Los patiños del Congreso y los
denarios de la traición
Por JESUS SOSA CASTRO
¡Ni cómo presumir! La mayoría de los
miembros del Congreso se dedicaron a tirar baba y a hacer leyes que van en
contra de los intereses del pueblo y de la nación. Las cámaras se convirtieron
en espejos al través de los cuales, los ciudadanos vimos el grado de abyección
con que se condujeron y se conducen estos llamados “representantes populares” Nunca
como en estos tiempos habíamos visto tanto entreguismo y felonía. Por su culpa,
el país es hoy el receptáculo de la descomposición política y social, de la
depresión económica y de la pérdida de la soberanía nacional. En los campos de
la política, la economía y la seguridad social hay puros retrocesos
Si la mayoría del pueblo vive en un profundo
sopor y sólo mira lo que están haciendo los patiños del imperio, deberíamos
empezar a explicarnos las causas de esta conducta. Dejar pasar las reformas
regresivas de Peña Nieto sin las protestas y movilizaciones necesarias para
impedirlas, es un hecho que nos agravia como pueblo y como país. ¡Pero los
hechos allí están! La gente no se mueve. Quedó atónita por tantos reformones,
no tuvo tiempo ni para reaccionar. No quiere poner en manos de corruptos y de
traidores, el destino de su participación. Tiene el temor de que negocien en su
nombre imponiéndole una nueva traición. Los corruptos y los corruptores así se
comportan. Siempre han llenado de descrédito el ejercicio de la política
En un tiempo, los ciudadanos supusieron
que sus “representantes” iban a defenderlos de las políticas rapaces de la
oligarquía. Sus discursos
demagógicos y llenos de lugares comunes, parecían ir en esa dirección. Lo presumían
cantándolo como cotorras en celo. La gente pensaba que iba a respirar aires
nuevos, anhelaba que hubiera cambios a su favor, sensibilidad política,
pluralismo y una correcta administración de los recursos humanos, económicos y
materiales de la nación. Pero la atmósfera renovadora y con ella los proyectos
sociales, las políticas públicas y las “obras” concluyeron en un Frankestein
que sus progenitores abandonaron de
manera vergonzante en las calles del país
Después de casi dos
años de este gobierno, ¿qué fue lo que pasó con los levanta dedos del Congreso?
¡Se entregaron por treinta monedas de plata, al viejo estilo de Judas! Perdieron
el pudor, la vergüenza y se echaron en los brazos de Peña Nieto entregando el
país y sus riquezas naturales. Resultaron unos corruptos y unos traidores. Son
una vergüenza nacional. La mayoría de
los diputados y senadores van a terminar su período con pena y sin gloria. Su
descrédito moral y político es de tales dimensiones, que difícilmente lo
recuperarán en los tiempos que vienen
Perder el contacto con
sus electores y con la inmensa mayoría de los ciudadanos no les importó. Hoy
son motivo de repudio generalizado por haber entregado lo que es de los
mexicanos. No supieron oír las opiniones de sus representados, pasaron por alto
el espíritu del Artículo 39 constitucional y terminaron en los brazos del
insufrible ocupante de los Pinos. Abandonaron el piso político que les
correspondía y se convirtieron en una burocracia que se arrastra por dinero.
Todo devino en la pérdida de autoridad moral y en el abandono total de la
honestidad que tanto cacarearon
Es de lamentarse que el
gobierno y el Congreso hayan permitido la pérdida de la soberanía popular y que
México sea el traspatio en el que se están asentando ya los poderes de las
transnacionales. El espejo en el que ahora se ven está lleno de inmundicia y de
traiciones que ya cobrará el pueblo de México. Perdieron la oportunidad de oír
a la gente y adoptaron un lenguaje y una conducta autocomplacientes para
halagar a sus patrones. Se fueron por el carril de la banalidad y de las
mentiras y pronto van a darse cuenta de sus errores y de su entreguismo. El
país esta resquebrajándose y sólo su ceguera mendaz insiste en ver un futuro
promisorio para los mexicanos. ¡Vaya desvergüenza!
Los que abandonaron sus
ideales y las necesidades de la gente, lo hicieron mal y de manera
irresponsable. Actuaron así porque hubo chequera llena. No tuvieron la
capacidad para entender los problemas del país y menos comprendieron los
recurrentes planteamientos de los sectores vulnerables de México. Jamás percibieron
la importancia de las demandas de la gente. Sus viejas formas, autoritarias y
unipersonales, los hizo perder la oportunidad de pasar a la historia impulsando
los cambios que el país demandaba. Es más, ni siquiera supieron irse con la
dignidad y cubriendo las formas a que estaban obligados. Simplemente se van abandonando
a su suerte las reformas que parieron. En su huída se van a llevar el testimonio
de su fracaso, la indiferencia, la desaprobación y el repudio de los mexicanos.
¡¡Qué pena por ellos!!
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