miércoles, 27 de agosto de 2014

Hablemos otra vez de ese partido que mata
Por JESÚS SOSA CASTRO
Asistí a un seminario sobre problemas indígenas y comunidades autonómicas al Estado de Morelos. Desde el sábado, en las carreteras federales que conducen a Cuautla y Oaxtepec, había retenes de la policía federal, del Estado de México y un retén militar a la altura de Tlalnepantla, Morelos. Un verdadero estado policíaco-militar. En contrapartida, la prensa daba cuenta de los secuestros, las fosas clandestinas, de enfrentamientos entre las mafias organizadas y desorganizadas, muertos por aquí y muertos por allá. Represión a los ciudadanos que defienden sus derechos, sus pueblos, sus aguas, sus riquezas. Entonces ¿que cuidan estos señores? ¿Cuándo le declaró la guerra Peña Nieto a los mexicanos?
¡Me quedé patidifuso con lo que se ve en las carreteras de México! Obviamente los criminales, si estos son los que busca la policía y el ejército, no caminan a la luz del día y por las carreteras federales. Hay mucha ingenuidad de las fuerzas represivas para suponer que allí van atrapar a los mafiosos. Lo que quiere el gobierno y sus cuerpos armados, es sembrar la idea en la población de que allí está el “poder” vestido de verde olivo, de azul y de negro para lo que “pudiera ofrecerse” Es una amenaza a la libertad de tránsito y un tente en pie para los pueblos que están defendiendo sus derechos
 Desde Vicente Fox pasando por Felipe Calderón y hoy Enrique Peña Nieto, hay una creciente y preocupante devastación de la vida. Mujeres, hombres, jóvenes y niños, son las víctimas contra las que el sistema político se ha cebado. El priismo se ha convertido en una anormalidad inmoral. Todo lo que hace y toca lo convierte en engaño, en lodo, en truculentas formas de encubrir sus nefastas políticas públicas. En sus 85 años de gobierno ha podrido su quehacer. Ha convertido al pueblo de México en un mundo lleno de desempleados, de hambrientos, de desesperanzados. Está empeñado en criminalizar cualquier resistencia popular. Los espacios públicos están llenos de policías y de soldados. Contravienen la ley, detienen, golpean, revisan y roban. Se comportan como si ellos fueran los dueños de México
¿Contra quién es la guerra? ¿Alguien está por invadirnos? Esa invasión ya la estamos viviendo desde hace décadas. ¿No fue el prianismo quien le abrió las puertas de par en par al imperio y a las transnacionales? ¿No fueron estos partidos y sus corifeos los que hicieron las leyes para que las transnacionales nos despojen impunemente de nuestras riquezas naturales? ¿Acaso no nos hemos dado cuenta que Enrique Peña Nieto es el gran facilitador para que las empresas transnacionales nos impongan el desgaste histórico, aderezado de una civilización capitalista que le abre paso a las derrotas de los múltiples y diversos intentos populares por construir su propia autodeterminación?
Pero los intentos de reavivar las resistencias populares ya vienen en camino. El pueblo sabe que las formas priistas de producir y reproducir la explotación y la opresión serán más complejas, más brutales y más entreguistas, pero el pueblo no arreará sus banderas. Es verdad que el capitalismo salvaje no va a parar sus acciones por razones morales. Su esencia y su naturaleza rapaces, van directas contra las riquezas de los mexicanos. Si tienen que seguirse manchando las manos de sangre lo van a seguir haciendo. Las lisonjas para comprar a opositores seguirán su curso porque siempre habrá traidores a los intereses del pueblo y de la nación. Pero el cinismo de la clase gobernante va a topar con un pueblo que nunca ha sido collón. ¡Los mexicanos sabemos pelear!
La burguesía mexicana ya trae consigo todos los estigmas y el desgaste que ha labrado durante toda su vida. La audacia priista en la entrega de la riqueza nacional, el enriquecimiento cínico de la burocracia política y de los grandes capitostes  están usando el erario nacional, la criminalización de las luchas, el asesinato sin límites contra hombres como Emiliano Zapata, Francisco Villa, Rubén Jaramillo, Luis Donaldo Colosio, Francisco Ruiz Massieu, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y cientos de luchadores sociales, pero nada les valdrá. Todas sus tropelías serán la fuente de su inminente derrota. Seguir reprimiendo y matando a sus opositores no bastarán para acallar la indignación y la lucha de millones de mexicanos que ya se organizan contra las políticas rapaces de la mafia del poder. La que está contaminando los ríos, destruyendo la propiedad social y comunal, ensanchando el abandono de la agricultura mexicana, todo a cargo de una demagogia exacerbada del priismo, tiene sus años contados

La manera en que seguirá ejerciéndose la trillada política priista va a marcar y va a fundar buena parte del desarrollo de la lucha social y de clases. Sus talones de Aquiles se harán más evidentes, más despreciables y más generadores del avasallamiento popular. Esto obliga a todas las fuerzas políticas de izquierda a proponer soluciones revolucionarias que superen el actual estado de cosas. Mantener una lucha ideológica y cultural contra el priismo que lleve al desenmascaramiento de sus falsedades y engaños es necesaria y urgente. Difundir la propuesta de una nueva revolución social es hoy una tarea de todos los patriotas

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