libertades públicas, del derecho a la libre expresión de las ideas y que por lo tanto es su decisión o no competir en estos rubros, si la ley lo permite. Habría que preguntarse -agregaba- si las empresas de radio y televisión actuales no hacen más daño a la sociedad promoviendo comida chatarra, la mediocridad y la castración de los valores culturales y espirituales de nuestro pueblo
Hablando en estricta lógica, el presidente López Obrador tiene razón. Pero … no cuando en discursos recurrentes habla de que, así como Juárez separó la iglesia del Estado y hoy se propone separar el poder político del poder económico; cuando la historia es testigo de la cruenta guerra cristera, cuando la jerarquía de la iglesia católica está combatiendo su proyecto político, ¿no sería mejor que el presidente no se atreviera a dar ese paso cuando no hay a la vista ninguna necesidad de hacer estas concesiones a las iglesias?
El pueblo que está abrazando los actos de gobierno propuestos y efectuados hasta ahora no tiene por qué empezar a sufrir estos desencantos. Tampoco hay necesidad de hacer estas cosas cuando hoy el partido Morena no tiene liderazgo ideológico y político capaz de enfrentar con éxito los distintos frentes que la reacción está abriendo por todas partes. Con los oportunistas y trepadores que dominan el partido no vamos a llegar lejos en un debate que por su inoportunidad y falta de sustento corremos el riesgo de perder. Dolería mucho que Morena esté dejando de ser la opción política por la que luchamos millones de ciudadanos
Potenciar estas políticas transformadoras implica impedir que el partido Morena se convierta en un partido al servicio de los oportunistas. Se requiere un golpe de timón que enderece las políticas de puertas abiertas a un montón de arribistas que le están desfigurando su rostro,  es necesario un liderazgo ideológico y político que sepa enfrentar las desviaciones que está sufriendo el partido, trabajar en serio en la formación política de los mandos intermedios en los que el clientelismo electoral y la desfachatez han sentado sus reales en la construcción de un partido de papel. Se requiere en fin, contar con un instrumento que no deje al presidente de la República la ingrata tarea de estar enfrentando todos los días a la reacción política y clerical porque los dirigentes del partido no dan señales de vida por ninguna parte ¿Se entiende?




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