miércoles, 10 de julio de 2019


Otros tambores suenan en Morena

Por JESÚS SOSA CASTRO

Tengo muchos años oyendo de los políticos que los cambios importantes en la sociedad se hacen con la participación del pueblo y con líderes capaces, honestos y comprometidos con los intereses de los trabajadores, de los asalariados. Desde luego yo estoy de acuerdo con estos planteamientos porque con ellos he caminado largos años de mi vida. El domingo, como es mi costumbre, lo dediqué a escribir mi artículo que publico en SDP Noticias los miércoles de cada semana desde finales del 2006. En él hablaba del fracaso de la 4T en la Alcaldía de Gustavo A Madero, pues según opinión generalizada la cosa pública, ahora en manos de un nuevo equipo de gobierno, está tan maniatada y chata como en los peores tiempos del PRI y del PRD
Pero resulta que el lunes amanecí con la noticia de que, en el Consejo Nacional de Morena, celebrado el domingo 7 de julio se habían discutido, por lo menos, tres importantes problemas: la inexistencia orgánica del partido, una dirección ensimismada, incapaz de entender el liderazgo que se requiere y la creación de un equipo de personalidades para organizar los trabajos y participación de la militancia en el Congreso Nacional del próximo noviembre. Creo que lo discutido y acordado en el evento referido puso los puntos sobre las íes. Pues por mucho tiempo había venido señalando que lo que creímos iba a ser el partido de las soluciones populares, los resultados nunca mostraron que habíamos acertado. Menos que tuviera presencia política en la compleja situación que vive el país
Me complace, pues, que se estén dando hechos que oxigenarán la vida catatónica de Morena. Pues exceptuando el dinamismo, las simpatías y el trabajo que miles de ciudadanos aportamos en la construcción del partido hace más de cinco años, pasadas las elecciones del 18, Morena se convirtió en un Frankenstein que nadie ha podido poner de pie y darle vida orgánica y política. Desde las cúpulas se acordó convertirlo en un instrumento electoral. Sus recursos y su maquinaria fueron puestos en movimiento y el resultado fue un triunfo apabullante en las elecciones del 1º de julio del año pasado. Revivía antes de las elecciones y pasadas éstas el partido entraba en una vida vegetal. ¿A la fecha cuál es el estado que guarda la Organización?
Por principio de cuentas el triunfo se robó a muchos que encabezaron el trabajo de su construcción. A otros, la mayoría, los excluyó por razones políticas. Las asambleas por colonias, centros de trabajo o por distrito, perdieron a sus cuadros y a sus activistas. Los más sumisos, no los más competentes, fueron convertidos en representantes populares o en empleados de los funcionarios públicos. Dejaron al partido en la más absoluta orfandad. La rebatinga actual de los trepadores es por los despojos de la Organización. Se les ha abierto la puerta a muchos oportunistas que al contar con recursos y con relaciones políticas con los machuchones, están cubriendo ya los espacios abandonados por la dirigencia para asaltar en el próximo Congreso la dirección del partido
El desencanto que hoy vive la militancia creció cuando los funcionarios públicos y los representantes populares empezaron a mostrar una ignorancia supina sobre el  alcance que significaba cultural y políticamente el nuevo proyecto de Nación. La mística que se contenía en las frases de impulsar un gobierno del pueblo, por el pueblo y con el pueblo y que daba contenido expreso a la cuarta transformación de la vida pública, se quedó en la epidermis de los políticos de Morena. No caló a profundidad en la cultura, en la formación y en la práctica política de la mayoría de los dirigentes de ese partido. Por eso el único que empuja al elefante viejo, mañoso y reumático es el presidente. La mayoría de los equipos de gobierno y los dirigentes del Movimiento, no han entendido nada de le lo que significa la 4ª T
Por eso la actual situación del partido es tan lastimosa. Su dirección no entendió el nuevo proyecto de nación, no supo acercarse a los movimientos sociales, la autocomplacencia fue su divisa, creyó que ya había ganado el poder, dejó solo al presidente en el debate con la derecha opositora, se dedicó a fortalecer a los grupos electorales afines y el resultado se expresa en un partido sin rumbo, sin organización y sin política
La Comisión nombrada por el Consejo no podrá hacer mucho si no rompe con los controles que ejercen la nomenclatura y los jefes tribales. La confianza que en ella depositamos será proporcional a su correcto desempeño, a tomar en cuenta a la militancia, hacer de ella el centro de las decisiones políticas y evitar todo tipo de simulaciones para que las cosas sigan igual. Acordar con ella las tareas que contribuyan a la recuperación del partido, la que se ha perdido por andar levantando cadáveres políticos en lugar de ocuparse de atender la lucha y organización de los trabajadores
  


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