miércoles, 9 de diciembre de 2015

Lo que no emociona no moviliza

Por JESÚS SOSA CASTRO

Dicen los que saben que la crisis que afecta al mundo es integral. Es una crisis financiera, laboral, alimentaria, ecológica y energética. Afecta la organización social, el funcionamiento de la economía y la manera de pensar. Para tantas desgarraduras, en México no hay alternativa ni probada ni pensada. Se están socavando las bases de nuestra civilización y en el horizonte no se perciben los  cambios revolucionarios. Hay una dispersión enorme de los sujetos que podrían transformar el país, los intelectuales no dicen mayor cosa, mientras enormes franjas de la población son víctimas de un miedo atroz para incorporarse a la lucha. Les pesa seguir descendiendo en la escala social. Estas franjas viven esperanzadas en que pronto les llegue el momento del disfrute que la burguesía les viene prometiendo desde tiempos inmemoriales. Quieren asistir a ese banquete y es  grande su ilusión por alcanzar la gracia del poder para que  las saque del hoyo en que las ha colocado
No obstante esta situación, la gente no cree en los sujetos sustitutos. No cree en los partidos ni en los políticos. El discurso que propalan ha probado una total ineficacia. Sus proyectos políticos y programáticos no contienen cambios que emocionen y entusiasmen a la sociedad. La mayoría de éstos no son proyectos de gobierno sencillos y coherentes que hagan evidente el sentido y la profundidad de sus propuestas. Hay una ausencia total de emoción en la política. La grisura de sus planteamientos apenas es compatible con el hartazgo que desborda a la sociedad. La atmósfera que ha generado la autollamada clase política ha tendido una capa de contaminación de la que no escapan los ciudadanos. La incultura de los funcionarios públicos, de los representantes populares y de la inmensa mayoría de la gente, son el caldo de cultivo que hace difícil el despertar de la conciencia crítica que tanto necesita la nación. ¡Todo esto conspira para retrasar el cambio revolucionario que miles de mexicanos andamos construyendo!
Calculadamente, los señores del poder promueven la desmemoria en el pueblo. Por cerca de ocho décadas se han robado la historia. La revolución de 1910-17, considerada como la más avanzada en México y el mundo, ha terminado siendo una caricatura que ha permitido la estafa de los derechos sociales que habían conquistado los campesinos y los obreros encabezados por los hermanos Flores Magón, Emiliano Zapata y Francisco Villa. Ese pueblo nuestro, apenas da muestras de volverse a despertar. Millones de mujeres y hombres de la ciudad y del campo dan visos de querer participar en la lucha por el cambio revolucionario que saque al país del atraso y de la postración en que lo han metido los mafiosos
Para lograr que todo esto avance, es necesario que se produzcan cambios radicales en la dirección política del único partido que puede darle sentido y profundidad a las luchas que vienen. En Morena no sólo falta una renovación real en las formas de hacer política. Hace falta elaborar un discurso para todos los sectores que más han resentido las políticas depredadoras del capitalismo salvaje. Los de Morena estamos obligados a ir más allá de la denuncia de la compra del voto, del comportamiento de los medios de comunicación y de las necesidades para construir un partido fuerte. Estoy convencido que sólo reconvirtiendo sus políticas podrá ganarse el derecho de ser una fuerza potencialmente ganadora en las elecciones del 2018. Con una dirección unipersonal y con un equipo que sólo repite lo que elabora Andrés Manuel, no llegaremos lejos como partido
Requerimos una renovación en las estructuras, en los liderazgos intermedios, en los comités territoriales. Los vividores y saltimbanquis de la política ya no dan para más. Se han convertido en una retranca y en una carga que paralizan las iniciativas y la creatividad de la gente. Sus maneras de hacer política castran al partido en todas sus acciones. Este tipo de liderazgos ya no responden a las necesidades de Morena. Son dirigentes sin ideas, sin peso político real en los distintos niveles de la organización partidista. Lo que los mantiene en esta organización, en su mayoría,  es  su arrimo permanente a los jefes, llenarlos de elogios sin ton ni son y pasar por alto las críticas que les hace la militancia
Los tiempos actuales y las complejidades que vive la izquierda Morena, exigen salir de esa política deshilvanada y zigzagueante que se da en muchas partes del país. Le corresponde a un partido vivo construir una historia que junte las ideas, las desarrolle y les dé contenido. Necesita darle a su política y a su proyecto de gobierno la emoción de la que hoy está careciendo. La dirección de Morena no debe propiciar el alejamiento y la exclusión de aquellos que hicieron posible su construcción. Tiene que mirar hacia atrás y buscar la incorporación de todos los desencantados y poner en juego su entusiasmo y su emoción cuando se les dijo que Morena podía ser la esperanza de México

La gente busca un liderazgo que aparte de ser competente y conocedor de la realidad nacional, sepa oír a la militancia, a los ciudadanos y especialmente a sus críticos. Hay errores que los dirigentes no quieren ver y que afectan la conducción del partido. El intercambio de las ideas que se generan a partir de la crítica, es una necesidad que debemos mantener viva. Tenemos que evitar que la distancia entre los dirigentes y la masa de militantes, impida que nos reconozcamos como hilos de un mismo tapiz y evitar que esto nos lleve a la pérdida de espacios y tiempos que a todos afectan. La politica, decía Platón, es diálogo. Es lo que da desarrollo al pensamiento, especialmente cuando se confrontan ideas y se siguen principios. El monólogo que está abriéndose paso en las filas y en las estructuras de Morena, sólo conducen a la inacción y a la anarquía. ¡Quijotes o Sanchos, buscamos con quién hablar! Necesitamos que alguien nos oiga y nos vea. El monólogo es un elemento del miedo. En cambio, el diálogo, la crítica y la autocrítica son un virtuoso brindis por la democracia y la esperanza

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