domingo, 24 de octubre de 2021

 

En el PAN, un discurso patético y una práctica llena de rencor

Por JESÚS SOSA CASTRO

En un artículo anterior a este, he hablado de algunas de las importantes ideas que ha expresado Doris Lessing en su libro Las cárceles elegidas. Hoy destaco unas más porque tienen que ver con los tiempos que estamos viviendo en esta Viña del Señor. De lo que hablaré pasa en la mayor parte del mundo, pero, por ahora, sólo me referiré a lo que sucede en México. Muchos vemos que con motivo de la pandemia, se está abriendo paso un hecho que consiste en que  nuestros niños, nuestros jóvenes y no pocos adultos pasamos la mayor parte del tiempo pegados al teléfono móvil, a la televisión y a otros mecanismos al través de los cuales los genios de la tecnología, de la guerra y de la violencia social, han sembrado todo lo necesario para despolitizar a los que, por ley de la naturaleza, estamos obligados a cambiar este mundo de explotación, de hambre y de mansedumbre

Este problema se ha hecho más complejo por casi dos años a resultas de estar encerrados en nuestros domicilios. Los que sufrimos esta situación forzada fuimos víctimas del trastocamiento de nuestros hábitos, perdimos las relaciones con la gente, el trabajo y la actividad cultural. Sólo un porcentaje pequeño recurrió a los libros, a las discusiones sobre los problemas del país. Otros, la mayoría, se dejaron envolver por la frivolidad y la intrascendencia que transmitían las televisoras, la prensa escrita y los columnistas que sirven a los grandes intereses de empresas nacionales y extranjeras. En ese ambiente de encierro, crecieron la violencia doméstica, el chisme y la vacuidad. Estas condiciones nos hicieron perder contacto con los libros, las conversaciones familiares y la cultura. Surgió la ansiedad, la angustia y al miedo que los medios nos inoculaban sobre nuestro futuro

El rostro de la intolerancia, los intereses de los grandes potentados y la ignorancia supina de los derechosos brotaron como hongos en la confrontación y en el debate con quienes impulsamos el proyecto de la 4T. Auguraban el desastre económico, la ingobernabilidad, el autoritarismo del presidente y falsearon hasta la saciedad todo lo que estaba haciéndose para “informar” que el país estaba cayendo en el caos, en la violencia descontrolada y en la represión. ¡La derecha enloqueció! Puso en juego su dogmatismo putrefacto y envileció la discusión pública enrareciendo el ambiente de la política. “Así como los cristianos pasaron siglos matándose unos a otros por la interpretación correcta de una palabra, de una frase o de una sentencia de la biblia” (*) así está ocurriendo con una oposición que se empeña en hacernos creer que lo que ella defiende, es lo que conviene y deben aceptar los “hambreados” Estas son las ideas que los panistas y demás mangantes nos quieren imponer

Lo que hemos visto en la cámara de diputados, en los medios de comunicación y en el debate público con respecto a la miscelánea fiscal, el presupuesto de ingresos y sobre la reforma eléctrica, es lo suficiente para darnos cuenta de que las posiciones dogmáticas de la derecha y de sus achichincles, se confrontan con violencia verbal con las fuerzas democráticas en todo momento. En su empeño por interpretar a su modo la visión de las cosas o de los planteamientos de cada una de las partes, han perdido la compostura y han dado rienda suelta a un discurso procaz y vacío. Cuando la mayoría del pueblo adquiere el compromiso de transformar la vida económica, social y cultural del país, el engendro fascista y vulgar defiende un dogmatismo patético que no cuadra con los intereses, la conciencia y las demandas populares que están sacudiendo las viejas estructuras de un sistema conservador, arcaico, fuera de tiempo y de lugar

Esperamos que este momento de inmersión en la locura del panismo y de sus seguidores no caiga en la mojigatería política y lleve al país a una confrontación como la ocurrida en la época de la cristiada. Su esquizofrenia está fuera de la historia. El pueblo está construyendo un futuro distinto. La diarrea verbal de los enfermos de odio contra el pueblo, hay que atajarla explicándole a la gente el sentido, la razón y la profundidad de nuestro proyecto democratizador. El debate público, debe estar sustentado en los hechos y no en las palabras. La derecha vive su derrota política porque carece de razón, de proyecto y de moral. Lo que ha hecho en el pasado y en el presente trayendo príncipes, ejércitos extranjeros y propuestas ajenas a nuestra idiosincrasia para gobernarnos, no sólo son las reminiscencias de un conservadurismo putrefacto; es a todas luces, una manera y una conducta falaces que traicionan al pueblo y a la patria

(*) Doris Lessing, Las cárceles elegidas, premio nobel de literatura, Editorial Tezontle, 2007

 

 

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