lunes, 14 de abril de 2025

 

Entre la vida, el amor y la muerte

Por JESÚS SOSA CASTRO

Hace varias décadas conocí personalmente a Jaime Sabines. Un poeta enorme, humanista y profundo.  Un político que fracasó en su intento de componer el mundo, pero como Vate, sació su imaginación escribiendo cosas bellas sobre la vida, el amor y la muerte. Si aún viviera, habría tejido un montón de palabras sobre las cosas bellas que estamos viviendo en la 4ª transformación. Les escribiría hermosos poemas a los niños de Gaza y de Haití por resistir las masacres que en su contra les han infringido los trogloditas de Israel y de los EU. Con los palestinos y los caribeños exigiría que dejen de ofender la dignidad de la humanidad y paren sus crímenes contra los pueblos del mundo

Como ya no tuvo tiempo de seguir hablando de la vida y del amor que merecen los niños y los seres humanos, me ocuparé de reproducir lo que en otra faceta de sus sentimientos escribió sobre la muerte. Espero que mis lectores, amigos y compañeros de lucha, compartan conmigo la exigencia, la congoja, la impotencia y el encabronamiento que la naturaleza bestial de aquellos que, por el amor al poder y al dinero, han hecho de la avaricia y las guerras una tragedia descomunal contra los pueblos del mundo. ¿Qué podemos hacer por los ancianos, por las mujeres, los niños y los hombres, que insepultos gritan en demanda de auxilio? Quiero alzar mi voz esparciendo por todas partes las palabras dolidas y profundas del poeta chiapaneco sobre este óbito masivo, vivido por los palestinos y los caribeños

Sé que vivimos una muerte que nos abarca con violencia inusitada, que nos encuentra con hambre y, además, en el olvido. Sin embargo, el día que los pueblos alcancen a imponer la equidad y la justicia, cuando los libros y la poesía se asienten en nuestro espacio, hoy ocupado por la banalidad y los despropósitos del poder corrompido; entonces sabremos levantar la voz a favor de la paz y la felicidad que merecen los seres humanos. Porque con Sabines digo: (*) “morir es retirarse, hacerse a un lado. Ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nado y estar en todas partes en secreto

Morir es olvidar, ser olvidado. Refugiarse desnudo en el discreto calor de Dios, y en su cerrado puño, crecer igual que un feto. Morir es esconderse bocabajo, hacia el humo, y el hueso y la caliza, Y así, hacernos tierra con trabajo, porque apagarse es morir, lento y aprisa. Tomar la eternidad como a destajo y repartir el alma en la ceniza”

(*) Poema de Jaime Sabines, escrito con motivo de la muerte del mayor Sabines

  

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