miércoles, 13 de agosto de 2014

Los patiños del Congreso y los denarios de la traición
Por JESUS SOSA CASTRO
¡Ni cómo presumir! La mayoría de los miembros del Congreso se dedicaron a tirar baba y a hacer leyes que van en contra de los intereses del pueblo y de la nación. Las cámaras se convirtieron en espejos al través de los cuales, los ciudadanos vimos el grado de abyección con que se condujeron y se conducen estos llamados “representantes populares” Nunca como en estos tiempos habíamos visto tanto entreguismo y felonía. Por su culpa, el país es hoy el receptáculo de la descomposición política y social, de la depresión económica y de la pérdida de la soberanía nacional. En los campos de la política, la economía y la seguridad social hay puros retrocesos

Si la mayoría del pueblo vive en un profundo sopor y sólo mira lo que están haciendo los patiños del imperio, deberíamos empezar a explicarnos las causas de esta conducta. Dejar pasar las reformas regresivas de Peña Nieto sin las protestas y movilizaciones necesarias para impedirlas, es un hecho que nos agravia como pueblo y como país. ¡Pero los hechos allí están! La gente no se mueve. Quedó atónita por tantos reformones, no tuvo tiempo ni para reaccionar. No quiere poner en manos de corruptos y de traidores, el destino de su participación. Tiene el temor de que negocien en su nombre imponiéndole una nueva traición. Los corruptos y los corruptores así se comportan. Siempre han llenado de descrédito el ejercicio de la política
  
En un tiempo, los ciudadanos supusieron que sus “representantes” iban a defenderlos de las políticas rapaces de la oligarquía. Sus discursos demagógicos y llenos de lugares comunes, parecían ir en esa dirección. Lo presumían cantándolo como cotorras en celo. La gente pensaba que iba a respirar aires nuevos, anhelaba que hubiera cambios a su favor, sensibilidad política, pluralismo y una correcta administración de los recursos humanos, económicos y materiales de la nación. Pero la atmósfera renovadora y con ella los proyectos sociales, las políticas públicas y las “obras” concluyeron en un Frankestein que sus progenitores  abandonaron de manera vergonzante en las calles del país

Después de casi dos años de este gobierno, ¿qué fue lo que pasó con los levanta dedos del Congreso? ¡Se entregaron por treinta monedas de plata, al viejo estilo de Judas! Perdieron el pudor, la vergüenza y se echaron en los brazos de Peña Nieto entregando el país y sus riquezas naturales. Resultaron unos corruptos y unos traidores. Son una vergüenza  nacional. La mayoría de los diputados y senadores van a terminar su período con pena y sin gloria. Su descrédito moral y político es de tales dimensiones, que difícilmente lo recuperarán en los tiempos que vienen
Perder el contacto con sus electores y con la inmensa mayoría de los ciudadanos no les importó. Hoy son motivo de repudio generalizado por haber entregado lo que es de los mexicanos. No supieron oír las opiniones de sus representados, pasaron por alto el espíritu del Artículo 39 constitucional y terminaron en los brazos del insufrible ocupante de los Pinos. Abandonaron el piso político que les correspondía y se convirtieron en una burocracia que se arrastra por dinero. Todo devino en la pérdida de autoridad moral y en el abandono total de la honestidad que tanto cacarearon

Es de lamentarse que el gobierno y el Congreso hayan permitido la pérdida de la soberanía popular y que México sea el traspatio en el que se están asentando ya los poderes de las transnacionales. El espejo en el que ahora se ven está lleno de inmundicia y de traiciones que ya cobrará el pueblo de México. Perdieron la oportunidad de oír a la gente y adoptaron un lenguaje y una conducta autocomplacientes para halagar a sus patrones. Se fueron por el carril de la banalidad y de las mentiras y pronto van a darse cuenta de sus errores y de su entreguismo. El país esta resquebrajándose y sólo su ceguera mendaz insiste en ver un futuro promisorio para los mexicanos. ¡Vaya desvergüenza! 


Los que abandonaron sus ideales y las necesidades de la gente, lo hicieron mal y de manera irresponsable. Actuaron así porque hubo chequera llena. No tuvieron la capacidad para entender los problemas del país y menos comprendieron los recurrentes planteamientos de los sectores vulnerables de México. Jamás percibieron la importancia de las demandas de la gente. Sus viejas formas, autoritarias y unipersonales, los hizo perder la oportunidad de pasar a la historia impulsando los cambios que el país demandaba. Es más, ni siquiera supieron irse con la dignidad y cubriendo las formas a que estaban obligados. Simplemente se van abandonando a su suerte las reformas que parieron. En su huída se van a llevar el testimonio de su fracaso, la indiferencia, la desaprobación y el repudio de los mexicanos. ¡¡Qué pena por ellos!! 

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