miércoles, 9 de mayo de 2018


Las partes visibles de las miserias humanas

Por JESUS SOSA CASTRO

Confieso que los libros de Eduardo Galeano son, en mucho, mis libros de cabecera. Me gusta su genialidad y su sencillez para abordar los problemas que vive la sociedad. Al hablar del poder burocrático se refiere a lo que dice Arkadi Rajkin, “Buena parte de la fuerza del Che era esa misteriosa energía que va mucho más allá de su muerte y de sus errores, su fuerza y su autoridad moral vienen del hecho de que él decía lo que pensaba y hacía lo que decía." En El libro de los abrazos Galeano dice que “la humanidad ha aprendido mucho de los camaleones: Se considera inteligente a quien no lo es, se reverencia a la cultura del disfraz, se habla el doble lenguaje de los artistas del disimulo. Para hacerse rico se lleva una doble contabilidad, hay una moral para decir y otra para hacer. La moral para hacer se llama realismo. La ley de la realidad es la ley del poder. Para que la realidad no sea irreal, nos dicen los que mandan, la moral tiene que ser inmoral” (1)  
Por eso es corriente decir que la mayoría de los políticos mexicanos son como los reptiles saurios. Cambian de color según las circunstancias. Dicen hacer leyes para beneficiar a los ciudadanos y en la realidad le afectan sus derechos. Se portan como pavorreales y son una bola de incultos. Entregan nuestros recursos naturales y dicen que es para bien del país. Son traidores a la Patria pero afirman que lo que hacen es por patriotismo. ¡Su moral es la inmoralidad! Si la política la hacemos bajo estos principios, violatorios de la ética y de la honorabilidad, entonces, seguimos chapoteando en las viejas prácticas que asquean a la gente y convierten la política en una caricatura
Dar los pasos necesarios para construir una sociedad diferente, requiere de ideales y de ideas. De trabajo, de organización. Entre los ideales, valen aquellos que en 1942 planteó Palmiro Togliati sobre las cualidades de los que luchan por transformar su país. “En la política –dijo- está contenida toda la filosofía real de cada persona, está la sustancia de la historia. Y para el individuo que ha alcanzado la conciencia crítica de la realidad y de la tarea que le espera en la lucha para transformarla, está toda la sustancia de su vida moral” (2) En los comportamientos de los políticos que mal dirigen el país, encontramos, en cambio, una gruesa costra de inconsecuencias y desvíos. En ella están, sustancialmente, las partes visibles de sus miserias  humanas, sus deformaciones, los genes de su doble lenguaje y la consiguiente  contradicción entre los dichos y los hechos
Ya hace tiempo que vivimos una degradación política, es verdad. Estudios hechos por la Revista Veredas, de la Universidad Autónoma Metropolitana, señalan que existe “una crisis de los Partidos políticos. Desde el 2008, el 71.1 % de los ciudadanos les había retirado su confianza y aceptación y sólo el 28.9 % los siguen considerando como necesarios.  Las propias dirigencias de esos partidos aceptaban entonces que se había erosionado su credibilidad, y que esto tenía graves repercusiones en la falta de confianza y de legitimidad en sus convocatorias políticas” (3)
Siendo las cosas como son, ¿qué hacer para volver a recuperar a los ciudadanos para la vida partidista, consecuente y realmente de izquierda? Algo por lo que se puede empezar es tomar nota del hartazgo que vive la gente, de la situación económica y social, de que ha llegado la hora de pasar a cambiar el régimen político. La posibilidad de avanzar en la solución de estos problemas requiere de una intensa y profunda campaña de concientización para echar abajo lo que la burguesía gobernante ha impuesto como cultura a los ciudadanos. Querer atraer a la gente a las filas de un Partido Nuevo sin que éste haya saldado cuentas con la aculturación enajenante, es morir en un seco desierto, según la visión del gran escritor japonés Haruki Murakami. Comprendidas estas urgencias, se entiende que hay que librar una enorme batalla para convencer a la gente de que existen otras opciones en las que ella es la principal protagonista. Para que nos crea y se pase de nuestro lado, siempre deben ir de la mano los dichos con los hechos. No se puede decir y hacer campañas a favor de la democracia, de la honestidad y de la toma horizontal de decisiones, y al mismo tiempo promover, por abajo, a los pelafustanes de la política
Parte de la debacle en la que se encuentran los partidos del sistema, está en que se alejaron deliberadamente de sus bases de apoyo. Abandonaron programas, ideales y proyectos políticos. Sus “líderes” los uncieron a las decisiones del poder gubernamental y hoy son un puñado de miserables que ya no huelen ni hieden. Los ganó la corrupción y los apapachos que, en abundancia, reparten los gobernantes del PRIAN. Entre más alejados estuvieron de los ciudadanos y de sus electores, más espacios encontraron para aliarse con los adversarios políticos de la gente. Esto los llevó a la ampliación de los espacios para pactar acuerdos en contra de los intereses del pueblo
Si Morena no aprende de estas situaciones, si sus dirigentes siguen empeñados en conducirse como el avestruz, si siguen hablando un doble lenguaje y destruyendo su identidad original, para que al final los búfalos sigan haciendo de las suyas, si no resuelven rápidamente las críticas que obran en el imaginario popular y si finalmente,  siguen sin darse cuenta de que hoy la mayor debilidad del partido está en la falta de eficacia de los responsables para tener cubiertas las casillas y evitar el fraude, entonces, no se culpe a los ciudadanos y a los militantes de estas deficiencias cuando con salario se han nombrado a responsables desde hace tiempo para resolver estas necesidades
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(1)  El libro de los abrazos. Eduardo Galeano
(2)  Ensayos marxistas sobre historia y política.  Adolfo Sánchez Vázquez
(3)  Veredas. Revista del pensamiento Sociológico. Universidad Autónoma Metropolitana

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