La 4t se
consolidará si le abrimos paso a las revueltas
Por JESÚS
SOSA CASTRO
México está avanzando en la ruptura con las viejas estructuras
del poder. Millones de mexicanos lo reconocemos. Sin embargo, la solución
verdadera a los problemas del pueblo, sean cuales sean su magnitud y su
profundidad, no logrará remontar la vida de explotación y de opresión, si no se
quita de encima la visión de dejar en manos de poderes fácticos y controles
políticos las formas y contenidos de sus luchas y demandas. Pues no se trata simplemente
de mejorar el nivel de vida, de trabajo, de elevar los salarios, de conseguir
empleo, de obtener un pedazo de tierra, de lograr una vivienda o de algún
crédito. Se trata de cambiar el tipo de relaciones sociales de producción y
reproducción de la vida misma. Necesitamos lograr una vida auténticamente
humana
La lucha del pueblo no solo debe tratar de destruir los
instrumentos al través de los cuales se procesa el poder. Hay que instaurar una
vida que esté determinada, decidida, elegida y producida por el mismo ser
humano, sin determinaciones ajenas. Hay que superar de manera sustentable las
relaciones de explotación y de opresión que, por medio de la violencia, se las han
arrogado otros para decidir por los demás. Para avanzar en ese propósito hay
que romper con la dependencia ideológica, política y organizativa con respecto del
Poder. Hay que hacer posible la autodeterminación, organizarnos al margen de
las estructuras de control, hacer posible el rompimiento con la fe en el statu
quo y poner en acción nuestro derecho a la revuelta
Cuando hablo de una revuelta, estoy hablando de la acepción
que tiene que ver con un movimiento social que se opone a alguna figura de
poder o a una cierta medida incorrecta del gobierno. Si el pueblo no se
organiza para defender sus derechos y permite que las cúpulas decidan en su
nombre, es porque se está quebrantado su autodeterminación. Ésta sólo se forjará
en el pueblo cuando haga uso de su propia experiencia, de su práctica diaria, cuando
lo haga a contracorriente de las acciones del poder, del dominio, control y
mando de los gobernantes y de los partidos políticos
El pueblo construye su
liberación y su vida de bienestar auténticamente humano cuando en su vida
diaria pone en juego sus propuestas y sus iniciativas de vida. Cuando pone en
práctica el colectivismo, la discusión, la deliberación masiva sobre las causas
y los causantes de sus miserias, sus exclusiones y de su explotación. Cuando en
el diario vivir impulsa relaciones sociales alejadas del clientelismo, del
patrimonialismo, del patrioterismo fascistoide, de la corrupción, de la compra
y venta de consciencias. Cuando no deja de entrenarse en las escaramuzas
callejeras, en la confrontación, en las peleas pequeñas y grandes contra las
distintas manifestaciones del viejo sistema, de la arbitrariedad, de la injusticia,
del abuso y de la opresión. Ya es tiempo de que hagamos que nuestra alma
pacificada, disciplinada, llena de respetabilidad burguesa nos lleve a la
revuelta, a la rebeldía y a la lucha contra los actos de poder, del control y del
mando. Necesitamos salir a la calle y hacer de nuestra organización y nuestra
fuerza los instrumentos que acaben con los olvidos, las imposiciones, la pasividad
y el arribismo
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