El desprecio contra los políticos y
las burocracias, crece
Por JESÚS SOSA CASTRO
La pudrición del sistema político y
la quiebra ética y moral del gobierno han hecho posible que crezca la
indignación de la gente. Por ahora pareciera que no hay nada que ataje las políticas
criminales del Estado mexicano. El retorcimiento que hace el gobierno sobre la
desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de
Ayotzinapa y el intento de modificar el Artículo 29 de la Constitución para
abrirle paso a la desaparición de poderes, significa acabar con las libertades públicas,
llevarnos a un Estado autoritario y hacer que un gobierno imbécil quiera
resolver los problemas sociales al través de la represiòn
Por si todo esto no fuera suficiente,
la voracidad corruptiva de las élites gobernantes ha exhibido su peor talante
respecto del manejo de los recursos públicos. La investigación internacional en
la que ha participado el equipo de Carmen Aristegui y la revista Proceso,
documenta el involucramiento en el lavado de dinero y en la evasión fiscal, a varios
empresarios y políticos mexicanos. Las riquezas mal habidas de Peña Nieto, de
Luis Videgaray y de otros ladrones de cuello blanco junto a lo recientemente
descubierto, es apenas el iceberg que está brotando por todas partes. El
gobierno de EPN nos ha llenado de millones de pobres, de jóvenes sin escuela, de
desempleados, de un montón de leyes regresivas y de mujeres y hombres desaparecidos
y asesinados
No contentos con esto, están llenando
las calles y las instituciones, de policías, de soldados y de narcos.
Atropellan a diestra y siniestra a los grupos vulnerables que viven trabajando
en la calle. Los golpean, los llevan a la cárcel y les hieren su dignidad
¡Están montando leyes para aplastar todo signo de protesta social! Sin embargo,
por donde quiera que uno se mueva, está presente la irritación y el
encabronamiento contra el sistema y contra los funcionarios públicos. Crece el
desprecio contra los políticos tranzas y las burocracias partidistas. Se acabó el
respeto a las instituciones envilecidas y buenas para nada. La gente está
ciudadanizando la política, avanza la organización popular y se construyen
puentes para generar unidad. Las luchas sociales empiezan a ser incluyentes y
mejor organizadas
A pesar de todo cuanto le ha llovido
al gobierno, el viejo dinosaurio se resiste a morir. Peña Nieto está acorralado
pero la gente no ha encontrado la forma de cómo echarlo del poder. Los
ciudadanos, los pueblos, los jóvenes están construyendo su propia ruta para
cambiar el país pero les falta articulación. Las revueltas sociales y las
acciones callejeras se multiplican con una mirada más allá de la lucha electoral.
La izquierda, impávida, no mira ni fija su posición. Mientras las prácticas antidemocráticas
y regresivas del gobierno se están acentuando. Por eso crecen la decepción y el
hartazgo de los ciudadanos. Se empiezan a cimbrar los poderes constituidos
Las mafias políticas siguen
imponiendo sus decisiones como si nada estuviera cambiando. En sus leyes y en
sus acciones no están presentes las respuestas a las necesidades y derechos de
la gente, sino los intereses empresariales que miran todo en razón de la plusvalía
y el negocio. La gente se empobrece de manera creciente y los dueños del poder engordan
sus carteras, adquieren propiedades ostentosas, evaden el fisco y le roban a la
nación en forma inmoral
Las políticas de Peña Nieto y de
Miguel Ángel Mancera, para no mencionar a otros que hacen lo mismo, dan pena
ajena. Ambos hablan a favor de los pobres cuando están eliminando conquistas
sociales y desarrollando instrumentos represivos que golpean a los ciudadanos. Ambos
se pelean por ver quién hace las peores leyes para anular los derechos de la
gente. Mancera con su Nueva Constitución para la Ciudad de México y Enrique
Peña Nieto con la desaparición de poderes y el estado de excepción. Sólo falta
que aparezcan en la lista de los lavadores de recursos en la empresa Panamá
Papers
Aunque no se vea, la sociedad comienza
a despertar. El proyecto económico y político del gobierno, que solo ha
beneficiado a las mafias financieras ya hartó a la gente. El pueblo está
resistiendo y ya se le acredita una capacidad de organización nunca antes
vista. Si el gobierno federal no toma en cuenta lo que los padres de los 43
normalistas desaparecidos, los jóvenes, maestros y amplios sectores del pueblo están
exigiendo, el régimen político estará acelerando su descrédito político y
generando las condiciones para sacarlo del poder. ¡Pronto lo veremos!
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