domingo, 14 de septiembre de 2014

Viviana Sansón, un ejemplo de mujer (*)
Por JESÚS SOSA CASTRO
Decir que en el país había en el 2010, 57.4 y 54.8 millones de mujeres y hombres respectivamente según el INEGI, no es ningún aporte especial. Es apenas un dato estadístico que quiero utilizar ahora que quiero hablar de la mujer. Tampoco es trascendente repetir que un porcentaje alto de ellas, que labora en la academia, la industria, el comercio, los servicios y la política; ha demostrado haber ganado ese lugar a partir de su inteligencia, su capacidad, el trabajo y la honestidad. Desde luego que habrá muchos malandrines que nieguen esto. Su infantilismo machista no les permite ver las cosas en profundidad. En estas cuestiones, el pensamiento del hombre se ha desarrollado con mucha lentitud. Detrás de la puerta, sigue creyendo que la mujer es “un hombre incompleto, un error de la naturaleza” como afirmaban en su tiempo Aristóteles y Santo Tomás
En estas ideas hay un océano de atraso y de mentiras. En la historia de México está registrado un aporte sumamente importante de la mujer en la construcción del país. María de la Soledad Leona Vicario Fernández de San Salvador, conocida como Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra, María Ignacia Javiera, alias la Güera Rodríguez, Mariana Rodríguez del Toro, Manuela Medina, María Fermina Rivera y muchísimas más, son apenas un débil ejemplo de esa participación. En la Guerra de Reforma miles de mujeres anónimas contribuyeron al triunfo de Juárez y a la derrota del imperio  de Maximiliano y de los Conservadores. La gesta de 1910-17, no hubiera sido posible sin el apoyo heroico de miles y miles de mujeres que influyeron en el triunfo de la Revolución
Pocos saben que en los prolegómenos de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938, la política popular y nacionalista del Gral Lázaro Cárdenas movilizó a grandes sectores del pueblo particularmente a las maestras rurales, las campesinas y a mujeres de la clase media, para apoyar la lucha contra las compañías petroleras que habían construido un imperio económico a costa del hambre y la miseria de los obreros mexicanos. En esos años Felipa Poot y tres compañeras suyas, cayeron muertas a pedradas en las tierras de Yucatán a causa de su exigencia de libertad para los mayas, sometidos entonces por la Casta Divina
Hoy, a más de doscientos años de la Independencia de México y de la mayoría de los países de América Latina, el grito de las mujeres por la libertad, la igualdad y la justicia, es un grito que se manifiesta en las calles, en los centros de trabajo y en la política. La equidad de género es una lucha que intenta romper con las políticas alienantes y discriminatorias que por siglos, los capitostes del poder político, económico  y religioso, le habían impuesto a la inmensa mayoría de las mujeres del país. A pesar de esto, han ido cayendo paulatinamente la ignorancia y los prejuicios contra la mitad del mundo, y poco a poco se va desvaneciendo la poética sugerencia de Nicolás Guillén de que países y mujeres sólo alcanzarían su libertad cuando a punta de Remo estos fueran alejados de los imperios del atraso y de la voracidad económica. El poeta cubano sostenía que la piedra filosofal de la sociología y la política que salvaría al mundo de sí mismo, provendría del campo de las mujeres en lucha
No hay, sin embargo, en la memoria colectiva de esta sociedad, el pundonor necesario para reconocer autocríticamente el creciente papel que están jugando las mujeres en la lucha por la democratización del país. La equidad de género sigue siendo un espejismo en los derechos civiles de este sector y las leyes y prácticas siguen siendo omisas en la defensa de los intereses del sector mayoritario de nuestra sociedad. Sería ideal que un día, las mujeres pudieran recorrer su mundo, nuestro mundo, inspiradas en el hermoso pasaje de una obra de Shakespeare donde las mujeres protestan porque las discriminan y las excluyen de participar en el teatro sólo por razones de género  
Hay que desarmar y volver armar este rompecabezas. La mujer ya no se puede ocupar sólo de la crianza de los hijos, del cuidado de la casa y el marido. ¡Un fardo demasiado pesado cuando éstas piensan en liberarse! Hay que poner un alto en el camino y poner fin al desperdicio del talento femenino. Las ideas de Viviana Sansón plasmadas en el Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica de Gioconda Belli son un racimo de elocuencia y de verdad  “Somos mujeres -dice- preocupadas por el estado de ruina y desorden de nuestro país. Desde que esta Nación se fundó, los hombres han gobernado sin nuestra participación. De allí que nos atrevamos a afirmar que es la gestión de los hombres la que ha fracasado. En su ejercicio, de todo nos han recetado estos señores: guerras, revoluciones, elecciones limpias, elecciones sucias, democracia representativa, casi fascismo y dictadura”
Hemos tenido todo tipo de gobernantes y “ninguno de ellos le ha encontrado el modo a las cosas. Y  nosotras, las mujeres, ya estamos cansadas de pagar los platos rotos de tanto gobierno inepto, corrupto, manipulador,  usurpador y violador de la constitución. De todos los presidentes que hemos tenido no se hace uno. Por eso hoy, hemos decidido que es hora de que las mujeres digamos, ESTO, SE ACABÓ”

(*) Viviana Sansón, heroína del libro de Gioconda Belli El país de las mujeres

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