domingo, 20 de octubre de 2024

 

A pesar de todo

(Texto dedicado a los escépticos)

Por JESÚS SOSA CASTRO

Yo soy un escéptico, no me interesa la política, nunca asistí a manifestaciones públicas para defender o impulsar un proyecto o algunas demandas. Fui un obrero que se hizo como resultado de las necesidades de la vida. No fui a escuelas superiores de ningún tipo y siempre pesó en mí la idea de que las cosas se podían resolver si se daba una correspondencia entre el cumplimiento en el trabajo y el apego a las leyes.  Después de muchos años reconozco que algo estaba mal en mi pensamiento y en mi quehacer cotidiano” Esto me decía el obrero Juan con el que nuestras conversaciones siempre derivaban en profundas diferencias políticas

Cuando hace días nos volvimos a reunir le oí decir que su vida y los hechos que concitaron la pasión y el deseo de hacer posible el crecimiento de los seres humanos, lo llevaron a descubrir la escuela de la dignidad y hacer grandes las esperanzas para avanzar hacia el logro de un cambio social cuyo rostro ya asoma en el México nuevo.  Todo esto alimentó las venas de mi corazón, asintió. Los trabajadores ya apresuran las muestras de su contento y de una esperanzadora mística que atrapa su satisfacción. Después de muchos años de incomprensión, siento que, como pueblo, estamos recuperando el entendimiento que traíamos perdido en las entrañas. Yo me quedé patidifuso con estas respuestas

Cuando ahora escucho estas palabras de mi amigo obrero, he estado a punto de abrazarlo porque al fin, él y yo coincidimos en un esfuerzo común que al lado de millones de mujeres y hombres estamos combatiendo al viejo y degradado sistema con plena conciencia de lo que esto significa. A este y a mis demás amigos les escribo estas líneas por sus nuevos sentimientos. Mis palabras tienen como destinatarios a los millones de obreros, trabajadores y gente del pueblo que han puesto en movimiento sus ideas, sus acciones y su esfuerzo para darle sentido humanista a un proyecto que se ocupa de la gente. Quiero decirte, amigo mío, que por mucho tiempo no supe estar cerca de ti para aprender juntos las muchas cosas que, en nuestros largos debates, siempre dejaron en mí la idea de que tus posiciones políticas eran parte de un aprendizaje que venía abriéndose paso sin que tú lo supieras

Hoy las cosas entre nosotros han cambiado. Caminamos por la misma ruta que está trazando el rebelde pueblo de México. Antes no me explicaba los fríos comportamientos entre nosotros. Llegué a creer que nuestras posiciones políticas representaban algo parecido a lo escrito en la “Isla de los Hombres Solos” Pero lo nuestro no era la soledad. Eran otras causas. Por eso hoy ya no me siento triste, tengo la fuerza que dan las ideas para enfrentar los retos del alma. Nos faltaba el vigor que solo cuaja cuando el insomnio y la amargura los convertimos en la acción para lograr la felicidad que ya nos merecemos 

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