A pesar
de todo
(Texto
dedicado a los escépticos)
Por JESÚS
SOSA CASTRO
“Yo soy un escéptico, no me interesa la política, nunca asistí
a manifestaciones públicas para defender o impulsar un proyecto o algunas
demandas. Fui un obrero que se hizo como resultado de las necesidades de la
vida. No fui a escuelas superiores de ningún tipo y siempre pesó en mí la idea
de que las cosas se podían resolver si se daba una correspondencia entre el
cumplimiento en el trabajo y el apego a las leyes. Después de muchos años reconozco que algo
estaba mal en mi pensamiento y en mi quehacer cotidiano” Esto me decía el obrero
Juan con el que nuestras conversaciones siempre derivaban en profundas diferencias
políticas
Cuando hace días nos volvimos a reunir le oí decir que su
vida y los hechos que concitaron la pasión y el deseo de hacer posible el
crecimiento de los seres humanos, lo llevaron a descubrir la escuela de la dignidad
y hacer grandes las esperanzas para avanzar hacia el logro de un cambio social cuyo
rostro ya asoma en el México nuevo. Todo
esto alimentó las venas de mi corazón, asintió. Los trabajadores ya apresuran las
muestras de su contento y de una esperanzadora mística que atrapa su
satisfacción. Después de muchos años de incomprensión, siento que, como pueblo,
estamos recuperando el entendimiento que traíamos perdido en las entrañas. Yo
me quedé patidifuso con estas respuestas
Cuando ahora escucho estas palabras de mi amigo obrero, he
estado a punto de abrazarlo porque al fin, él y yo coincidimos en un esfuerzo
común que al lado de millones de mujeres y hombres estamos combatiendo al viejo
y degradado sistema con plena conciencia de lo que esto significa. A este y a mis
demás amigos les escribo estas líneas por sus nuevos sentimientos. Mis palabras
tienen como destinatarios a los millones de obreros, trabajadores y gente del
pueblo que han puesto en movimiento sus ideas, sus acciones y su esfuerzo para
darle sentido humanista a un proyecto que se ocupa de la gente. Quiero decirte,
amigo mío, que por mucho tiempo no supe estar cerca de ti para aprender juntos las
muchas cosas que, en nuestros largos debates, siempre dejaron en mí la idea de
que tus posiciones políticas eran parte de un aprendizaje que venía abriéndose
paso sin que tú lo supieras
Hoy las cosas entre nosotros han cambiado. Caminamos por la
misma ruta que está trazando el rebelde pueblo de México. Antes no me explicaba
los fríos comportamientos entre nosotros. Llegué a creer que nuestras
posiciones políticas representaban algo parecido a lo escrito en la “Isla de
los Hombres Solos” Pero lo nuestro no era la soledad. Eran otras causas. Por
eso hoy ya no me siento triste, tengo la fuerza que dan las ideas para
enfrentar los retos del alma. Nos faltaba el vigor que solo cuaja cuando el
insomnio y la amargura los convertimos en la acción para lograr la felicidad
que ya nos merecemos
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