miércoles, 1 de mayo de 2019


¿Un partido medio lleno o un partido medio vacío?

Por JESÚS SOSA CASTRO

El periódico El País en su edición del 16 de abril, otros medios y personajes han escrito que Morena ha crecido de manera exponencial. ¡Esta versión es muy de dudarse! Depende de qué o como se vea y se valore. Si se quiere decir que la mayoría del pueblo raso apoya las acciones de gobierno del presidente de la República, este punto de vista, vale, pues el 80% de los ciudadanos ha expresado su aprobación. Pero si hablamos de cuántos militantes tiene, su versión es incorrecta. Es verdad que muchos se han pegado a Morena, solo que éstos no son militantes, son arribistas, chapulines que andan en busca de huesos, de conservar privilegios o aprovechar la creciente autoridad de un gobernante para seguir medrando de la política sin temer a nuevas frustraciones
¿Por qué sostengo que una cosa es el apoyo popular a las políticas del gobierno y otra cosa es el crecimiento del partido? La respuesta es bastante simple. El inicial proceso de su construcción contemplaba la organización interna por centro de trabajo, por manzana, por colonia, por barrio, por región, por Estado y a nivel nacional. Cuando esto se dio, el apoyo y el entusiasmo de la militancia fueron la base de su crecimiento, había participación real en el debate político y en el cumplimiento de las tareas partidistas. Fueron estas asambleas las instancias en las que se eligieron democráticamente a los consejeros, había vida orgánica y actividades políticas que defendían un proyecto distinto de partido
Cuando esto fue desmantelado por los órganos de dirección para imponer a delegados y estructuras paralelas, la vida partidista empezó a desparecer y fueron los grupos, las tribus, los chipocludos, ligados al poder central del partido, los que tomaron en sus manos las decisiones políticas y organizativas de Morena, lo cual, quiérase o no, fue lo que acabó con el entusiasmo, el encanto y la decisión de construir una organización que sirviera a los intereses de los trabajadores y del país. A partir de estos momentos se abrió paso a la simulación. Una casta de vivales pagados por el partido recibió la orden de construir los comités por sección electoral, los cuales tenían la encomienda de promover el voto y cuidarlo en las casillas. Se había perdido el sentido original de una estructura organizativa y política con principios, alejada de políticas coyunturales lo que llevó al oportunismo electoral como la única forma de estar en contacto con la gente
Hoy el partido está medio lleno, de vivales y medio vacío de militantes. ¿Crece Morena o lo que crece es el prestigio político del presidente? Yo sostengo que es esto último lo que está ocurriendo. Basta observar lo que pasa en las tripas y en el corazón del partido para darse cuenta de que este se fue achicando proporcionalmente al crecimiento del crédito político de AMLO. Subsiste porque su fortaleza le viene de fuera. Internamente se están estrangulando sus venas que llevaban sangre y oxígeno a todo el cuerpo de la Organización. El pus está salpicando ya en Puebla, Baja California, Tamaulipas, Durango y en la mayoría de los Estados de la República. ¡Esta es una manera equivocada de entender lo que el pueblo y las circunstancias querían de Morena! ¡NO!
Hoy las aguas no paran de enturbiarse. Los pleitos internos entre facciones se multiplican y en este río revuelto los que llevan mano son los oportunistas que entraron a Morena por la ventana. Los que están destapándose para gobernadores y dirigentes del partido. Son de los que huelen y hieden, son, por lo tanto, los que están entrampando la vida interna de la Organización. Se dice que no importa de donde vengan. Lo que importa es su honestidad. Este cuento no está soportado en los hechos. No concebimos que en Puebla la competencia electoral se haya dado entre un perredista, rabioso crítico de AMLO en otros momentos y un priista ansioso de poder. Ambos son representantes de la vieja política del oportunismo
Que en Baja California se esté apoyando a un gringo miembro del partido republicano y que en otros Estados donde habrá elecciones el 2 de junio, se sigan imponiendo candidatos que no se merecen ni los ciudadanos ni los morenistas, no puede aceptarse. ¿Hacia dónde está creciendo el partido? ¿Alcanzaremos este medio lleno con un tipo como Alejandro Rojas Díaz Durán, declarado enemigo de Venezuela, Cuba y Corea del Norte o apoyando a Bertha Luján, una buena mujer, pero fácil presa de los machuchones que quieren seguir pegados al poder económico y político que hoy tiene el partido y la autoridad de López Obrador? Con cualquiera de estos dos corremos el riesgo de ir derechito a la tenencia de un partido siempre medio vacío porque el desencanto se está convirtiendo en la mayor frustración. ¿No sería mejor voltear a las bases del partido o a lo que queda de ellas para que sean estas las que apliquen su sabiduría a la que hace referencia el presidente? Como dijera mi camarada Armando Martínez Verdugo “hay que cambiar las formas de cambiar” ¡Ojalá haya alguien que, sobré esto, tome la palabra!
   



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