El difícil caminar de Don Quijote
Por JESÚS SOSA CASTRO
Encuentro un símil
entre la lucha de Don Quijote de la Mancha y la de los que estamos empeñados en
transformar el país. Los que hemos leído el libro de Miguel de Cervantes
Saavedra, sabemos que Don Quijote y Sancho Panza querían construir un mundo en
el que estuviera presente la justicia y la libertad. Los molinos de viento
fueron testigos de esas inauditas e inexplicables batallas. Algo parecido
vivimos muchos mexicanos cuando cansados de la pudrición del sistema, decidimos
emprender una serie de acciones políticas para construir un partido que tuviera
como objetivo central derrocar el régimen político que padecemos
Miles de luchadores
emprendimos una batalla para construir esa fuerza que diera sentido a la
inconformidad social y transformara el país. Se dieron los pasos que se
requerían, sabidos de que eso era una empresa difícil. Este México nuestro no
merecía los agravios que viene sufriendo y caminamos hacia esa decisión. Ya
llevamos tres años y no ha sido poco el trecho que hemos caminado, aunque a
decir verdad, los molinos con que hemos topado no son de viento. Son las barreras que los megalómanos y absolutistas de los que
habla Michel Crozier, interponen a las condiciones reales y precisas de la lucha
por la libertad humana para que al paso de los días se vayan procreando a los
tecnócratas y a los burócratas que absorben y esterilizan la política
En ese contexto, el
trabajo de miles de mexicanos parece que se ha perdido. La construcción de la
fuerza proletario-popular capaz de enfrentar con éxito la fortaleza burguesa y
derrotarla, se está diluyendo. Un partido que se proponía transformar el país
no puede dejar de tener en cuenta ese objetivo y asegurar la construcción de
los instrumentos que harán posible esa transformación: la fortaleza política,
la fortaleza organizativa y la fortaleza ideológica. Estas son las fortalezas que
constituyen la contrapartida a los fundamentos de la fuerza de la burguesía
hegemónica. Pero esto, por desgracia, no está en los planes de los dirigentes
de ninguno de los partidos
Hoy en día, sostengo, todos
los partidos han esterilizado y secuestrado la política. A sus bases les han
negado esa actividad. Son, cuando mucho, la parte operativa que cumplimenta las
tareas que les encomiendan sus mandos. Se ha roto el valor y los lazos humanistas
que daban fundamento a los partidos. ¡Ese valor social y esos lazos, se
acabaron! Esta es la razón por la cual, los partidos hoy han dejado de ser ese instrumento
para convertirse en un montón de vividores y de burócratas que no le sirven a
la gente
Los desafíos,
requiebros, amores y tormentas que desde el 2006 preveíamos, la gente los
enfrentó con decisión. El Movimiento-partido que empezó desde este año hasta el
2012, fue la obra, el esfuerzo y el trabajo de miles de militantes que dieron
tiempo, recursos y convicciones para construirlo con la idea de que cambiara la
descomunal pobreza, el desempleo y el mal gobierno y trajera a la gente una
vida auténticamente humana
Sin embargo, algo grave
ocurrió a partir de ese año, especialmente después del proceso electoral. El
ánimo y la participación de miles de militantes que exigían respeto a las
normas estatutarias, empezaron a ser acotados por los órganos de dirección que
veían en ellos el principal peligro para la formación de las burocracias
partidistas. Lo que al principio era el interés de lograr la liga entre el
partido y la ciudadanía, se fue convirtiendo en lo que hoy es la imposición de
estructuras paralelas ajenas a la legalidad estatutaria. Todo se está
construyendo en la idea de defender los intereses de los grupos de poder y de
los arribistas de siempre
La imaginación y las
soñadas invenciones que tuvieron los fundadores de ese nuevo partido están
topando con una frustración inesperada. El pensamiento quijotesco que dio el
loco de Miguel de Cervantes Saavedra, observa desencantado cómo su proyecto
imaginado y que de algún modo era el nuestro -otrora apoyado por miles y miles
de miembros y simpatizantes- hoy empieza a caminar solo en la espalda de su
líder principal mientras un ato de dirigentes sin voz y sin rostro están en las
sombras castrándole a la militancia la capacidad para enfrentar las batallas
que se avecinan. Es un grupo que le ha quitado el sentimiento de pertenencia a
la gente. Hoy tenemos un partido que va perdiendo aceleradamente sus elementos
que lo diferenciaban de los otros. Sería lamentable que esos miles de quijotes
que soñaban con un partido diferente, democrático y horizontal, perdieran la
oportunidad de ser otra izquierda y no esa izquierda modosita, pactista y
corrupta que es apapachada por el poder. ¡Eso, sería el acabose!
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