Hay que matar al mensajero (*)
Por JESÙS SOSA CASTRO
El viernes 8 de abril, por decisión del Colectivo del
Distrito II Federal en GAM, asistimos a una reunión programada con Andrés
Manuel López Beltrán, Comisionado para atender las tareas organizativas de
Morena en la Ciudad de México. No voy a entrar en detalles sobre las peripecias
que vivimos para lograr esta entrevista. Sólo diré que fue un triunfo conseguirla.
Estuvimos tres personas nombradas para el efecto. Me obvio sus nombres para no
comprometerlas en lo que voy a narrar. Haber osado plantear una serie de
asuntos que la dirección de Morena no quiere que se conozcan, puede
considerarse una “violación estatutaria”
Para situar el porqué de la entrevista, tomé la palabra
diciendo que días antes habíamos entregado un documento con distintos
posicionamientos políticos, firmado por 43 representantes de colonias y de
Comités territoriales de nuestro distrito, dirigido al Lic. Andrés Manuel López
Obrador. Como el Presidente del Comité Ejecutivo Nacional no se encontraba,
queríamos saber si López Beltrán tenía una opinión sobre los asuntos en él
contenidos. “No puedo hablar contigo -me dijo- tus derechos están suspendidos
por haber violado los estatutos del partido” “No se puede opinar públicamente
sobre cuestiones que afectan la honorabilidad de los dirigentes” “Has escrito
un artículo y lo has publicado en un pasquín que es enemigo, desde el 2012, de
Andrés Manuel López Obrador”
¡Me quedé patidifuso! ¿La dirección de Morena le encargó a un
Comisionado que no hable con un militante porque ha violado los Estatutos? ¿Es
una acusación oficial o es una actitud personal de un operador que quiere
espantar a los “disidentes” para que ya no sigan hablando sobre lo que pasa en Morena?
¿Por qué no se me ha notificado nada por la instancia encargada de estos
asuntos y conocer si existe esa sanción? ¿Es una intriga diferente a la que en
febrero del 2014 me fabricaron mis adversarios, acreditándome un artículo que
se demostró que yo no escribí, pero por lo cual AMLO dio la orden de no dejarme
entrar a una reunión del Consejo Nacional? En ese entonces y en presencia de
Eduardo Cervantes y de Álvaro Ramírez, Presidentes de Morena en el DF y del
Comité Delegacional de GAM respectivamente, exigí hablar con Andrés Manuel,
quien aceptó que había sido una intriga y que el artículo lo había escrito otro
columnista de SDP Noticias
De entonces a la fecha yo he seguido escribiendo sobre lo que
veo en Morena. He criticado hechos y actitudes de dirigentes mayores y menores que
van en sentido contrario a lo que se afirma en sus documentos fundacionales y
en lo que se dice públicamente por parte de su líder principal. Lo hice y lo
hago no sólo porque es mi derecho constitucional de libre expresión, sino
porque en mi calidad de miembro de Morena no le he dado a nadie el derecho de decirme
qué debo escribir, dónde y en qué momento. Hablar de los asuntos que competen a
un partido es hablar de una entidad de interés público
Pero es obvio que a varios de los dirigentes de Morena no les
gusta que se opine en forma distinta a como opinan y actúan algunos dirigentes
de la cúpula. Nos quieren calladitos, obedeciendo y en la chamba. Parten del
hecho de que Morena ha conquistado para siempre el crédito necesario para ser considerado
un partido distinto a los demás. No sienten que haya incoherencia entre lo
asentado en los documentos básicos y la práctica política. Tampoco quieren
aceptar que hay un desencanto y una paralización en gran parte de la vida
partidista, resultado de actitudes y acciones de varios dirigentes. Les duele
que la gente proteste por la imposición de candidaturas. No les gusta que se
les diga que existen grupos de poder que trabajan para sus intereses y no para fortalecer
al partido. En lugar de atender estos problemas, amenazan a los “opositores”
llaman a trabajar y a diferir esta
discusión
Esto es lo que queríamos comentar con el Comisionado del Consejo
Nacional. Pero la respuesta fue el enojo, la crispación y la amenaza. Creyó
falsamente que yo iba a recular, a ofrecer disculpas o a espantarme con el
petate del muerto. Su dicho de que lleva un registro del trabajo y los méritos
de todos los militantes, topó con el
hecho de que él no había nacido aun cuando yo ya andaba en la lucha
revolucionaria. Para mí y para muchos, ese es el registro que vale. ¡Eso fue lo
que le dije! Pero lo que quedó al descubierto es que a falta de argumentos, se
abren paso las intrigas, las amenazas y las sanciones. A lo que llaman es matar
al mensajero
La época de la locura y de la postración intelectual que
viven muchos políticos, no será lo que tuerza el interés de la militancia por
transformar México y democratizar la vida de su partido. La capacidad para ocultar
las cosas es efímera. Tarde o temprano el tiempo termina por poner a cada quien
en su lugar. Las amenazas de sancionarme y de expulsarme del partido por decir
lo que pienso y lo que veo, no me espantan. Tomo nota de ellas. Llegado el
caso, sabré hacer honor a mi nombre y a mi honestidad política de más de
cincuenta años de lucha. Seguiré el ejemplo de aquel niño que “sobre los
hombros de su padre le gritaba a Jesús cuando los romanos lo tundían a
latigazos: defiéndete, defiéndete” ¡Eso haré, que no quepa duda!
(*) El título corresponde
a un comentario que hizo Ixca Cienfuegos Baskchiers a uno de mis artículos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario