Hay que impedir que el régimen se
trague al movimiento que lleva en su alma los embriones de un nuevo sistema
Por JESÚS SOSA CASTRO
Desde el 20 de noviembre se vienen dando hechos que siguen
cimbrando el país. El gobierno Federal quiere aflojar el movimiento anti
régimen que amplios sectores del pueblo han venido construyendo a partir del
asesinato y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Pero la profundidad
de ese movimiento ha cuarteado los cimientos de un régimen político que está en
avanzado estado de descomposición. Por eso Peña Nieto puso sobre la mesa de la
nación sus 10 puntos por la “seguridad
y la justicia” que reflejan la pobreza intelectual y política del equipo
gobernante que él encabeza
Es tal la persistencia y la profundidad de la lucha de los jóvenes y del
pueblo, que han puesto de cabeza al régimen priista. Han desnudado la
incapacidad de las instancias judiciales y puesto en evidencia las conductas
represivas de los cuerpos policíacos y la presencia de provocadores apoyados
por el ejército y las policías. Las falsas acusaciones contra los estudiantes
encarcelados llevaron a su liberación y a sepultar la credibilidad de las
instituciones encargadas de defender los derechos humanos. ¿Y los 43
desaparecidos? ¿Y el castigo a quienes cometieron un crimen de lesa humanidad?
¡De eso, nada! Todo sigue igual. ¡El caricaturesco teatro montado por el
gobierno nació muerto!
La movilización del 1º de diciembre dio nuevas muestras de la
fortaleza del movimiento popular. Su fuerza no está sólo en la demanda de que
aparezcan con vida los 43 estudiantes sino
en impulsar una ruta que reivindica la presencia de todos los
sectores, de los oprimidos y explotados. La lucha que detona el despertar de la
gente contiene la demanda masiva de derrocar a la élite gobernante y a todos
sus aparatos represivos, de control y de enajenación. El llamado para que
renuncie Peña Nieto y todo su gabinete resume esa demanda de la sociedad. Por
eso el gobierno anda impulsando falsas salidas que sólo intentan desmovilizar
al pueblo dejando de lado lo que está llevando al país a una pudrición
irreversible y a una crisis general
Estoy convencido que el movimiento está avanzando en su
organización y en lo que debe ser el programa de su lucha. Ha acordado crear
una organización superior en la que participe destacadamente la juventud
que está en resistencia combativa. Apunta que esa organización puede incluir un
evento especial, un congreso o algo parecido, que conforme un espacio de
aglutinación permanente. A todos nos urge centralizar, articular y sincronizar
el debate y la acción. Requerimos hacer un ejercicio práctico de construcción
de medios para comunicarnos con el pueblo y hacer un gran trabajo de brigadeo por
todo el país. La organización juvenil trabaja ya sobre las especificidades
estructurales, necesarias para convertirse en el principal receptáculo que
acumule la energía y la fuerza combativa de los más amplios sectores populares
Otra cuestión que ha apuntado el movimiento tiene que ver con
la urgencia de elaborar una propuesta de gran aliento para convocar un
congreso constituyente que conozca, discuta y resuelva sobre un mapa de
relaciones y de estructuras del México que remplazará al México
secuestrado por la casta de multibillonarios. En la elaboración de esta
propuesta, debe señalarse con toda precisión que el Constituyente es un constituyente
popular, anti sistema, que nada tendrá que ver con el régimen actual. Debe
convocarse a una especie de conversatorio o convención de mujeres y
hombres progresistas, que provengan del trabajo, de la cultura, del arte, de la
ciencia, del cine, de la música, de los excluidos por preferencia sexual, de
los sacerdotes que reivindican a la cristología de la liberación, de activistas
revolucionarios, de toda la conciencia crítica del país. A este conversatorio
debe invitarse a activistas revolucionarios o rebeldes del mundo, a
pensadores progresistas. La juventud mexicana que está en resistencia combativa
por Ayotzinapa cuenta con las condiciones, con la autoridad moral y con los
medios especialmente los electrónicos, para abrir la senda que haga realidad
este encuentro de afianzamiento programático de la actual resistencia popular
Junto con el activismo político y al lado de la movilización
y la comunicación, debe abrirse un sostenido proceso de debate del más alto
nivel sobre las perspectivas y proyecciones de esta nueva oleada de resistencia
combativa. Los padres de los normalistas desaparecidos y de los asesinados
deben ser actores principales en esta reflexión. Su participación debe servir
al fortalecimiento y comprensión del
contenido y del sentido histórico de lo que se ha abierto por la tragedia de la
desaparición forzada de sus hijos. Hay que impedir que el gobierno contenga su
rabia y su participación por unas cuantas monedas que el gobierno
norteamericano le mandó a Peña Nieto para sobornar al movimiento
Es necesario dar forma y mayor eficacia a la
solidaridad internacional. Urge la presencia en México de grandes
personalidades del mundo progresista, de organizaciones que impulsan la defensa
de los derechos humanos. Ojalá se pueda convocar, con fecha precisa, a un
evento de estancia solidaria extranjera en la capital de la República. Un
comité de destacadas personalidades y dirigentes del mundo universitario, de la
cultura, y de organizaciones civiles mexicanas, podría ponerse al frente de la
organización de este magno evento. Se trata, pues, de impedir que el régimen
priista se trague otra vez a un movimiento que lleva en su alma los embriones
de un mundo anti sistema. Este aporte que han hecho los muchachos y una
importante fuerza popular, no debe terminar en otra frustración. Todos estamos
obligados a impedirlo y a buscar las salidas que se requieren
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